LA DONA DE ORO ES LA ÚLTIMA EXCENTRICIDAD CULINARIA DE NUEVA YORK, 100 DÓLARES UNIDAD
NUEVA YORK (16 Enero 2016).- Primero llegó la fiebre
por los "cupcakes", luego nos presentaron una mezcla entre cruasán y
dónut bautizada como "cronut", y ahora, la última moda culinaria es
una rosquilla bañada en oro y champán por el módico precio de 100 dólares la
unidad.
Cuando el chef Bjorn DelaCruz, del restaurante
neoyorquino Manila Social Club, en el distrito de Brooklyn, añadió a su carta
de postres esta exclusiva joya comestible sabía que el invento iba a causar
bastante revuelo.
"La gente dice que esto es solo un truco
publicitario. Yo me pregunto si es que los que critican nunca han querido
regalar algo especial a nadie", defiende el chef filipino, de 32 años, en
una entrevista con la revista Forbes.
Tras darse a conocer en el periódico The New York
Times a finales de 2015, DelaCruz presentó su reluciente bollo al blog
culinario "First We Feast". Desde entonces, es una de las sensaciones
de Internet y ha recibido tanto reproches como aplausos por parte de aquellos
que han podido probarlo.
El gurú culinario de la New York Magazine, Adam
Platt, no tardó en admitir que el dónut es "sorprendentemente
delicioso", aunque aseguró que no pagaría los 100 dólares que cuesta la
rosquilla barnizada con champán y repleta de una cremosa mermelada morada en su
interior.
"Reconozco que es un manjar interesante, pero
no mandaría a nadie corriendo a comprar uno de ellos", dijo Platt en su
reseña.
El particular bollo solo está disponible los
viernes, y puede recogerse en el mismo restaurante o pedirlo a domicilio y que
el mismo DelaCruz lo traiga a casa. "Una persona adinerada de Texas nos
pidió que le enviáramos un par de docenas, pero le tuvimos que decir que
no", explica el chef, "el dónut no iba a volar en un avión".
Aun así, el cocinero filipino cuenta que cada semana
agotan las existencias. Y es que más allá de venderlos por unidades, el famoso
panecillo ha recibido tal cantidad de publicidad mediática que entre la
comunidad sibarita de abultada cartera ya hay quien los pide por docenas.
La ventaja de pedirlos de doce en doce, aparte de su
detallado envoltorio, es que hay un pequeño descuento en el precio.
Esta no es la única excentricidad culinaria que
Nueva York ha ofrecido recientemente. Hace un par de años, la panadería
Dominique Ansel Bakery sorprendió a todos con una mezcla entre cruasán y donut:
el "cronut".
La sabrosa y exitosa mezcla, a un precio mucho más
asequible (cinco dólares la unidad), salió de los hornos de esta pastelería del
Soho de Nueva York en 2013 y desde entonces tuvo tal repercusión que se ha
exhibido en algunos de los foros gastronómicos y concursos de repostería más importantes.
Especializada en poner de moda cualquier tipo de
producto, la gastronomía de la Gran Manzana también ha destacado últimamente
por otro tipo de apuestas curiosas como la de WastED, un colectivo de chefs
comprometidos con la idea de reducir los desperdicios de la hostelería.
Así, sirven platos de alta cocina a base de
productos ignorados o desperdiciados por otros restaurantes. Es decir, las
sobras.
El portal web del grupo presume de haber producido
ya 10,000 platos en los que se utilizaron centenares de ingredientes
"feos" que otros restaurantes descartarían, pero siempre "con un
aspecto delicioso".
Lo que está claro es que ya sean dónuts recubiertos
de oro, champán y mermelada o cruasáns con forma de rosquilla, como recuerda el
innovador chef filipino "al principio todos comemos con los ojos".
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