WASHINGTON (1 Marzo 2017).- “La antorcha está ahora
en nuestras manos. Y la usaremos para iluminar al mundo. Estoy aquí esta noche
para entregar un mensaje de unidad y fuerza”. Así se ha presentado esta noche
Donald Trump en su primer discurso en el Capitolio, en el que, adoptando por
fin un tono más presidencial, ha proclamado la eclosión de “un nuevo orgullo
nacional” que, a su juicio trae “una oleada de optimismo y coloca los sueños
imposibles firmemente a nuestro alcance”.
Más allá de la arenga patriótica, había expectación
por conocer cómo concretaría sus promesas electorales, que no acaban de cuadrar
desde el punto de vista presupuestario, porque es en el Congreso donde deben
ser aprobadas, pero el nuevo presidente de Estados Unidos no es muy partidario
de entrar en detalles. Su discurso fue la enésima reiteración de su agenda
antiglobalización, sin aclarar cómo va hacer para acabar con la inmigración
ilegal, reconstruir las infraestructuras del país, rearmar al Ejército y bajar
drásticamente los impuestos, y, por supuesto, desmantelar el Obamacare.
Antes que eso, Trump hizo su consabida descripción
de la situación catastrófica que a su juicio vive Estados Unidos en todos los
ámbitos para presentarse como el líder de un nuevo movimiento regeneracionista:
“Estoy pidiendo a todos los ciudadanos que abracen esta Renovación del Espíritu
Americano. Les pido a todos los miembros del Congreso que se unan a mí para
soñar algo grande para nuestro país”.
Trump pidió un esfuerzo de unidad bipartita a los
congresistas, pero sin ceder ni un milímetro en los planteamientos que tanto
rechazo han generado en la bancada demócrata. Por la tarde habían sonado todas
las alarmas por la información surgida en un encuentro de Trump con
presentadores de informativos de la televisión durante el cual el presidente se
mostró dispuesto a legalizar la situación de millones de inmigrantes
indocumentados “que no hayan cometido delitos graves”.
Los participantes en la reunión habían aceptado un
compromiso de confidencialidad pero trascendió que Trump les aseguró que “es el
momento adecuado para un proyecto de ley de inmigración, siempre y cuando haya
un compromiso de ambas partes”. Eso significaba un giro de 180º respecto a todo
lo que ha dicho y hecho Trump antes y después de tomar posesión como
presidente, pero la idea no parecía tan ambiciosa cuando la planteó en el
Congreso.
Primero continuó identificando inmigración y
delincuencia –“mientras hablamos, estamos eliminando pandillas de
narcotraficantes y criminales que amenazan a nuestras comunidades”- y luego
planteó la propuesta de forma más ambigua. “Creo que es posible una reforma
migratoria real y positiva, siempre y cuando nos enfoquemos en los siguientes
objetivos: mejorar los empleos y los salarios de los estadounidenses,
fortalecer la seguridad de nuestra nación y restablecer el respeto a nuestras
leyes”.
Donald Trump se empleó a fondo en dos asuntos que le
han costado críticas dentro de sus propias filas. Empezó condenando los actos
vandálicos y profanaciones contra cementerios judíos porque había tardado en
hacerlo cuando ocurrieron y homenajeó al soldado Ryan Owens que perdió la vida
en la primera operación de combate de su mandato. La operación recibió críticas
incluso de senadores republicanos y el padre del soldado muerto, militar
retirado, se negó a saludar al presidente. Sí lo hizo en cambio, la viuda,
Carryn, que asistió al acto en el Congreso junto a la primera dama y se llevó
la ovación más larga de la noche después de que Trump proclamara que “el legado
de Ryan está grabado en la eternidad, porque como nos enseña la Biblia, no hay
mayor acto de amor que dar la vida por los amigos. Ryan dejó su vida por sus
amigos, por su país y por nuestra libertad y nunca lo olvidaremos”. Carryn no
pudo reprimir las lágrimas.
Las llamadas a la unidad de los congresistas
formuladas por Trump, algunas con algo de cinismo: “juntos hemos de salvar a
Estados Unidos del desastre del Obamacare”- no parece que vayan a ser
correspondidas a tenor de las primeras. Astrid Silva, una dreamer seleccionada
por el Partido Demócrata insistió que “Donald Trump nos está regresando a las
épocas más oscuras de nuestra historia”.
Por
JORDI BARBETA/LaVanguardia.com
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