MADRID (12 Junio 2015).- El Rey ha dado una de las
mayores sorpresas de su primer año de reinado al revocar a su hermana, la
Infanta Cristina, el uso del título de duquesa de Palma de Mallorca.
Una doble sorpresa, primero, y sobre todo, por la
contundencia de la decisión. Pero además, y en segundo lugar, porque la reciente
reaparición de la Infanta en la esfera familiar de la Casa del Rey -con motivo
de la Primera Comunión de la Princesa de Asturias, y el funeral por Kardam de
Bulgaria- había infundido la especie de un acercamiento y una clemencia por
parte del monarca hacia quien desde el propio día de la Proclamación, el 19 de
junio pasado, fue excluida por completo de la agenda de la Corona.
Fue el 'caso Nóos' y el comportamiento "no
ejemplar" del duque consorte lo que propició hace ya dos años el
apartamiento de la Infanta, y ha vuelto a ser el 'caso Nóos' ahora el causante
de una revocación nobiliaria sin precedentes en la dinastía borbónica. Así lo
han reconocido de manera oficiosa las fuentes consultadas en La Zarzuela, que
se han referido al "momento procesal" en que se encuentra un sumario,
a apenas unos días de que la Audiencia de Palma dicte la previsible apertura de
juicio oral.
De esta manera, y sea cual sea la aparente mejora de
las relaciones personales en el ámbito privado, el Rey que ha hecho bandera de
la regeneración institucional en España no ha esperado a que su hermana pudiera
sentarse físicamente en el banquillo. Mucho menos ha aguardado a que la Sala
-como algunos sostienen- pudiera sobreseerle de toda responsabilidad penal en
virtud de la llamada 'Doctrina Botín', que impide sostener la condena en una
acusación popular sin apoyo del fiscal. Lo que ha hecho el Rey es dirigirse al
Gobierno y pedirle que atienda su petición en forma de un Real Decreto que verá
la luz mañana.
Un Decreto de número 470/2015 que, en uso de las
facultades del monarca y "de conformidad con el Real Decreto de seis de
noviembre de 1987 sobre el "régimen de títulos, tratamientos y honores de
la Familia Real", borra de un plumazo el honor nobiliario que el Rey Juan
Carlos otorgó a su hija con motivo de su boda. De manera significativa, el
nuevo monarca hace constar por escrito su decisión en primera persona: "He
resuelto", reza el Real Decreto, "revocar la atribución a Su Alteza
Real la Infanta Doña Cristina de la facultad de usar el título de Duquesa de
Palma de Mallorca, que le fue conferida mediante Real Decreto 1502/1997, de 26
de septiembre".
Las fuentes consultadas esta noche en la Casa Real
no han querido pronunciarse sobre la relación que esta decisión ha podido tener
con la firmeza con que la Infanta se ha negado a renunciar a sus derechos
sucesorios. Pero es lo cierto que según los juristas consultados por este
diario, esta decisión sólo compete a la Infanta, mientras que la revocación del
Ducado le compete al propio Rey. Como es sabido, Doña Cristina siempre se negó
a lo que fue una repetida petición de la Casa -primero de Don Juan Carlos y
luego de Don Felipe-, por entender que conllevaba un reconocimiento de culpa.
Pero después del presente Real Decreto, su posición ha quedado mucho más
comprometida.
Por CARMEN REMÍREZ DE GANUZA
Por CARMEN REMÍREZ DE GANUZA
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