BANANAS Y LOS PLÁTANOS PODRÍAN TENER LOS DÍAS CONTADOS; NO ES PRIMERA VEZ EXTINGUE UN FRUTO
BARCELONA (31 Marzo 2017).- La banana podría tener los días contados. Y también
el plátano, aunque en ese caso la posibilidad es mucho más remota. Y es que por
mucho que se distinga entre éste y la banana (que tienen infinitas
diferencias), unos y otros proceden de la misma planta.
El 95 % de la producción de estos frutos en todo el
mundo proviene de unas pocas variedades del tipo Cavendish. El quid de la
cuestión está en el origen genético y la evolución de los bananeros, que no son
ni árboles ni arbustos. Se trata de híbridos que carecen de semillas y se
reproducen a partir de sus nuevos tallos o partes de las raíces.
ob Dunn, autor de un libro que se acaba de publicar
(Nunca fuera de temporada: cómo tener la comida que queremos cuando la queremos
amenaza nuestra provisión de alimentos y nuestro futuro), afirma que se puede
considerar que el conjunto de plantaciones de bananas que había en
Centroamérica hacia 1950 era el organismo vivo más grande de la historia.
Según este profesor de ecología aplicada, todas las
bananas que se consumen –entre 90 y 95 millones de toneladas al año– son
clonaciones, por lo tanto idénticas unas a otras en cuanto a tamaño, color,
forma y sabor. Esto se debe a que las plantas son clonadas lo que provoca una
uniformidad genética entre ellas que las hace muy vulnerables a los ataques de
patógenos, y el que afecte a un platanero podría destruir todos los existentes.
Y los grandes productores, como la multinacional
estadounidense United Fruit Company (desde 1984 Chiquita Brands International),
que dominaba la producción y el mercado mundiales, volvieron a caer en el error
de plantar bananos clonados. Algo mucho más fácil que investigar nuevas especies.
El Cavendish fue lo más parecido que encontraron al Gros Michel.
Y aunque tenía otro gusto y era menos aromático y
sabroso, tenía la ventaja de mostrarse inmune al hongo destructor y de poder
plantarse en las tierras afectadas. Así, las grandes multinacionales volvieron
a plantar clónicos en las grandes extensiones que habían quedado baldías y a
introducirlos en los mercados con grandes campañas de publicidad.
La contrapartida es que las plantas resultan mucho
menos resistentes a las enfermedades. Y aunque el Cavendish está protegido
contra la de Panamá, Dunn asegura en su libro que el propio hongo Fusarium que
la provocó ha evolucionado y podría destruir las plantaciones actuales.
Los
españoles prefieren el plátano
El fruto que se cría en las islas atlánticas, del
que en 2015 se exportaron 244.000 de los 270 millones de kilos comercializados,
según datos de la asociación de productores Asprocan, no está completamente
libre de peligro, pero cuenta con unas características propias que lo hacen menos
vulnerable a las plagas.
El clima, más variable que el tropical, obliga a
mantener el fruto más tiempo en la planta (seis meses frente a los 3 de la
banana) y por lo tanto alarga su tiempo de maduración y mejora su sabor. La
brevedad del tiempo que tarda el producto en llegar de las plantaciones a los
puntos de venta, la mayoría en la Península y Baleares, es otra ventaja.
Como lo es que el cultivo no esté en manos de
multinacionales, sino de más de 8.000 productores. Otro dato a tener en cuenta
es que al ser un producto europeo tiene muchos más controles y garantías
fitosanitarias.
De hecho, en las islas Canarias no se puede
introducir ni siquiera un brote de platanero que no cuente con los permisos y
controles oportunos para impedir precisamente la extensión de plagas. La
solución al problema, aseguran los expertos, está en inducir mutaciones
genéticas a las plantas para hacerlas más resistentes.
Algo que vino haciendo la naturaleza a lo largo de
la historia convirtiendo los incomibles plátanos de hace miles de años en la
fruta actual. En este aspecto también se trabaja en Canarias, donde a las
variedades existentes –la Cavendish “enana” y “gran enana” son las más
extendidas– se ha unido una genuina de las islas, denominada “gruesa palmera”.
Lo cierto es que no hace falta ser un gran experto
en ese fruto para comprobar que el plátano de Canarias es más dulce y sabroso
que la banana procedente de Centroamérica.
Y aunque hay quien se decanta por ésta porque es más
barata (apenas entre 10 y 15 céntimos para los productores que aumentan a 55-60
en el punto de venta), no tiene motas negras en la piel y tiene un mayor
tamaño, el plátano es, de largo, el más consumido en España, con más del 73% de
las ventas (378.000.000 de kilos en 2016, según datos de Asprocan, la
asociación que reúne a los productores de las islas).
Por
AURORA SEGURA/LaVanguardia.com
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