EL ABOGADO QUE PAGÓ US$7.0 MILLONES POR EL CONCIERTO DE LOS ROLLING STONES EN LA HABANA
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Gregory Elias terminó de hacer su proposición, hizo
una pausa y esperó escuchar el bip-bip-bip que señalaría que la persona en el
otro extremo de la línea telefónica —Jayne Smyth, gerente de los Rolling Stones
—había colgado tras darse cuenta de que él estaba loco. En el mejor de los
casos, pensó, recibiría una respuesta a grito pelado que le revelaría qué parte
de su propuesta era la más insensata: que los Rolling Stones dieran un
concierto en Cuba (donde no hace tanto escuchar música rock era una ofensa castigada
con la cárcel) o que lo hicieran gratis.
Una espera de 50 años ha terminado para los
fanáticos del rock en Cuba, especialmente de la legendaria banda The Rolling
Stones. Miles de fanáticos celebran su entrada a la Ciudad Deportiva de La
Habana para ver el histórico concierto.
En lugar de eso, hubo una larga pausa. “Bueno, esta
es ciertamente una propuesta única”, respondió finalmente Smyth. “Déjeme
llamarle en otro momento”.
Esa conversación del 13 de noviembre pasado,
aparentemente poco propicia y ligeramente extraña, resultó ser el comienzo de
una complicada negociación transatlántica que acabaría llevando al grupo de
rock más venerable (y más rico) del mundo a La Habana comunista la semana
pasada para un concierto gratis que atrajo, según algunos cálculos, a medio
millón de aficionados.
Elias, adinerado abogado corporativo de Curazao que
financió el concierto por medio de su fideicomiso con fines caritativos,
todavía no puede creer que su llamada a los Rolling Stones funcionara. “Es
decir, ¿quién soy yo, por Dios?” dijo el martes, recordando la conversación.
“Yo no esperaba que ella me llamara de nuevo. Pero 24 horas más tarde ella lo
hizo. Y estaban de acuerdo”. Los intentos por llegar a Smyth para que comentara
al respecto fueron infructuosos.
Debido a que el concierto se llevó a cabo la misma
semana que tenía lugar la histórica visita a Cuba del presidente Obama, la
primera por parte de un presidente estadounidense desde 1928, muchos han
supuesto que el momento y preparación de la misma estuvo relacionado de algún
modo. Pero Elias afirma que todo fue una coincidencia provocada por su lectura
de la noticia de que los Rolling Stones empezarían una gira de cinco semanas
por Latinoamérica a principios de febrero.
Su pasión, típica de la generación de postguerra,
por los grandes festivales de música rock como Woodstock, y su conocimiento de
que funcionarios cubanos estaban ya en búsqueda de intercambios culturales para
abrir la isla, dieron a Elias la idea de contactar a los Rolling Stones. Y
Elias tenía algunas conexiones a través de un festival anual de jazz de Curazao
financiado por su festival que ha incluido invitados tales como Stevie Wonder y
Alicia Keys.
Pero hasta que Smyth no lo llamó de vuelta, 24 horas
después de su primer contacto, para decirle que el grupo quería hacerlo, Elias
no tenía la menor idea de lo compleja que sería su tarea. “Cuando los muchachos
— así los llamó la señora Smyth —cuando los muchachos salen de gira, lo que
ellos organizan es algo completamente de otro mundo”, dijo. “Es lo mejor, y
tiene que ser mejor que todo lo demás. El equipo de producción tuvo que empezar
a pensar cómo hacerlo posible”.
La devastada economía de Cuba apenas puede conseguir
los productos más básicos, mucho menos todos los equipos electrónicos y las
bagatelas necesarias para producir el circo tecnológico que es un concierto de
rock moderno. Prácticamente todo, desde las torres de luces hasta las botellas
de agua, tuvo que ser conseguido en otra parte y traído por vía aérea.
Los mismos Rolling Stones acordaron hacer el
concierto gratis, pero todos esos suministros tuvieron que ser pagados. La
revista Rolling Stone reportó que poner el concierto en escena costó $7
millones. Elias no quiso hablar de los detalles financieros — “Por favor,
ahórrense las preguntas indecentes” dijo en una voz severa antes de echarse a
reír — pero admitió que “no fue barato” lo que tuvo que pagar su fundación,
Fundashon Bon Intenshon. (Algunas de las cuentas podrían ser pagadas por la
venta de la grabación en DVD del concierto, el cual se venderá próximamente.)
En comparación con el lado financiero del concierto,
dijo Elías, las negociaciones políticas fueron fáciles, aunque tomaron mucho
tiempo. Funcionarios del gobierno de Curazao lo ayudaron a ultimar los detalles
con los ministros cubanos de Cultura, Finanzas y Economía. Ricardo Cabrisas
Ruiz, vicepresidente del consejo de ministros de Cuba, estuvo también
involucrado en las negociaciones, pero no Raúl Castro, hasta donde sabía Elias.
Los problemas que se presentaron, dijo Elías, fueron
menos ideológicos que generacionales. “Recuerdo un señor de edad —no voy a
mencionar su nombre —que, cuando empezaron las negociaciones a nivel
gubernamental, dijo: “Los Rolling qué?”, afirmó Elias. “El no tenía idea de lo
que estábamos hablando ni a quién nos estábamos refiriendo”.
No parece demasiado evidente por qué una fundación
caritativa de Curazao o su abogado benefactor gastaría tanto tiempo y dinero en
un concierto gratis para los cubanos, pero Elias dijo que el concierto no tenía
motivaciones políticas ni económicas ocultas. “Yo nunca he hecho negocios aquí
antes”, dijo. “Nunca. Yo vine de visita en la década de 1990, pero eso fue
todo, sólo estuve de visita”.
La única agenda que él tuvo, dijo Elías, fue hacer
algo bueno por el pueblo cubano, que no la ha pasado muy bien durante las
últimas décadas.
“Si lo consideramos desde un punto de vista
occidental, mirando de afuera hacia adentro, el pueblo de Cuba se pierde
mucho”, observó. “Pensé que podría ser bueno acercárnosles con música. La
música no crea envidia ni animosidad, sólo crea amor y comprensión”.
Por
GLEN GARVIN /El Nuevo Herald
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