OBAMA PROMETIÓ CERRAR CENTRO DETENCIÓN; EL FUTURO DE LA BASE DE GUANTÁNAMO EN CUBA
GUANTÁNAMO, Cuba (15 Diciembre 2016) - Mientras los
periodistas recorrían un oscuro pasillo del centro de detención de la bahía de
Guantánamo, un detenido mostró un cartel pintado a mano a través del cristal de
su celda: un signo de interrogación blanco en un fondo azul, con el punto con
forma de candado.
El prisionero tiene razones para tener dudas.
El presidente Barack Obama prometió cerrar el centro
de detención en Cuba tras llegar a la Casa Blanca, pero a medida que agota su
mandato parece cada vez más claro que esto no ocurrirá. Más de la mitad de los
hombres que siguen retenidos allí no tienen fecha para su libertad y el
Congreso prohibió el traslado de los reos a Estados Unidos bajo ningún motivo.
El futuro de las instalaciones pasará por el presidente electo, Donald Trump,
quien ha manifestado que prefiere mantenerlas abiertas e incluso
"llenarlas de algunos chicos malos".
Esto pone al ejército en una posición incómoda.
"En este momento, seguiremos haciendo nuestro
trabajo respaldando al presidente en sus esfuerzos para cerrar el centro de
detención", dijo el vocero de la prisión, el capitán de la Marina John
Filostrat.
Pero oficiales de la base reconocen también que
tienen celdas vacías y que podrían expandirse si el nuevo gobierno así lo
desea.
"Estamos preparado para continuar las
operaciones de detención de la misma forma profesional que lo hacemos
hoy", dijo el comandante del centro, el contraalmirante Peter Clarke, a
periodistas al final de la reciente visita.
Estados Unidos abrió Guantánamo para detener a insurgentes
sospechosos de estar vinculados a Al Qaeda y los talibanes tras los ataques
terroristas del 11 de septiembre de 2001. La mayoría de ellos nunca fueron
acusados de delito alguno, y la detención indefinida, combinada con los malos
tratos a los reos en los primeros momentos, generaron críticas en todo el
mundo. A principios de mes, Obama dijo que era una "mancha en nuestro
honor nacional".
En la actualidad, en Guantánamo hay 59 prisioneros,
desde los 242 que acogía cuando Obama asumió el poder y muy lejos de su punto
más álgido, con casi 680, en julio de 2003. De los que siguen en el centro, 22
tiene permisos para salir en libertad y se espera que otros serán trasladados
en las últimas semanas del gobierno actual. El Congreso prohibió trasladarlos a
instalaciones en Estados Unidos bajo ningún concepto, incluyendo un juicio, por
lo tanto, están atrapados en la base.
El ejército juntó a los prisioneros en dos unidades
y no sustituyó a los casi 300 soldados que dejaron Cuba recientemente. Grandes
partes del centro de detención están ahora vacías en medio de las colinas del
sureste de la Isla.
Pero también hay signos de que el centro no cerrará
sus puertas pronto. El ejército está construyendo una clínica médica -con un
costo de $8.4 millones- dentro de una unidad de la prisión vaciada
recientemente para evitar tener que llevar a los reos a la otra que hay en la
base. El gobierno construye también un comedor de $12.4 millones para los
soldados que trabajan en la prisión y está buscando fondos para mejorar los
alojamientos.
Y los tribunales militares para siete detenidos que
han sido acusados de crímenes de guerra, incluidos cinco hombres acusados de
planear y colaborar en el ataque del 11-S, se han demorado en las fases previas
al juicio durante años y todavía no tienen fecha.
Quince detenidos de "alto valor",
incluyendo los acusados por el 11-S, están retenidos en el Campo 7, una unidad
de máxima seguridad que el ejército no muestra a periodistas. Incluso su
localización exacta en la base es información clasificada.
Los demás reos están ahora en el Campo 6, una
instalación de cristal y concreto donde viven en cámaras comunitarias
climatizadas y pueden entrar y salir libremente de sus celdas durante 22 horas
al día. Los hombres comen y rezan juntos, juegan al futbol, asisten a clases de
arte e idiomas y tienen acceso a películas y televisión por satélite, algo que
según los funcionarios les permitió seguir de cerca las elecciones
presidenciales de Estados Unidos.
Entre esos hombres está Khalid Qasim, a quien su
abogada identificó como el hombre del cartel con el signo de interrogación. Una
junta de revisión determinó en 2015 que había entrenado con Al Qaeda en
Afganistán y que no debería quedar en libertad, aunque Estados Unidos no tiene
intención de procesar a este yemení de 39 años.
"Sus más de 14 años detenido, sin cargos ni
juicio, son una afrenta a los valores de Estados Unidos", sostiene su
abogada, Shelby Sullivan-Bennis, del grupo de derechos humanos Reprieve.
"Todo lo que Khalid quiere es reunirse con su familia y reconstruir su
vida. Obama debe concederle urgentemente la libertad, antes de que sea
demasiado tarde".
Sullivan-Bennis dice que siempre que lo visita, su
cliente le pregunta por qué sigue allí o por qué no puede tener un juicio y
agrega que ha decidido expresar su "kafkiana situación" a través de
su arte.
El comandante de la prisión dice que no puede decir
qué ocurrirá con Qasim ni con los otros prisioneros.
"Los detenidos tienen dudas sobre si los
traslados se van a frenear cuando el nuevo presidente asuma e poder el 20 de
enero", señaló Clarke. "Nosotros no lo sabemos, ellos no lo saben.
Sus abgados pueden especular, pero nadie lo sabe".
No hay comentarios.: