DONALD TRUMP LLEGARÁ A LA CASA BLANCA SIN DAR PISTAS DE SUS PLANES PARA AMÉRICA LATINA
WASHINGTON (18 Enero 2017).- El millonario Donald
Trump será investido el viernes como nuevo presidente de Estados Unidos, sin
haber delineado un plan coherente de las relaciones de Washington con América
Latina, en una situación que sume en la incertidumbre a toda la región.
Durante toda su campaña electoral y en declaraciones
posteriores a su victoria, Trump apenas sugirió que podría revertir lo avanzado
hasta ahora en el reacomodo con Cuba e insistió en la construcción de un muro
en la frontera con México para impedir la entrada de inmigrantes.
También criticó los acuerdos comerciales de que
Estados Unidos ha suscrito y prometió renegociarlos, en una amenaza que en
principio afecta directamente a México, con quien está unido -junto a Canadá-
en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Como en otros aspectos de su plataforma de gobierno,
el nuevo presidente no esbozó una estrategia general o una doctrina que pueda
guiar las relaciones de Washington con el resto del continente, ni adelantó
planes para alianzas en que pueda estar especialmente interesado.
Para el politólogo y asesor legislativo Marc Hanson,
el análisis de posibles escenarios de las relaciones entre Trump y América
Latina es fácil de resumir: "nadie tiene ninguna idea de que podemos
esperar", dijo a la AFP.
Contradicciones
De acuerdo con Hanson, es significativo que Rex
Tillerson, nominado por Trump para ser secretario de Estado, pasó una agotadora
jornada respondiendo a preguntas ante una comisión del Senado sin hacer
cualquier mención a América Latina, más allá de comentarios genéricos sobre
Cuba.
Pero aún con relación a Cuba, añadió Hanson, hay
contradicciones internas en el equipo que rodea al presidente.
El equipo de la transición al nuevo gobierno en el
Departamento del Tesoro, apuntó, incluye "el mayor lobby de Washington en
favor de mantener el embargo a Cuba", pero Tillerson es contrario a la
aplicación de sanciones a países porque las considera un obstáculo para las
empresas estadounidenses.
Trump "es tan confuso, tiene un temperamento
tan explosivo y tiene una capacidad de concentración tan corta, que puedo ver
como se disipará el liderazgo de Estados Unidos en la región, al punto de ser
inexistente", dijo Hanson a AFP.
En la opinión de Hanson el "instinto" de
Trump "lo hará ser abusivo: cuando vea países que no pueden defenderse
solos o líderes que enfrentan desafíos, no dudará en intimidarlos. Parece no
saber exactamente en que dirección le gustaría que la región avance".
En tanto, para el economista Mark Weisbrot, del
Centro de Investigación de Economía y Política (CEPR), la región no debe
esperar grandes cambios en su relación con Washington.
Mover una máquina pesada
De acuerdo con Weisbrot, esto es así no solo porque
Trump no parece tener un plan preparado para esas relaciones, sino porque las
herramientas que operan cambios en política externa forman una máquina enorme y
pesada que tiene sus propios intereses, además de estar ligada a la seguridad
nacional.
"Yo no esperaría algo muy diferente de Trump.
El 'estado de seguridad nacional' es tan poderoso y tan grande que si un
presidente quiere un cambio de política externa realmente tiene que convertirlo
en una prioridad", comentó el experto a AFP.
Por esa razón, apuntó Weisbrot, "mi impresión
es que nada va a cambiar mucho. En 16 años de gobiernos de George W. Bush y de
Barack Obama la relación ha cambiado muy poco o casi nada más allá de la
apertura hacia Cuba. Y aún eso fue menos un cambio de política que un cambio de
estrategia".
Pero si el futuro de las relaciones entre Washington
y América Latina constituye una enorme incertidumbre, el impacto económico
podría ser más fácilmente mensurable.
En su revisión de las expectativas para el desempeño
económico de 2017, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó a la baja su
previsión para México, precisamente por el "factor Trump".
Aún antes de asumir el poder, Trump inició una
frontal ofensiva contra las empresas automotrices estadounidenses (o filiales
de compañías extranjeras, como Toyota) por hacer inversiones en plantas de
ensamblaje en México destinadas al mercado estadounidense.
Para Hanson y Weisbrot, en principio revertir la
marcha de la reaproximación con Cuba o forzar una renegociación de los acuerdos
comerciales estaría dentro de las atribuciones del próximo presidente, pero
resta ver si ello ocurrirá como parte de una visión general del diálogo entre
Estados Unidos y la región.
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