LEONEL: IDEAS DE CARLOS MARX EMPIEZAN A SER REIVINDICADAS POR UN PENSAMIENTO DIVERSO
SANTO DOMINGO, República Dominicana (29 Febrero 2016).- En un artículo publicado en la edición de este lunes en el Listín Diario, en su columna Observatorio Global, titulado "En la tumba de Carlos Marx", el expresidente Leonel Fernández señala que las ideas del destacado filósofo francés "empiezan a ser reivindicadas por un pensamiento diverso y renovado".
Alternativasnoticias.com deja íntegro a sus lectores el escrito de Fernández.
Por la preeminencia ideológica, política e
intelectual que sostenía a escala mundial durante mis años de formación,
siempre contemplé la idea de algún día visitar la tumba de uno de los más
influyentes pensadores de todos los tiempos: Carlos Marx.
Así pude hacerlo, al girar una visita recientemente,
junto a un grupo de amigos, al cementerio de Highgate, al norte de Londres,
Inglaterra, donde se encuentran sus restos mortales.
El día de nuestra visita, un viento helado circulaba
en el entorno. Una luz opaca, como entre neblinas, se filtraba en el lugar; y
un aire de solemnidad, de respeto y de decoro reinaba en el ambiente.
Entre los ilustres personajes, cuyos restos allí se
encuentran, figuran, entre otros, el destacado filósofo, antropólogo y
sociólogo, Herbert Spencer; el físico, Michael Faraday; los padres y hermanos
del gran novelista inglés, Charles Dickens; el historiador Eric Hobsbawm; y el
sociólogo Ralph Miliband.
Pero entre todos los mortales allí sepultados, el
que más atrae la atención de los visitantes, el que más curiosidad suscita y el
que mayores comentarios provoca es, sin lugar a dudas, Carlos Marx.
El
pensador
Marx, conocido como un destacado filósofo alemán,
economista, sociólogo, periodista y activista revolucionario, nació en Prusia,
actualmente Alemania, el 5 de mayo de 1818.
En 1835, a los 17 años de edad, se matriculó en la
Universidad de Bonn, para estudiar filosofía y literatura. Su padre, un
prestigioso abogado, de origen judío, insistió, sin embargo, que estudiase
Derecho.
Por tales motivos, al año siguiente, en 1836,
ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Berlín. De inmediato, sin
embargo, se fascinó con la filosofía. Se interesó por las ideas del filósofo
alemán, Friedrich Hegel, cuyas opiniones eran ampliamente debatidas en los
círculos intelectuales de la época.
Se incorporó a un grupo de pensadores radicales,
conocidos como jóvenes hegelianos, los cuales, a pesar de ser muy críticos con
lo que consideraban eran las premisas metafísicas de Hegel, adoptaban, sin
embargo, su método dialéctico.
Ese método dialéctico les sirvió para criticar,
desde una perspectiva de izquierda, la economía, la política y el orden social
establecido de aquellos tiempos.
En 1841, a los 23 años de edad, escribió su tesis
doctoral: La Diferencia sobre la Filosofía de la Naturaleza entre Demócrito y
Epicuro. Al año siguiente, se trasladó a Colonia, Alemania; y luego a París,
donde siguió una carrera como periodista de medios radicales, que lo condujeron
a la expulsión de esos lugares.
En el desarrollo de su pensamiento revolucionario,
se apoyó en el estudio de la economía política inglesa, especialmente de los
textos de Adam Smith y David Ricardo; del socialismo utópico francés, de Saint
Simon, Proudhon y Charles Fourier; y la filosofía clásica alemana de Kant,
Fichte, Schelling y Hegel.
Esos factores constituyen los pilares fundamentales
en los cuales se fundamenta la teoría marxista, que procura una interpretación
materialista de la historia, una crítica del sistema capitalista y una
promoción de la clase trabajadora, o proletariado, como núcleo de vanguardia en
la creación del socialismo.
Desde 1844, cuando en la República Dominicana se
proclamaba la independencia nacional, Carlos Marx cultivó una estrecha amistad,
que perduró hasta el final de sus días, con otro notable filósofo, economista y
sociólogo alemán: Federico Engels.
Juntos escribieron varios textos de importancia,
como el Manifiesto Comunista, publicado en febrero de 1848, considerado uno de
los textos más importantes en la historia del pensamiento político.
Ese documento, en inolvidable lenguaje poético,
correspondiente al romanticismo alemán de la época, empezaba por señalar: “Un
fantasma recorre a Europa: el fantasma del comunismo”.
Luego, en forma de síntesis, exponía toda una visión
del materialismo histórico, al señalar: “La historia de todas las sociedades
hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases.”
En su trayectoria intelectual, Carlos Marx escribió,
entre otros textos, La Lucha de Clases en Francia, el 18 Brumario de Luis
Bonaparte, Contribución a la Crítica de la Economía Política y El Capital, en
tres volúmenes.
El
legado
A pesar de reconocer que el capitalismo ha
constituido en la historia una fuerza revolucionaria, Carlos Marx llegó a
sostener que como consecuencia del desarrollo de sus fuerzas productivas, en
algún momento desaparecería como sistema, siendo sustituido por el socialismo.
En la
realidad de los hechos, el socialismo no se estableció, en principio, en un
país con alto desarrollo de sus fuerzas productivas. No ocurrió así en Rusia,
con el triunfo de la Revolución bolchevique en 1917; ni con los países de
Europa oriental, al término de la Segunda Guerra Mundial; ni con la Revolución
china; ni con ninguna de las revoluciones que durante la segunda mitad del
siglo XX tuvieron lugar en varios países de África, Asia y América Latina.
Todo eso trajo como resultado que con la caída del
Muro de Berlín, el desplome de las denominadas democracias populares de Europa
oriental y el colapso de la Unión Soviética, el marxismo, como teoría, cayera
en una especie de desprestigio.
Pero hoy comprendemos que el marxismo constituye
todo un universo de múltiples corrientes de análisis y reflexión. Además del
marxismo clásico, existen las diversas escuelas del marxismo occidental, esto
es, el marxismo francés, el italiano, el austríaco, el alemán, el británico, y
de cuántas variedades nacionales resultan imaginables.
Además, hay un neo-marxismo, una nueva izquierda,
una escuela crítica de Frankfurt, y otras modalidades de pensamiento
estructuralista, modernista y post-modernista, con raíces inicialmente
marxistas.
Pero dentro de corrientes de pensamiento
originalmente no marxistas, ha ido surgiendo el concepto de que el capitalismo,
tal como lo proclamó Marx, no es inmutable, sino que va experimentando contínuas
transformaciones que podrían llevarlo a su extinción.
Entre esos pensadores se encuentra, en primer
término, Daniel Bell, el célebre investigador de la Universidad de Harvard,
quien desde los años sesenta y setenta venía elaborando el concepto de sociedad
post-industrial, en la que el sector servicios genera mayor riqueza que el de
la manufactura.
Posteriormente, distintos investigadores trabajan en
la elaboración de los conceptos de post-fordismo, para referirse a una etapa
superior de producción al de líneas de ensamblaje en la producción de
vehículos, aplicado por Henry Ford, en las primeras décadas del siglo XX; de
sociedad de la información; de economía del conocimiento; de modernidad tardía;
y de modernidad líquida.
Peter Drucker, el gran maestro de los estudios de
gerencia, ha escrito ampliamente sobre la sociedad post-capitalista. Manuel
Castells, el reconocido sociólogo catalán caracteriza la época actual como una
sociedad de redes, a partir del impacto de la Revolución digital; y Jeremy
Rifkin, en su último libro, La Sociedad de Coste Marginal Cero, llega a la
conclusión de que debido a su espectacular desarrollo, el capitalismo será
reemplazado por nuevas formas de relaciones sociales.
A pesar del estrepitoso hundimiento del modelo
socialista, a fines de los años ochenta, a casi doscientos años del natalicio
de Carlos Marx, sus ideas empiezan a ser reivindicadas por un pensamiento
diverso y renovado que ve en el progreso y no en el atraso, como él lo
concibió, el proceso paulatino de extinción del sistema capitalista.
Marx fue enterrado en la parte oriental del
cementerio de Highgate, luego de 64 años de existencia. Al hundirse su cuerpo
en la tierra, Federico Engels, su amigo entrañable, pronunció estas palabras:
“El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde
dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días. Apenas le dejamos unos
minutos solo, y cuando volvimos, le encontramos dormido suavemente en su
sillón, pero para siempre”.
Al visitar la tumba de Carlos Marx, para rendir
tributo a su genio creativo, a su admirable labor intelectual y a su devoción
por los oprimidos, satisfice una aspiración, largamente contemplada.
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