GLENDALE, Arizona (20 Marzo 2016).- Julio César Urías acababa
completar su rutina diaria en la pretemporada cuando un reportero de un diario
estadounidense se le acercó para pedirle una entrevista. Confundido, el zurdo
mexicano de 19 años miró a su alrededor en busca de ayuda.
Después de varias vueltas en el camerino, los
Dodgers encontraron a Jaime Jarrín, el ecuatoriano miembro del Salón de la Fama
que transmite los juegos del equipo, para que se encargara de las tareas de
traductor.
"La verdad que sí, es un poco incómodo",
dijo Urías a The Associated Press sobre interactuar con la prensa anglosajona.
"No te puedes expresar igual como lo haces con un latino".
Estas situaciones son habituales en los camerinos de
las Grandes Ligas, y más durante los entrenamientos primaverales, donde jóvenes
peloteros procedentes de Latinoamérica apenas están adaptándose a un entorno
distinto en Estados Unidos. Y sufren con su incipiente inglés.
Con eso en mente, y por primera vez, el béisbol de
Grandes Ligas conminó a sus 30 equipos a contratar a traductores que estarán
dedicados a tiempo completo a sus jugadores latinoamericanos.
Hace mucho tiempo que los equipos empezaron a
emplear a traductores particulares para sus importados de Japón y Corea del
Sur. Pero muy rara vez tenían a alguien dentro de su personal para que sirviera
con ese propósito para las docenas de jugadores procedentes principalmente de
República Dominicana, Venezuela, Cuba, México y Puerto Rico. La solución fue
improvisar con jugadores veteranos, coaches o alguien como Jarrín a la hora de
lidiar con los pedidos de entrevistas.
Ya no será así.
Con los jefes de prensa o gerentes de los equipos
como jefes, el empleador bilingüe deberá estar disponible durante todo el año
para las entrevistas antes y después de los juegos, incluyendo las giras, de
acuerdo con el memorándum que MLB (las siglas en inglés de Grandes Ligas) y el
sindicato de peloteros envió a todos los equipos antes de la pretemporada.
La
iniciativa será subsidiada con el dinero que se grava a los equipos cuando se
exceden del límite de los bonos que se ofrecen en las contrataciones fuera de
Estados Unidos.
El monto disponible para cada club para cubrir los nuevos
puestos en 2016 será de 65.000 dólares.
"Me parece espectacular, un cambio que es
bienvenido", dijo el jardinero de los Rockies Carlos González. "Yo
estuve bendecido, porque aprendí rápido, al año, pero no es fácil para todo el
mundo".
Rumbo a su novena campaña en las mayores, el
toletero venezolano de 30 años fue uno de esos veteranos que usualmente tenía
que salir al auxilio de sus compañeros a la hora de las entrevistas. Ha quedado
eximido de esos deberes.
"¡Yo era el traductor de los Rockies!",
bromeó González. "¡Y no me pagaban nada!".
Terry Ryan, el gerente general de los Mellizos de
Minnesota, elogió la nueva iniciativa.
"Ese ha sido una de las cosas que más he
lamentado: no aprendí el español. Eso está mal", dijo Ryan.
¿Cuán difícil es para un jugador latinoamericano
lidiar con un idioma distinto?
Está el ejemplo de Yordano Ventura, el derecho de 24
años que ha lanzado en un par de juegos para los Reales de Kansas City en las
últimas dos Series Mundiales.
Como abridor en la postemporada, Ventura tenía que
comparecer ante las cámaras en ruedas de prensa transmitidas en vivo. El
dominicano contaba con una gama cambiante de traductores, incluyendo al coach
de receptores Pedro Grifol, el infielder Christian Colon y Jeremy Guthrie, un pitcher
nacido en Roseburg, Oregon, y que aprendió español cuando pasó dos años en
España como misionero mormón.
El nuevo programa de traductores prohíbe a los
equipos contratar a coaches o los preparadores para llenar las plazas.
Ventura recordó su experiencia en el Juego de
Futuras Estrellas de 2012 en Kansas City, muy similar a lo que Urías lidió en
el camerino de los Dodgers en 2016.
"No había nadie que me ayudara hasta que salió
un reportero", dijo Ventura. "Sabía unas cuantas palabras básicas,
fue algo muy frustrante, complicado. Uno quiere responder de la mejor
manera".
En contraste, los jugadores de Japón y otros países
asiáticos suelen tener traductores particulares como parte de sus contratos.
Cuando Ichiro Suzuki, Masahiro Tanaka e Hiroki Kuroda formaron parte de los
Yankees de Nueva York en la campaña de 2014, los tres japoneses tenían un
traductor para cada uno.
Pero los latinoamericanos, que en su inmensa mayoría
firman su primer contrato como adolescentes en su país natal, tienen a las
academias de béisbol como su único recurso para aprender inglés.
José Quintana, pitcher abridor de los Medias Blancas
de Chicago, evocó sus aprietos con la barrera del idioma tras irse de Colombia
a los 17 años de edad. Tomar clases al mismo tiempo que se trata de abrirse
paso en la carrera como pelotero es un duro desafío.
"Sabía acaso lo básico que aprendí en el
colegio. Llegar aquí fue difícil, no sabía pedir la comida", recordó el
zurdo de 27 años su experiencia en las ligas menores. "Cuando pedía la
comida y quería menos, me daban mucho más. Así que comía lo mismo para no tener
que dar muchas instrucciones".
"Lo de los traductores es algo muy bueno que se
está haciendo. En mi caso, al comenzar, nada más teníamos las clases y no era
suficiente", añadió. "Fue un proceso de varios años para dominar el
inglés. Ya concedo entrevistas en inglés, en algunas ocasiones puedo hacerlo yo
mismo. Es bastante satisfactorio. Le he puesto empeño y sigo tratando
mejorar".
Al ser contactos por AP sobre el avance de las
contrataciones de los traductores, muchos clubes respondieron que aún se
encontraban en el proceso de entrevistar a candidatos y que tenían previsto
tener a alguien en la función antes del inicio de la campaña en abril. Equipos
como los Yanquis, los Medias Blancas y los Medias Rojas de Boston ya tenían a
alguien cumpliendo las tareas.
González cree que disponer del traductor todo el
tiempo no debe ser excusa para no aprender inglés: "Ahora que no flojeen
para estar dependiendo de ellos para siempre".
Para Urías, conceder entrevistas en inglés es un
asunto de tenerse confianza de lo que uno es capaz.
"Este es mi cuarto año acá en Estados Unidos y
he aprendido mucho", dijo Urías. "Ya con los compañeros, sí lo hablo
y lo entiendo todo, pero con una entrevista no me atrevo todavía a darlas en
inglés. Sé lo que tengo que responder, pero no me atrevo todavía".
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