MELBOURNE, Australia (27 Enero 2017).- Ni el mejor partido de su vida le dio a Grigor
Dimitrov para desbordar a un indesmayable Nadal. El español, que salvó dos
cruciales bolas de 'break' con gran valentía estando 3-4 abajo en el quinto
set, desplegó toda su mística y se impuso en una semifinal extraordinaria: 6-3,
5-7, 7-6 (5), 6-7 (4) y 6-4, después de cuatro horas y 56 minutos.
Fue una
nueva demostración de que Nadal ha recobrado la mejor esencia de sí. No había
otro modo de sacar adelante un encuentro de máxima exigencia, ante un jugador
que sólo dio muestras de debilidad en los últimos juegos, una vez frustradas
esas dos pelotas cruciales.
Fue el Rafael Nadal de toda la vida, el héroe
tumbado sobre la pista cuando vio que se escapa el revés de su rival, puño en
alto y bramido marca de la casa de inmediato. El partido queda desde ya en la
memoria más selecta de cualquier aficionado, como aquella semifinal ante
Verdasco en este mismo escenario en 2009, resuelta también en cinco sets,
después de cinco horas y 13 minutos, prólogo del que sería su primer título en
Melbourne, precisamente contra Federer.
El gran clásico está de vuelta. Nadal y Federer se
medirán de nuevo el domingo en la final (9:30 horas en Eurosport y DMAX).
El
español jugará su cuarta final en este torneo. El partido que empezó a
esbozarse hace unos días, tras las sucesivas eliminaciones de Djokovic y Murray
y el admirable papel de los dos veteranos jugadores en su regreso a las
canchas, es ya una realidad. Nadal superó las enormes dificultades planteadas
por un valiente Dimitrov, a quien había vencido en este mismo torneo en los
cuartos de hace tres años, y regresa al encuentro definitivo de un 'major' tres
años después de ganar en Roland Garros su noveno título, el decimocuarto del
Grand Slam.
Novena final Nadal vs Federer
Será la novena final
entre Nadal y Federer en un torneo de máxima categoría, la primera desde que se
midieron en París en 2011. La última victoria del helvético, tetracampeón en
Melbourne, data de Wimbledon 2007. Nadal domina por 23-11 en un cara a cara que
tuvo su episodio más reciente en 2015, en Basilea, con triunfo de Federer. La
cita más próxima en un 'grande' remite también a Melbourne, con victoria de
Nadal en tres sets las semifinales de 2014.
A Nadal le bastó un 'break' para
llevarse el primer set ante Dimitrov, quien demostró pronto que no estaba
dispuesto a rendirse con facilidad. Su esperanza pareció desvanecerse con una
doble falta, la que cometió para perder el saque en el séptimo juego del
segundo parcial. Había roto en el cuarto y se encorajinaba en cada punto,
lógicamente ilusionado con la posibilidad de igualar el partido. Como todo
jugador talentoso, tiene períodos de trance, con traducción en el marcador.
Hubo tres 'breaks' consecutivos, pues Nadal volvió a entregar su servicio de
idéntica manera a como lo había hecho el búlgaro y éste, sirviendo para hacerse
con el parcial, fue víctima de la magnífica aplicación en el resto del zurdo.
Parecían demasiados renuncios los de Dimitrov ante un hombre que no se
caracteriza por su indulgencia.
Aún así, 5-4 arriba, fue capaz de crear cuatro
bolas de set al resto. Poco puede reprochársele, salvo en la segunda de ellas,
en la que golpeó la pelota con el marco. Las otras tres murieron por méritos de
Nadal: una derecha ganadora, un saque ganador y un 'ace'. Ahí es nada. La
terquedad de Dimitrov tuvo recompensa. Nadal logró igualar a cinco, pero no
alcanzó el desempate.
El búlgaro creó otras dos bolas de set al resto y
aprovechó la quinta: 5-7, tras ceder Nadal el servicio por tercera vez. Un set
iguales. El pilar estratégico estaba claro, el mismo aplicable a los pocos
jugadores que aún esgrimen el revés a una mano. Se trataba de erosionar a su
rival con bolas altas sobre su golpe más débil. Nadal sólo ha perdido ocho de
los 74 partidos del Grand Slam disputados a lo largo de su carrera con tenistas
de revés a uno mano. El método suele resultar infalible, más aún ejecutado por
un zurdo, pero conviene manejar otras alternativas durante el partido; antes o
después, por previsibilidad, el contrario empieza a adaptarse. Lo entendió
Nadal y supo diversificar la propuesta sin desviarse del guión.
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