HACE 48 AÑOS MOHAMED ALIÍ DIJO ADIÓS AL BOXEO

SANTO DOMINGO, República Dominicana (2 Febrero 2018).- Cuarenta y ocho años se cumplen este sábado del abandono de los cuadriláteros de Mohamed Alí (ex Cassius Clay), el deportista más histriónico de la historia, vuelve esta semana la vista atrás para recordar el 48 aniversario de la noche en que proclamó a los cuatro vientos que era el "rey del mundo" tras batir por knock-out técnico en el séptimo asalto a Sonny Liston.

Por el Parkinson que le aqueja desde 1984, Alí es hoy, a sus 62 años, una leyenda viviente, símbolo de una época en la que convirtió el boxeo en uno de los deportes más atractivos gracias a su sorprendente anticipación a lo que ahora es una práctica común: utilizar la televisión, entonces en plena expansión, para vender imagen e ideas.

"Soy el rey del mundo, soy el más grande, he conquistado el mundo", gritaba el 25 de febrero de 1964 a las cámaras desde el ring del Miami Beach Convention Hall después de proclamarse, con sólo 22 años, campeón de los pesos pesados.

Clay había roto todas las apuestas que daban claro favorito (nada menos que por 6-1) al duro Liston, un ex presidiario de 32 años, poseedor del título mundial después de batir en el primer asalto a Floyd Patterson. 

Actualmente, el púgil vive afectado por el mal de Párkinson.Haciendo honor al eslogan que se había inventado para definir su forma de boxear ("muévete como una mariposa y muerde como una serpiente"), Clay no paró de desplazarse por el ring y de golpear durante el combate hasta romper la solidez de Liston.

El árbitro paró la pelea en el séptimo asalto. "¿Qué dices ahora? Así que Liston me iba a tumbar en el segundo asalto! Jamás me vuelvas a poner 6-1 en las apuestas!. El mundo entero está a mis pies. Soy demasiado bueno. Pon eso!".

Lo que se escribió en realidad fue que a Liston le había pagado la mafia para dejarse ganar. Clay estaba muy enfadado con los periodistas deportivos, ya que por primera vez habían decidido darle la espalda y se habían ensañado con el "bocazas de Louisville", llegando a afirmar que el retador sólo quería que no le estropearan la cara. 

Como solía acostumbrar, Clay había calentado previamente el combate, una de las facetas que más apreciaban los que tenían que titular en los diarios. Entró en el gimnasio en el que se entrenaba Liston para gritarle "voy a tumbarte, a mi nadie me toca, nadie, soy el más rápido del mundo, estoy harto de advertírtelo. Eres muy feo para ser el campeón".


Liston le advirtió que le haría "besar la lona". Clay se atrevió a pronosticar el asalto en el que ganaría: "Antes dije que ibas a caer en el octavo asalto, pero ahora vas a caer en el quinto, si no te tumbo en el cuarto". El vehemente novato también prometió que si Liston le ganaba "le besaría los pies en el ring, se pondría de rodillas para decirle que es el mejor y se iría para siempre de este país". Estas llamativas, y muchas veces hirientes, declaraciones, que seducían a las cámaras, servían para animar un deporte que había perdido influencia después de la retirada del campeón Rocky Marciano (Rocco Marchegiano, 1923-1960), que se marchó invicto en 1956 por presión de su esposa Barbara Cousens. Clay tenía una gran facilidad para expresarse, en una época en la que los boxeadores nunca hablaban a los medios, y hasta era capaz de pronosticar en verso: "Este caerá en el octavo, y verás que pronto acabo, y si le tumbo uno antes, al cielo irá con los ángeles, aunque parezca funesto, quizás le tumbe en el sexto, si se lo tiene creído, en el quinto habrá caído". No cabía ninguna duda de que el boxeo estaba ante un personaje singular, decidido a ser el centro de la atención, encantado de la fama y la pompa que conllevaba ser el mejor del mundo. "Vi que podía vivir de aquello y me dediqué a ello en cuerpo y alma". Ganó más dinero que todos los pesos pesados juntos que le precedieron. Se lo gastó con el mismo empeño. Al título mundial, añadió poco después una sorprendente decisión que rompió su relación con el grupo de millonarios blancos de Kentucky que financiaban su carrera. Clay anunció su conversión al islám y el abandono de su "nombre de esclavo" por el de Mohamed Alí, en las filas del movimiento "Nación del Islam" de Malcolm X. Todo ello hizo que en la década de los 60 y de los 70, Alí fuera sin duda "más conocido en todo el mundo que cualquier presidente de los Estados Unidos o que la más grande estrella del espectáculo", como escribe el periodista deportivo Hugh McIlvanne en el libro "The hardest game".

 McIlvanne considera a Clay la más grande figura de la historia de los deportes. Nacido en Louisville (Kentucky) el 17 de enero de 1942, el futuro campeón del mundo recibió el nombre de Cassius Marcellus Clay, el mismo del abogado abolicionista y embajador de Abraham Lincoln en Rusia en 1861 que había comprado al patriarca de la familia de esclavos y dado sus apellidos. 

En la acción, Alí conecta una sólida derecha sobre Oscar Bonavena, cuando le ganó por KO técnico en 1970."Nos pusieron los apellidos de los amos cuando llegamos a América; nos privaron de nuestra identidad", diría Clay décadas después cuando, ya convertido en Mohamed Alí, combinaba los guantes y la política. Era un chico simpático y extrovertido que vivía en una buena casa con su familia. Iba al colegio bien vestido y le regalaron una bicicleta por portarse bien. Tenía 12 años y se entrenaba en el gimnasio Columbia. Fue a ver un espectáculo y alguien le robó su vehículo. Clay acudió a un policía, Joe Martin, y le dijo que quería darle una paliza al ladrón. "Antes tienes que aprender a boxear", le dijo el agente. Dicho y hecho. En pocas semanas, Clay ganaba su primera pelea. Ya no dejó de estar en los cuadriláteros durante los siguientes 27 años, salvó los tres (1967-70) que le suspendieron por negarse a incorporarse al ejército y marchar a la guerra de Vietnam ("América es un país del hombre blanco, tienen más motivos para luchar que yo"). A los 18 años, llevaba un total de 108 combates como aficionado. En 1960, se produce su gran salto a la fama al conquistar en Roma el oro olímpico de los semipesados. A su regreso a Louisville, el grupo de 11 millonarios blancos, oliendo el negocio, decide financiar su carrera profesional, colocándola bajo la sabia dirección del veterano entrenador Angelo Dundee, de origen italiano. Le pagaron 10 mil dólares y le dieron un sueldo de 4 mil anuales, más un 50 por ciento de las bolsas. Su primer combate profesional fue contra un duro ex jefe de policía llamado Tunney Hunsaker. El mundo del boxeo comenzó a comprobar que aquel púgil no era c en su estilo de pelear (los brazos caídos para pegar desde cualquier ángulo -lo copió del francés Georges Carpentier-, las piernas bailando constantemente, sin golpear al cuerpo del rival, sólo a la cabeza con manos fulgurantes) sino también en su forma de hablar. No paraba. Junto a su calidad deportiva, Alí destacó por una personalidad que infundó más respeto."Soy el mejor y lo más bonito que hay en el boxeo", repetía antes del combate con Hunsaker, al que, como iba a hacer en muchas ocasiones con sus rivales, menospreciaba. "Es un paquete que no merece luchar conmigo". Lo apabulló en seis asaltos. Este triunfo abrió una cadena de éxitos en 18 combates, 15 de ellos por la vía del cloroformo, que le colocaron a las puertas de la pelea por el título mundial en manos de Liston. Clay ganó el título el 25 de febrero de 1964 y poco más de un año después (25 de mayo de 1965) repitió el éxito con una contundencia mayor: Liston pierde por el camino del sueño en el primer asalto. La sospecha de tongo corrió por las páginas de la prensa. "Las dos controvertidas peleas transformaron a Liston de un fiero peleador a un sospechoso de corrupción o cobardía", escribe McIlvanney. La victoria fue tan rápida que la mayor parte de la gente dijo no haber visto el golpe que causó la caída de Liston. Alí reveló que se trató del "golpe del ancla", que uno de sus preparadores, Stepin Fetchit, le había enseñado. "Liston me lanza una izquierda pero justo antes de que me alcance, me muevo hacia atrás y le meto la derecha hacia abajo, golpeándole en el rostro. Felices sueños!". Han pasado 40 años y Alí revive esta semana los tiempos en que era el más grande. Desde su retirada definitiva en diciembre de 1981, el pugilismo nunca ha vuelto a contar con una figura tan extraordinaria como Cassius Clay, Mohamed Alí, el boxeador que consiguió tener el mundo como audiencia. 

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