EL EX MIEMBRO DE LOS NAVY SEAL KEVIN LACZ: “¡CLARO QUE ME GUSTABA MATAR TERRORISTAS!”
MADRID (5 Febrero 2017).- Kevin Lacz es un verdugo satisfecho. Lo admite sin
rodeos en el libro autobiográfico que acaba de publicar en España, El último
francotirador (Crítica), donde relata su experiencia como miembro de las
fuerzas especiales de los Navy Seal en la batalla de Ramadi de la guerra contra
Irak, en el 2006.
Allí actuó mano a mano con el legendario tirador
Chris Kyle, a quien Clint Eastwood dedicó su película sobre el tema, donde Lack
se interpreta a sí mismo. En esta entrevista, Lacz explica su falta de escrúpulos
hacia el enemigo: “Cuantos más malos matemos, más buenos podrán vivir”, aduce.
También justifica los daños colaterales en ésa y otra guerras. Y defiende las
decisiones y los nombramientos más controvertidos de Donald Trump.
En su libro, usted confiesa su deseo de matar y su
“satisfacción” al disparar a los enemigos, y habla de competencia dentro del
equipo para “apuntarse muertes”. No es fácil de comprender. ¿Cómo lo explica?
Me alisté al ejército en repuesta al 11-S. Quería
vengarme de los ataques terroristas en Manhattan y en el Pentágono. Vi en la
Marina la opción que quería tomar.
Nada menos que con los SEAL (acrónimo de SEa, Air
and Land, Mar, Aire y Tierra)…
Sí. Cuando la gente sabe que te has alistado a los
Seal, lo que ve es a un tipo en buena forma física pero muchas veces olvida lo
que haces realmente. Y lo que desde el 11-S hacen los Seal es matar a
terroristas y proporcionar un entorno seguro para que por ejemplo los iraquíes
y los yemeníes puedan vivir con una cierta protección. Cuando llegué a Irak, la
insurgencia estaba en su punto álgido y las bajas civil, también. Para dar
seguridad hubo que matar terroristas, y eso es lo que hicimos en la operación
de Ramadi.
… Terroristas y por tanto malos, pero seres humanos.
Mucha gente lo ve así. Y lo que hay que entender es
que esas personas son lo peor que la sociedad -o la falta de sociedad- ha
producido hasta ahora. Nuestra misión es eliminarlos, y ¡claro que eso nos da
satisfacción! Porque no merecen el beneficio de la vida. Y sí, hay competición
entre nosotros porque cuantos más malos disparemos más buenos podrán vivir. Al
final se trata de cuántos terroristas podemos liquidar y cuántos civiles
podemos salvar.
Esas personas son lo peor que la sociedad -o la
falta de sociedad- ha producido hasta ahora. Nuestra misión es eliminarlos
Pero, al seguir a su objetivo por el punto de mira,
¿nunca piensa que ese tipo es en cierto modo otro soldado, posiblemente un
padre de familia, y que el mal no es una categoría absoluta?
No, nunca pensé en sus familias, realmente. Porque
cuando uno has visto de cerca ciertas atrocidades, como las de los terroristas
que amarran bombas a mujeres y niños, los hacen caminar hacia zonas pobladas y
entonces los hacen explotar; o las de los escuadrones suicidas que decapitan a
sus víctimas… Ningún hombre de familia hace eso. Alguien así puede tener hijos,
pero no es gente de familia. Y ningún acto humano, como procrear, le redime de
sus barbaridades.
¿Se ha sentido injustamente tratado por gente que seguía
la guerra desde el sillón?
Sí. A eso lo llamamos de hecho ataque de sofá.
Siempre hay gente que encuentra la parte negativa de lo que hacemos, como los
daños colaterales. El ejemplo más reciente de estos daños es el de la hija de
Anwar al-Awlaki (la niña Nawar, de ocho años, cuyo padre era miembro de
Al-Qaeda y ciudadano de EEUU). Ella murió hace unos días en un bombardeo aéreo
-ordenado ya bajo mandato de Trump-, en Yemen. Pero es que cosas así ocurren
inevitablemente. Atacar a la Alemania nazi significó matar a mujeres y niños en
el bombardeo de Dresde. Y en Hiroshima y Nagasaki murieron cientos de miles de
civiles. Los terroristas se esconden entre mujeres y niñas para reducir nuestro
apetito de guerra, pero eso no nos disuade aunque genere críticas y
proporciones munición para atacarnos. En todo caso, siempre que los terroristas
sean el blanco, nuestras acciones para acabar con ellos están justificadas.
Pero las dos invasiones de Irak has tenido
resultados desastrosos. ¿Mereció la pena?
¿Se refiere a la intervención de 1991 o a la de
2003?
A ambas
Porque es que es diferente. La primera terminó con
Sadam Hussein en el poder, lo que llevó a la guerra preventiva del 2003. Yo me
alisté en el 2001 y pensé que me destinarían a Afganistán, pero me llevaron a
Irak. Sin embargo, enseguida me di cuenta de que no importa el país al que
vayas si es un Estado terrorista o que esponsoriza el terrorismo. Mientras
participes activamente en la acción de frenar el mal y no hablamos de ladrones
de tiendas sino de monstruos y asesinos en masa… Siempre hay daños colaterales
y resultados negativos. Pero el mayor desastre de la invasión de 2003 fue la
reducción demasiado rápida de nuestras tropas en 2010. Eso creó un caldo de
cultivo para la aparición de la nueva forma de terrorismo que es el ISIS. Lo
que exacerbó el fracaso en Irak fue la mala gestión de las primaveras árabes en
Libia, Túnez y Siria, donde no se evitó la expansión del terrorismo. Es decir,
que el fracaso en Irak se agravó con la inacción de los últimos años en estos
países, que favoreció el crecimiento del terror.
Sobre los terroristas
Ningún acto humano, como procrear, les redime de sus
barbaridades
Algunas escenas de su libro parecen de película,
incluso de videojuego. Se siguen como si fueran ficción. ¿Tuvo usted alguna vez
sensación de irrealidad cuando lo escribió… o incluso en el momento en que
estaba cazando terroristas?
No. Sobre el terreno, yo llevaba un diario. Pero no
fue hasta que empecé a trabajar para American Sniper (El francotirador, de Clint
Eastwood) que empezamos a escribir el libro. Mi mujer, Linsey, y yo hablamos
mucho de cómo hacerlo y optamos por una especie de novela de no ficción, con
mucho detalle y bastante desarrollo de los personajes. El objetivo era meter al
lector en nuestros zapatos y en el momento de la acción, pero sobre todo en el
marco mental de lo bueno y lo malo que hacíamos. Era todo muy intenso y por eso
lo recuerdo de manera muy vívida.
Visto desde fuera, resulta difícil creer que todo
eso pueda hacerse sin ninguna ayudita. ¿Qué hay de las drogas en la guerra de
Irak?
¿En las fuerzas de la coalición?
Sí.
Nada. Ninguna droga. Sólo latitas de bebidas
energéticas, como Red Bull. Sé que en otras guerras se utilizaron drogas;
anfetaminas, por ejemplo. Pero los seals atraviesan el entrenamiento más
exigente del mundo. Y hay un motivo por el que les dan las misiones más
difíciles y largas. Cuando formas parte del top que es un 1% de los ejércitos
en el mundo, estás compitiendo y no te vas a parar. Es una competición libre de
doping. No puedes drogarte.
Sobre las drogas en el Ejército
Es una competición libre de doping. No puedes
drogarte
Aparte de su amigo y maestro Chris Tyle (apodado La
leyenda por su record de 160 irakíes abatidos y a quien está dedicada la
película de Eastwood), cuáles son sus referentes entre los francotiradores más
temidos de la historia? ¿Alguno irakí?
No conocí a ningún francotirador iraquí. Corrió el
rumor de que ellos utilizaban a un enano al que metían en una maleta, lo
introducían así en una casa, entonces abrían las cremalleras de la maleta, él
salía con su arma y hacía su trabajo de francotirador; lo volvían a encerrar en
la maleta y lo sacaban de allí. Nunca lo pude confirmar, pero a mí me lo
contaron así. En fin. Yo crecí leyendo libros sobre guerra, y el marine Carlos
Hathcock fue el francotirador que más me impresionó. Se le contabilizaron 93
muertes confirmadas, entre ellas la de un general vietnamita. La operación le
llevó creo que tres días en los que permaneció oculto detrás de la hierba alta,
hasta que el general se mostró y lo mató.
¿Qué opina usted de Donald Trump?
Existen grandes expectativas en torno al presidente
Trump, que también tiene muchos detractores. Él ha heredado un montón de
trabajo sin terminar, tanto de Obama como de Bush. Pero todos los americanos
debemos compartir la expectativa de su éxito. Porque, si no lo tiene, América
no será fuerte y los americanos y sus aliados se debilitarán. Los países de la
OTAN nos necesitan tanto como nosotros a ellos. Así que todos debemos desear
que a nuestro presidente le vayan bien las cosas. Sabemos que tiene que superar
muchas dificultades, pero espero que lo haga bien.
Kevin Lacz con
Clint Eastwood
Kevin Lacz con
Clint Eastwood (KEVIN LACZ / archivo personal)
Esta no era una entrevista política y no quería
insistir, pero parece que Trump no quiere saber nada de la OTAN ni de la Unión
Europea; vamos, que no le preocupan los aliados.
Existe un motivo por el que la gente votó a Trump.
Cuando Hillary Clinton era candidata y el FBI la investigó, el votante
americano tuvo buenas razones para creer que América no era tan fuerte como lo
era… Aunque el tema principal era más bien el paro, que es la preocupación
central. En cuanto a la acción exterior, los ciudadanos ven lo que hemos estado
haciendo desde el 11-S. Yo he visto y comprendo lo que ha hecho la OTAN en la
guerra contra el terror. Pero la gente también se da cuenta de que algunos
países de la OTAN no han hecho lo suficiente. Eso frustra a los ciudadanos, y
Trump refleja esa frustración. Creo que él ha empezado a tomar decisiones
acertadas al fichar a personales como James Mattis (secretario de Defensa) y
John Kelly (secretario de Seguridad Nacional); está rodeándose de líderes
militares muy sabios que sabrán educar al resto del Gobierno sobre la
importancia de la OTAN y de la coalición para derrotar al enemigo que afecta
tanto a los Estados Unidos como a Europa. La desventaja con que parten es la
primavera árabe y la crisis de los refugiados que se inició con Obama. Con el
bloqueo de la entrada de musulmanes, Trump no está haciendo otra cosa que
comprar tiempo para poder manejar el asunto de la entrada de inmigrantes
ilegales.
Menos los mexicanos, a los que va a poner un muro,
¿no?
Su plan es ése y creo que tiene mérito. ¿Qué es un
país sin fronteras? No hay que perder de vista los problemas que preocupan a
los americanos. Como los cientos de miles de toneladas de metanfetaminas y las
toneladas de heroína que, al pasar a nuestro país, están contribuyendo a las
55.000 muertes anuales debidas al abuso de las drogas. No se puede culpar a los
americanos de buscar una regulación en la frontera por donde entra todo eso. Es
lo que cualquiera haría para proteger su casa al descubrir una brecha en su
seguridad.
Sobre el muro de Trump
¿Qué es un país sin fronteras?
Por
FERNANDO GARCÍA/Vanguadia.com
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