AI DENUNCIA “VIOLENCIA INSTITUCIONAL” CONTRA LAS MUJERES EN AMÉRICA LATINA
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MIAMI (7 Marzo 2016).- Los Gobiernos de América Latina y el Caribe
no solo fracasan en prevenir y erradicar la violencia de género, sino que
propician una “violencia institucional” contra las mujeres, denunció hoy
Amnistía Internacional.
Según un informe publicado hoy por la sección
americana de Amnistía Internacional (AI), la violencia contra la mujer no va a
desaparecer en América Latina y el Caribe si no cambian las leyes y las
políticas y prácticas públicas discriminatorias en el campo de la salud sexual
y reproductiva.
En el estudio titulado “El Estado como catalizador
de la violencia contra las mujeres” AI expone cómo la regulación de la
sexualidad y la reproducción femeninas, sobre todo a través de la penalización
del aborto, evidencia de la manera más clara “los estereotipos y sesgos por
género” y sirve para imponer a las mujeres de la región las ideas dominantes
sobre su papel en la sociedad.
“Esas normas -dice el informe- no solo violan varios
derechos humanos, también generan violencia contra las mujeres y constituyen
tortura u otros tratos crueles, inhumanos y degradantes”.
El informe tiene siete protagonistas, Rosaura de
República Dominicana, Tania de Chile, Teodora de El Salvador, Mónica de
Argentina, Michelle de México, Mainumby de Paraguay y Esperanza de Perú, y
también trata el caso de Uruguay, donde el aborto está despenalizado, pero el
ejercicio de ese derecho se ve limitado por la objeción de conciencia y algunas
normas judiciales.
La penalización del aborto, que en algunos países de
la región sigue siendo un “delito” en todos los casos y en la mayoría está
prohibido salvo en muy limitadas circunstancias, es un tema dominante en el
informe.
Pero también trata de las esterilizaciones a la
fuerza, de la mala atención sanitaria y del limitado acceso a la justicia y a
la reparación por atropellos que tienen la mayoría de las mujeres.
El caso de Mainumby, una niña de 10 años que quedó
embarazada a causa de una violación, supuestamente de un familiar, y fue
obligada a dar a luz en Paraguay, tuvo gran repercusión internacional. También
el caso de la salvadoreña Teodora es dramático.
Aunque alegó que se trató de un aborto natural fue
condenada a 30 años de cárcel por abortar y está en prisión desde 2007.
Esperanza, de Perú, estaba embarazada en 1998 cuando le practicaron una
ligadura de trompas que no había pedido y como consecuencia de ello perdió al
hijo que esperaba.
La mexicana Michelle descubrió cuando estaba
embarazada de su segundo hijo que era portadora del virus del Sida y fue
sometida también a una esterilización forzosa, además de sufrir malos tratos en
el hospital cuando dio a luz por ser HIV positiva.
Tania quedó embarazada cuando estaba a punto de
iniciar un tratamiento contra el cáncer y para no poner en riesgo su vida se
sometió a un aborto clandestino en Chile hace 30 años.
A Rosaura, dominicana, le diagnosticaron leucemia
cuando tenía 16 años. Al enterarse de que estaba embarazada, los médicos
retrasaron el inicio del tratamiento para que el feto no sufriera daños. Un mes
después de haberlo iniciado sufrió un aborto natural y murió.
La argentina Mónica sufrió un accidente cerebro
vascular después de haber sido obligada a seguir con un embarazo que implicaba
riesgos para su salud y hoy tiene notorias secuelas.
“Incuestionablemente la discriminación hacia la
mujer es la raíz de la violencia, tortura y otros malos tratos y violaciones de
los derechos humanos documentados en este informe”, dice AI.
El informe destaca algunos tristes récords de
América Latina y el Caribe en materia de salud sexual y reproductiva- más de la
mitad de los embarazos no son planeados, un porcentaje que se mantiene
invariable desde 1985, y según estimaciones es la región del mundo con un mayor
porcentaje de abortos inseguros.
En el capítulo de recomendaciones destaca la
necesidad de que ocuparse en las niñas y adolescentes que “son particularmente
vulnerables debido a sus capacidades físicas y emocionales están aun en
desarrollo”.
La recomendación obedece a la “grave preocupación”
de AI por las “crecientes tasas de embarazo adolescente en la región, así como
al patrón emergente y alarmante de obligar a las niñas, incluso las de menos de
14 años, a seguir adelante con su embarazo y dar a luz”.
Al inicio del informe AI hace mención al riesgo que
el brote de zika en la región plantea para las mujeres por la supuesta conexión
entre ese virus y la microcefalia en recién nacidos y se refiere al hecho de
que en algunos países las autoridades hayan pedido a las mujeres que no se
queden embarazadas por un tiempo.
“No solo es absurdo, es insultante en una región en
la que más de la mitad de los embarazos no son deseados o no fueron planeados,
donde los índices de violencia sexual son extremadamente altos, la demanda de
contraceptivos sobrepasa con creces la disponibilidad de esos productos y las
pautas culturales siguen ensalzando el papel de las mujeres como madres”.
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