VALENCE (19 Julio 2015).- Anda Sagan penando por el
pelotón, de entrevista en entrevista. Se para ante cualquier micrófono que se
le ponga delante, para explicar sus cuitas. Hay periodistas que se están
convirtiendo en especialistas en entrevistar a Sagan. Consiguen hacer una
pregunta diferente cada día, que no es fácil, con tanta exposición mediática.
Peter Sagan no se pone nervioso, como su mecánico,
Faustino Muñoz, lanzador sin puntería de bidones de agua a las cámaras de la
televisión francesa mientras con la otra mano le cambia la rueda al ciclista
eslovaco. O una cosa u otra. Los nervios del momento, y tal, el zapatazo de
Arda Turan. Le habían hecho falta; también a Sagan, a quien casi atropella la
moto. El árbitro no la vio.
Porca miseria, dice en italiano Sagan en una de las
entrevistas multilingües. Lo mismo que su patrón piensa en ruso, cuando anuncia
que pedirá a los demás equipos un boicot al Tour para el próximo año. Oleg
Tinkoff ya está en campaña. Dice que el Tour es un negocio del que sólo se
beneficia ASO, que no quiere repartir con los equipos. Él, asegura, se metió en
el ciclismo por afición, pero ya es hora de sacar beneficios. «Los equipos
ciclistas no pueden vivir únicamente con el dinero de los patrocinadores, eso
no se aguanta. Hay que crear una liga profesional para establecer el reparto».
¿Le seguirá alguien? Ametralla con sus tuits. Lanza
la bota de Arda, el bidón de Faustino, a ver si da en el blanco. Nombra a los
innombrables: «Sainz y Bruyneel lo intentaron y ASO_los mató. ¿Será ahora mi
turno? ¿Estoy listo para mi calvario? Seguro si vamos juntos». Apunta y
dispara, como cuando llamó «socialista» a Marc Madiot, el patrón del FDJ: «Su
equipo se financia con dinero público. Yo pago impuestos en Francia, así que
pago a su equipo».
El jefe de Contador no se calla, y levanta los
espíritus en etapas como la que discurrió entre Mende y Valence, en un
recorrido sinuoso pero que los ciclistas se tomaron con tranquilidad. Hace
mucho calor, demasiado para salir todos los días, así que cuando vieron el
Ródano, desde el puente de hierro que atravesaron camino de la meta, a alguno
le dieron ganas de darse un chapuzón para refrescarse.
Nadie lo hizo, por profesionalidad. Siguieron en la
bicicleta. Si Peraud, el ejemplo de sacrificio que pone Françoise Hollande, no
se retiró y llegó a casi 16 minutos, ¿cómo iban los demás a hacer algo así? Bajo
la canicula que acuchilla a Francia, que provoca vendavales no muy lejos de
Valence, los Alpes se asoman cercanos. También hará calor, vaticinan los partes
meteorológicos, que los carga el diablo. Hoy en Gap, el portal de la cordillera
alpina, se esperan más de 30 grados.
Para todos, claro. Tambien para Contador, que espera
ansioso que pase la jornada de descanso de mañana. «Tengo ganas de llegar a los
Alpes. Allí seguro que si tengo un gramo de fuerza intentaré algo bonito y
trataré de que pasen cosas interesantes en la carrera». Anuncio de batallas.
Ayer sólo hubo una y duró dos kilómetros, hasta que André Greipel dijo que allí
mandaba él, como en todo el Tour, y se llevó su tercera etapa. Unos minutos
después, Sagan ya paseaba por delante de los micrófonos contando sus penas.
Por
JON RIVAS/El Mundo
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