PEKÍN (23 Febrero 2017).- Yao Ming, el exjugador de
baloncesto que alcanzó la fama mundial como pívot de los Houston Rockets, fue nombrado
este jueves presidente de la federación nacional de básquet de China,
convirtiéndose en la primera persona que ocupa este cargo sin formar parte del
Gobierno.
La Asociación China de Baloncesto (CBA, en inglés)
aprobó este jueves de forma unánime el nombramiento de Yao, que liderará este
organismo y también será su representante legal, una responsabilidad que antes
recaía sobre el secretario general, informaron hoy medios oficiales de
comunicación.
Yao es uno de los iconos del baloncesto chino y su
nombramiento es visto como parte de la estrategia del Ejecutivo para
desarrollar este deporte en el país.
"El baloncesto chino cuenta con un largo y
brillante pasado. Ahora la responsabilidad recae sobre nosotros y yo estoy
firmemente comprometido", destacó Yao, quien desde su retirada en 2011 ha
estado abogando por una reforma del básquet profesional en su país.
El deportista abandonó la cancha tras casi una
década en la NBA y desde entonces se dedica a una intensa carrera política,
empresarial y filantrópica.
Aunque no ostenta cargo oficial en el Gobierno, Yao
forma parte de la Conferencia Consultiva Política, órgano asesor gubernamental
sin poder efectivo pero en el que más de dos mil miembros -muchos nombrados con
carácter honorífico por sus exitosas carreras en áreas de diversa índole-
presentan iniciativas para que sean estudiadas por el Parlamento.
Tras ser nombrado, Yao anunció hoy que venderá su
participación en el club chino que compró en 2009, los Shanghai Sharks, antes
de la próxima temporada.
La estrella del básquet protagonizó una cierta
"rebelión" el año pasado contra la federación china al fundar y
presidir una unión privada de clubes de baloncesto (con 18 de los 20 equipos de
la liga).
Las autoridades respondieron a la decisión de Yao creando
una asociación oficial de equipos en la que el órgano estatal tenía un 30 por
ciento de las acciones, aunque los observadores lo vieron como una cesión a las
presiones de Yao para crear un baloncesto chino más abierto al mercado y los
negocios.
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