MADRID (14 Febrero 201).- El primer acto de este enfrentamiento entre
gigantes quedó servido con gran resultado para el Real Madrid. Un partido que
fue más igualado de lo que el marcador final indicó y que pone en clara ventaja
a los madridistas para la vuelta. El Paris Saint Germain decepcionó en el tramo
final en un partido que estuvo repleto de pequeños intervalos. Después de pasar
este duelo por la lupa, estas fueron las claves tácticas:
La apuesta de Zinedine Zidane no se detuvo en la
inclusión de Isco en el once para el 4-4-2 sino que, además, diseñó una intensa
presión inicial. La voluntad evidente fue localizar el partido cerca de Areola
y anular cualquier progresión.
Y realmente el Madrid causó muchos problemas durante
el primer tercio de encuentro hasta que el peso ofensivo de Neymar la
desactivó. La maniobra de los madridistas sumada a la superioridad que Zidane
trazó en medio del campo, obligó tanto a Neymar como a MBappé a situarse más
atrás (ver imagen). Fueron más mediocampistas que extremos en tal periodo. Y
eso le fue bien al equipo francés para, paulatinamente, ir ganando terreno con
la participación del brasileño. Asumió balón y responsabilidades para
desatascar la efectiva presión alta del Madrid.
No solo la aportación de Neymar atenuó la presión.
El paso de los minutos también acercó el dominio al equipo francés. Creció el
espacio interlineal y el Paris Saint Germain se instaló completamente en campo
contrario. El gol de Rabiot y un más que dudoso penalti sobre Kroos mantuvieron
las tablas. Por su parte, un Verrati que hasta entonces había estado demasiado
alto, pasó a leer mucho mejor la situación y a descolgarse al lado de Lo Celso.
Tanto el italiano como Rabiot empezaron a recibir más y mejor instalados. El
partido estuvo más para el 4-3-3 que para el 4-4-2 buena parte de los minutos y
el 1-2 estuvo más cerca que el 2-1. Los franceses no lo aprovecharon y los
madridistas resistieron con alta competitividad.
Marcelo siempre está en los grandes partidos y ayer
lo certificó. Ante la improductividad ofensiva de la banda derecha (dónde Nacho
suficiente trabajo defensivo tuvo), se multiplicó. Él fue quien mantuvo al
Madrid en los momentos más delicados. El brasileño acabó siendo, con 82
intervenciones, el segundo jugador del Real Madrid que más intervino.
Únicamente superado por Toni Kroos y con bastante más incidencia que cualquiera
de los medios o delanteros blancos. Así mismo, acabó con 3 regates en campo
propio con los que enlazó sendas jugadas rompiendo líneas. Y por si fuera poco,
acabó por certificar el tercer gol culminando un remate en otra de sus
aventuras tan anárquicas como determinantes.
La contribución táctica de Luca Modric también fue
fundamental. Aunque estuvo lento en el gol del PSG, acabó con un bagaje
netamente reseñable. Se sacrificó defensivamente para socorrer zonas. Las
ayudas que siempre concedió a Nacho fueron impagables para el lateral y
consiguieron que Neymar no causara un daño mayor. Menos participativo que de
costumbre (acabó únicamente con 54 intervenciones) pero acertado en el poco
balón que tuvo. En un robo nació el gol más importante del encuentro.
El excesivo pragmatismo de Unai Emery ejecutó a su
propio equipo. Y aunque Zidane tardó en mover ficha y eso le pudo costar el
partido, la entrada de los dos bandas madridistas cambiaron totalmente el
partido. Lucas Vázquez y Marco Asensio surtieron el efecto que no tuvo Bale
poco antes. El Madrid pasó de buscar el equilibrio dentro con Casemiro a
asentarse posicionalmente en un 4-4-2 con fuerza exterior. Las piernas de los
dos les alcanzaron para obtener solvencia defensiva en los costados y
profundidad. Los dos últimos goles blancos tuvieron en Marco Asensio su
asistente.
Si el penalti ya marcó un punto de inflexión
importante, la jugada del partido se produjo en el minuto 82 cuando una pérdida
de Kimpembe, justo después de cortar una transición madridista, acabó en el
segundo gol de Cristiano Ronaldo.
A partir de ahí, el PSG acabó superado futbolística
pero, sobre todo, mentalmente. Pasó a desvanecerse en pocos minutos. El gol le
afectó desmesuradamente hasta el punto de entregar el partido. Radicalmente
opuesto fue el comportamiento madridista que, creció exponencialmente, con la
subida de adrenalina positiva. A fin de cuentas, el Madrid acabó marcando en lo
que es uno de sus puntos típicamente más fuertes: llegadas oportunas después de
centros laterales.
Por
ALEX DELMÁS/LaVanguardia.com
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