MILÁN (8 Octubre 2015).- El prelado polaco,
Krzysztof Charamsa, provocó un terremoto en el Vaticano hace unos días después
de salir del armario y presentar a su novio catalán. Sintiéndose por fin
"liberado" y sin dejar de vestir el alzacuellos, el ex funcionario de
la Congregación para la Doctrina de la Fe denuncia que una parte de la Curia
romana busca "sabotear"al Papa Francisco en sus reformas. En
especial, dentro de este dicasterio que se ocupa de promover la moral cristiana
y donde existe "un ambiente hostil" contra el Papa.
¿Cómo
se siente después crear este terremoto en el Vaticano?
Después de salir del armario uno se siente liberado.
Fuera de una cárcel, de una verdadera penitencia. No podía seguir viviendo una
doble vida en una institución homófoba que por otra parte está llena de
homosexuales.
¿Cuál
fue la gota que colmó el vaso y qué le empujó a declarar su homosexualidad?
No podía más. Llega un momento en el que algo se
rompe dentro de ti y no puedes seguir negando la propia identidad sexual,
aunque la Iglesia te rechace. No puedes seguir viviendo dentro de un armario
espiritual y existencial. La posición de la Iglesia de hoy podría ser
justificable, pero hace 100 años.
¿Y
cómo vivió los años en los que sí tuvo que esconder su condición sexual?
Han sido años de maduración, de preparación, no sólo
a nivel sentimental, sino también intelectual. He estudiado la sexualidad como
teólogo y filósofo. Y rezado mucho. En este tiempo, ha sido fundamental el
apoyo de mi pareja, que ha estado siempre a mi lado. Juntos nos sentimos complementarios,
el uno para el otro.
Cuando
usted decidió hacerse sacerdote, en 1997 ¿ya sabía que era gay?
Sí. Lo he sabido siempre.
Y
en 2005, cuando Benedicto XVI prohibió que los homosexuales se pudieran ordenar
sacerdotes, ¿qué sintió?
Fue un momento de profunda crisis existencial. Es
una prohibición injusta e inhumana. La Iglesia ha rechazado así a un entero
grupo social que entre el clero católico está representado de una manera muy
amplia.
¿Existen
muchos gays en el Vaticano?
Mi experiencia me dice que son muchos.
¿Cree
que la reacción del Vaticano de apartarle de sus funciones habría sido tan
radical si usted hubiera declarado su homosexualidad pero no hubiera dicho que
tiene pareja?
Me habrían expulsado igual, pero seguramente de
forma más discreta.
Hay
quienes aseguran que su declaración beneficia al ala más conservadora dentro
del Vaticano, que rechaza las reformas emprendidas por el Papa Francisco.
No estoy de acuerdo porque antes del Sínodo he hecho
todo lo posible para que dentro de mi congregación se debatiera sobre este
tema. No soy yo quien está dando fuerza a los enemigos de la renovación de la
doctrina católica sobre la la familia. No ha habido una verdadera reflexión sin
prejuicios antes del Sínodo porque quien ha intentado promoverla ha chocado con
la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Usted
denunció que dentro de este dicasterio donde trabajaba se encontraba lo más
rancio dentro de la Iglesia.
Yo he vivido dentro de la congregación un ambiente
hostil y enemigo al Papa Francisco. Se busca sabotear al Santo Padre. Desde la
congregación han intentado que el Sínodo fracase en su apuesta por una apertura
de diálogo y debate propuesta por el Papa Francisco.
¿Entonces
el Sínodo no cambiará nada sustancial?
No, porque no ha sido preparado como quería el Papa
Francisco, con una verdadera discusión transparente sin renunciar a un discurso
interdisciplinar. Seguimos rechazando tratados de psicología, de ciencia y así
sólo estamos ignorando muchas realidades que hoy no son teorías, forman parte
de la humanidad. La Iglesia continúa viviendo todo esto como si fuera el
resultado de una ideología impuesta por un lobby, aunque yo no conozco ningún
lobby homosexual en el Vaticano.
¿Cree
que después de usted habrá más salidas del armario dentro del Vaticano?
Me gustaría que mi gesto pudiera llevar un poco más
de libertad a personas que tienen miedo y vergüenza de su propia sexualidad
porque lo ven como algo sucio. Hay muchas personas que están obligadas a estar
toda la vida en un armario.
Hace
unos días usted publicó un artículo en una revista polaca pidiendo una serie de
cambios dentro de la Iglesia con respecto a los homosexuales. ¿Qué reacción
suscitó?
Hablaba sobre la violencia del lenguaje de la
teología, en especial en el lenguaje homofóbico de la Conferencia Episcopal
polaca, que busca ridiculizar y discriminar. Se abrió una guerra contra mí en
Polonia que me hizo entender que no podía seguir escondiéndome y tenía que
decir: yo también soy gay, y siendo gay soy también un buen cura y teólogo. Fue
la primera vez que salí del armario de manera inconsciente.
Usted
le ha escrito una carta al Papa. ¿Qué le dice?
Le he explicado las razones de mi decisión y le he
pedido que abra la razón y el corazón de los obispos en el Sínodo porque el
Señor no ha hecho a nadie, a ningún humano, defectuoso.
Por
SORAYA MELGUIZO/El Mundo
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