TRAS 60 AÑOS DE LUCHAS, SACRIFICIOS Y ESFUERZOS Y VICTORIAS, VEMOS UN PAÍS LIBRE, INDEPENDIENTE Y DUEÑO DE SU DESTINO
SANTIAGO, Cuba (1 Enero 2018).- Expresó el
Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, General de Ejército Raúl
Castro Ruz, en el Acto político cultural por el
aniversario 60 del triunfo de la Revolución Cubana, celebrado este
martes en Santiago de Cuba
Foto:
Estudios Revolución
Discurso
pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del
Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en el acto central en
conmemoración del aniversario 60 del triunfo de la Revolución, en Santiago de
Cuba, el 1ro. de enero de 2019, «Año 61
de la Revolución».
Santiagueras
y Santiagueros;
Compatriotas
de toda Cuba:
Nos reunimos
hoy para celebrar el aniversario 60 del triunfo revolucionario del Primero de
Enero, y lo hacemos nuevamente en Santiago de Cuba, cuna de la Revolución, aquí
en el cementerio de Santa Ifigenia, donde se veneran los restos inmortales de
muchos de los mejores hijos de la nación, muy cerca de las tumbas del Héroe
Nacional, del Padre y la Madre de la Patria y del Comandante en Jefe de la
Revolución Cubana.
No vengo a
aquí a hablar a título personal, lo hago en nombre de los heroicos sacrificios
de nuestro pueblo y de los miles de combatientes que ofrendaron su vida a lo
largo de más de 150 años de lucha.
Parece
increíble que el destino nos haya reservado el privilegio de poder dirigirnos a
nuestros compatriotas un día como hoy, al conmemorar seis décadas del triunfo,
ocasión en que, bajo el mando de Fidel, por primera vez el pueblo cubano
alcanzó el poder político y los mambises sí pudieron entrar victoriosos a
Santiago de Cuba, coincidentemente 60 años después de que se instaurara el
dominio absoluto del imperialismo norteamericano sobre Cuba.
Hace pocos
meses, en La Demajagua, nos reunimos para recordar el aniversario 150 del
inicio de las guerras por la independencia de Cuba, el 10 de Octubre de 1868,
fecha que marca el comienzo de nuestra Revolución, que sobrevivió momentos de
amargura y desunión, como el Pacto del Zanjón, y episodios luminosos como el
protagonizado por Antonio Maceo en la Protesta de Baraguá.
La
Revolución revivió, en 1895, gracias al genio y la capacidad de Martí para
aglutinar a los mejores y más experimentados jefes de la contienda de los 10
años y preparar la «guerra necesaria» contra el colonialismo español.
Cuando el
ejército colonial estaba prácticamente derrotado, con escasa moral combativa,
asediado por los mambises en casi toda la isla y mermado por las enfermedades
tropicales, que, en 1897, por solo citar un ejemplo, provocaron 201 000 bajas
entre sus efectivos; la victoria fue usurpada con la intervención
norteamericana y la ocupación militar del país, lo que dio paso a un largo
período de opresión y gobiernos corruptos y serviles a sus designios
hegemónicos.
Ni siquiera
en esas difíciles circunstancias se apagó la llama redentora del pueblo cubano,
puesta de manifiesto en figuras de la talla de Baliño, Mella, Villena, Guiteras
y Jesús Menéndez, entre muchos otros que no se resignaron a vivir en afrenta y
oprobio sumidos.
Tampoco la
Generación del Centenario, que bajo el liderazgo de Fidel asaltó los cuarteles
Moncada y Carlos Manuel de Céspedes el 26 de Julio de 1953, estaba dispuesta a
tolerar, a 100 años del natalicio de Martí, los crímenes y abusos de una
tiranía sangrienta totalmente subordinada a los intereses de los Estados
Unidos.
Sobrevinieron
entonces momentos de profundo dolor y tristeza luego del revés y el vil
asesinato de muchos de los combatientes revolucionarios participantes en esas
acciones, denunciado virilmente por Fidel en su histórico alegato «La historia
me absolverá», que se convirtió en el programa de la Revolución. A pocos metros de aquí yacen los restos de
los caídos aquel 26 de julio y de otros mártires de la gesta insurreccional,
incluidos también los valientes jóvenes santiagueros de la lucha clandestina y
los hijos de esta ciudad que cayeron en las gloriosas misiones
internacionalistas.
En los duros
años de presidio y vejaciones no desfalleció el fervor y el compromiso de
reiniciar la lucha, creció el prestigio y la autoridad del líder revolucionario
para sumar nuevas fuerzas contra la dictadura.
El exilio en
México no conoció el descanso; sirvió para preparar la próxima y decisiva etapa
de batallar que nos trajo en el yate Granma a las Coloradas el 2 de diciembre
de 1956. La demora en arribar a costas
cubanas, debido a la azarosa navegación, no permitió la sincronización prevista
con el Alzamiento de Santiago de Cuba, el 30 de noviembre, organizado por el
audaz y valeroso joven dirigente del Movimiento 26 de Julio, Frank País García,
quien todavía no había cumplido los 22 años, edad que tenía cuando fue
brutalmente asesinado por los esbirros de la tiranía el 30 de julio de 1957.
Tampoco el
desastre de Alegría de Pío, que casi aniquiló a los expedicionarios, pudo
extinguir el optimismo y la fe de Fidel en la victoria, convicciones que lo
llevaron a exclamar el 18 de diciembre cuando nos reencontramos, con apenas
siete fusiles: ¡Ahora sí ganamos la guerra!
Desde
Santiago de Cuba, como resultado de los infatigables esfuerzos del movimiento
clandestino dirigido por Frank País, recibimos en la Sierra Maestra el primer
refuerzo de jóvenes combatientes, armas y municiones, que significó un aporte
crucial a la capacidad combativa del naciente Ejército Rebelde.
Prosiguieron
meses de incesantes combates, primero en la Sierra Maestra y luego la lucha se
extendió a otras regiones con la apertura de nuevos frentes y columnas, y con
la derrota de la gran ofensiva de las tropas batistianas contra el Primer
Frente dirigido por Fidel, que marcó el inicio de la contraofensiva estratégica
y el viraje radical de la guerra que condujo a la derrota del régimen y la toma
del poder revolucionario.
Ya el 8 de
enero de 1959, a su llegada a La Habana, el Jefe de la Revolución expresaba,
(cito): «La tiranía ha sido derrocada, la alegría es inmensa y sin embargo
queda mucho por hacer todavía. No nos
engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil, quizás en lo adelante
todo sea más difícil». (Fin de la cita).
Las
premonitorias palabras de Fidel no tardaron en hacerse realidad. Se iniciaba una etapa de luchas que
estremeció los cimientos de la sociedad cubana.
El 17 de mayo, a escasos cuatro meses y medio del triunfo, en la
Comandancia de la Plata, en el corazón de la Sierra Maestra, se promulgó la
primera Ley de Reforma Agraria en cumplimiento del Programa del Moncada, hecho
que afectó a los poderosos intereses económicos de los monopolios norteamericanos
y la burguesía criolla, que redoblaron las conspiraciones contra el proceso
revolucionario.
La naciente
Revolución se vio sometida a todo tipo de agresiones y amenazas, como el
accionar de bandas armadas y financiadas por el Gobierno norteamericano, los
planes de atentado contra Fidel y otros dirigentes, el asesinato de jóvenes
alfabetizadores, muchos de ellos todavía adolescentes; el sabotaje y el
terrorismo en todo el país con el terrible saldo de 3 478 muertos y 2 099
incapacitados; el bloqueo económico, comercial y financiero y otras acciones
políticas y diplomáticas con el fin de aislarnos; las campañas de mentiras para
denigrar a la Revolución y a sus líderes; la invasión mercenaria por Playa
Girón en abril de 1961; la Crisis de Octubre en 1962 cuando en Estados Unidos
se preparaba la invasión militar a Cuba y una interminable lista de hechos
hostiles contra nuestra patria.
Nadie puede
negar que la Revolución que nacía aquel Primero de Enero no ha tenido, a lo
largo de 60 años, un minuto de sosiego, ya vamos por 12 administraciones norteamericanas que no han
cejado en el empeño de forzar un cambio de régimen en Cuba utilizando una u
otra vía, con mayor o menor agresividad.
El pueblo
heroico de ayer y de hoy, orgulloso de su historia y cultura nacionales,
comprometido con los ideales y la obra de la Revolución, que suma ya cuatro
generaciones de cubanos, ha sabido resistir y vencer en las seis décadas de
ininterrumpido bregar en defensa del socialismo, siempre basado en la más
estrecha unidad en torno al Partido y a Fidel.
Únicamente
así se puede comprender la hazaña de haber resistido los crudos años de período
especial, cuando nos quedamos solos en medio de Occidente, a 90 millas de
Estados Unidos. Entonces, nadie en el
mundo habría apostado un centavo por la supervivencia de la Revolución; sin
embargo, sí se pudo soportar y vencer el reto sin violar ni uno solo de los
principios éticos y humanistas del proceso revolucionario y merecer el
inestimable apoyo de los movimientos de solidaridad que nunca dejaron de creer
en Cuba.
Ahora
nuevamente el Gobierno norteamericano parece tomar el rumbo de la confrontación
con Cuba y de presentar a nuestro país, pacífico y solidario, como una amenaza
para la región. Apela a la tenebrosa
Doctrina Monroe para intentar retrotraer la historia a la época vergonzosa en
que gobiernos sometidos y dictaduras militares se sumaron al aislamiento de
Cuba.
De manera
creciente altos funcionarios de la actual administración, con la complicidad de
algunos lacayos, difunden nuevas falsedades y otra vez pretenden culpar a Cuba
de todos los males de la región, como si estos no fueran consecuencia de
despiadadas políticas neoliberales que provocan la pobreza, el hambre, la desigualdad, el crimen organizado, el
narcotráfico, la corrupción política, el abuso y la privación de derechos a los
trabajadores, los desplazados, el desalojo de campesinos, la represión de los
estudiantes y precarias condiciones de salud, educación y vivienda para las
grandes mayorías.
Son los
mismos que declaran la intención de continuar forzando el deterioro de las
relaciones bilaterales y promueven nuevas medidas de bloqueo económico,
comercial y financiero para restringir el desempeño de la economía nacional,
provocar limitaciones adicionales en el consumo y bienestar del pueblo,
obstaculizar aún más el comercio exterior y frenar el flujo de la inversión
extranjera. Dicen estar dispuestos a
desafiar el Derecho Internacional, contravenir las reglas del comercio y las
relaciones económicas internacionales y aplicar más agresivamente medidas y
leyes de carácter extraterritorial contra la soberanía de otros Estados.
Reitero
nuestra disposición a convivir civilizadamente, pese a las diferencias, en una
relación de paz, respeto y beneficio mutuo con los Estados Unidos. También
hemos señalado con toda claridad que los cubanos estamos preparados para
resistir un escenario de confrontación, que no deseamos, y esperamos que las
mentes más equilibradas en el Gobierno norteamericano lo puedan evitar.
Otra vez se
acusa a Cuba, cuando está demostrado que la deuda externa, los flujos
migratorios descontrolados, el saqueo de recursos naturales son resultado de la
dominación de las trasnacionales en el continente.
Como parte
de Nuestra América, ha sido y será invariable nuestro respeto y solidaridad con
las naciones hermanas. Foto: Estudios Revolución
La fuerza de
la verdad ha desbaratado las mentiras y la historia ha colocado los hechos y
los protagonistas en su lugar.
Se podrá
atribuir a la Revolución Cubana y a la epopeya escrita por este heroico pueblo
solo la responsabilidad que emana de su ejemplo como símbolo de plena
independencia, resistencia victoriosa, justicia social, altruismo e
internacionalismo.
Como parte
de Nuestra América, ha sido y será invariable nuestro respeto y solidaridad con
las naciones hermanas, en las que han laborado más de 347 700 médicos y
trabajadores de la salud cubanos, muchos de ellos en lugares recónditos y
difíciles, y se han formado más de 27 200 jóvenes como profesionales. Ello demuestra
confianza en Cuba.
Hace pocas
semanas retornaron dignamente, con el reconocimiento y el cariño de millones de
pacientes, sobre todo de zonas rurales y poblaciones indígenas, miles de
médicos cubanos que prestaron servicios en Brasil, a quienes el nuevo
Presidente calumnió y repudió en el propósito de destruir ese programa social y
con ello cumplir las orientaciones de la ultraderecha en la Florida, que ha
secuestrado la política de los Estados Unidos hacia Cuba para beneplácito de
las fuerzas más reaccionarias del actual Gobierno norteamericano.
A 60 años
del triunfo podemos afirmar que estamos curados de espanto, no nos intimidan el
lenguaje de fuerza ni las amenazas, no nos intimidaron cuando el proceso
revolucionario no estaba consolidado, no lo lograrán ni remotamente ahora que
la unidad del pueblo es una indestructible realidad, pues si ayer éramos unos
pocos, hoy somos todo un pueblo defendiendo su Revolución (Aplausos).
El pasado 26
de julio, aquí en Santiago, expliqué que se había conformado un escenario
adverso y nuevamente resurgía la euforia en los enemigos y el apuro por
materializar los sueños de destruir el ejemplo de Cuba. Igualmente señalé la convicción de que se
estrechaba el cerco imperial en torno a Venezuela, Nicaragua y nuestro país. Los hechos han confirmado esa apreciación.
Luego de
casi una década de poner en práctica los métodos de guerra no convencional para
impedir la continuidad o frenar el regreso de gobiernos progresistas, los
círculos del poder en Washington patrocinaron golpes de Estado, primero uno
militar para derrocar en Honduras al presidente Zelaya y más adelante acudieron
a los golpes parlamentario-judiciales contra Lugo en Paraguay y Dilma Rousseff
en Brasil.
Promovieron
procesos judiciales amañados y motivados políticamente, así como campañas de
manipulación y descrédito contra dirigentes y organizaciones de izquierda,
haciendo uso del control monopólico sobre los medios de difusión masiva.
De esta
forma lograron encarcelar al compañero Lula da Silva y lo privaron del derecho
a ser el candidato presidencial del Partido de los Trabajadores para evitar su
segura victoria en las pasadas elecciones.
Aprovecho la ocasión para hacer un llamamiento a todas las fuerzas
políticas honestas del planeta en reclamo de su liberación y que cesen los
ataques y la persecución judicial contra las expresidentas Dilma Rousseff y
Cristina Fernández de Kirchner.
Quienes se
ilusionan con la restauración del dominio imperialista en nuestra región
deberían comprender que América Latina y el Caribe han cambiado y el mundo
también.
Por nuestra
parte seguiremos contribuyendo activamente a los procesos de consenso e
integración en la región, basados en el concepto de la unidad en la diversidad.
Hemos
contribuido con el proceso de paz en Colombia, por solicitud expresa de su
Gobierno, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Ejército de
Liberación Nacional, y lo seguiremos haciendo, por encima de riesgos, agravios
y dificultades.
La autoridad
política y moral de Cuba está cimentada en la historia, la conducta y el
respaldo unido, consciente y organizado del pueblo.
Por ello
ninguna amenaza nos hará desistir de nuestra solidaridad con la República
Bolivariana de Venezuela.
Deben cesar
las acciones agresivas contra esta hermana nación. Como hemos advertido tiempo
atrás, la reiterada declaración de Venezuela como una amenaza a la seguridad
nacional de los Estados Unidos, los abiertos llamados al golpe militar contra
su Gobierno constitucional, los ejercicios de entrenamientos militares
desarrollados en las proximidades de las fronteras venezolanas, así como las
tensiones e incidentes en la zona solo pueden conducir a una grave
inestabilidad y a consecuencias impredecibles.
La región se
asemeja a una gran pradera en tiempos de sequía. Una chispa pudiera generar un incontrolable
incendio que dañaría los intereses nacionales de todos.
Es
igualmente peligroso e inaceptable que el Gobierno de los Estados Unidos
sancione unilateralmente y proclame también a la República de Nicaragua como
una amenaza a su seguridad nacional. Rechazamos los intentos de la
desprestigiada oea, Organización de los Estados Americanos, para inmiscuirse en
los asuntos de esta hermana nación.
Frente a la
Doctrina Monroe, habrá que aplicar y defender, por el bien de todos, los
principios de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz,
firmada en La Habana por los Jefes de Estado y Gobierno, que ahora algunos
aliados de los Estados Unidos pretenden ignorar.
La mayor
enseñanza que los revolucionarios y movimientos progresistas podemos extraer de
la situación que se ha configurado es la de no descuidar jamás la unidad con el
pueblo y no cejar en la lucha en defensa de los intereses de los oprimidos, por
difíciles que sean las circunstancias.
Para
nosotros, en la compleja coyuntura internacional, preservan total vigencia las
palabras del líder histórico de la Revolución Cubana al presentar su informe
central al Primer Congreso del Partido, en 1975, cuando expresó: «Mientras
exista el imperialismo, el Partido, el Estado y el pueblo, les prestarán a los
servicios de la defensa la máxima atención. La guardia revolucionaria no se
descuidará jamás. La historia enseña con demasiada elocuencia que los que olvidan
este principio no sobreviven al error». (Fin de la cita).
En
correspondencia con ello, continuaremos priorizando las tareas de preparación
para la defensa, en todos los niveles, en interés de salvaguardar la
independencia, la integridad territorial, la soberanía y la paz, partiendo de
la concepción estratégica de la Guerra de Todo el Pueblo, como se recoge en la
recién aprobada Constitución de la República.
Es nuestro
deber prepararnos meticulosamente con anticipación para todos los escenarios,
incluyendo los peores, no solo en el plano militar, de modo que no dejemos
espacio al desconcierto y la improvisación que florece en los de escasa
voluntad a la hora de actuar, sino que con el optimismo y la confianza en la
victoria que nos legó Fidel y en estrecho vínculo con el pueblo sepamos
encontrar la mejor solución a cualquier desafío que se presente.
Precisamente
un reto que enfrentaremos en el año que hoy comienza, es la situación de la
economía, agobiada por las tensiones en las finanzas externas a causa de las
afectaciones en los ingresos de las exportaciones y el recrudecimiento del
bloqueo norteamericano y sus efectos extraterritoriales.
Como expresó
nuestro Ministro de Economía y Planificación en el último período de sesiones
de la Asamblea Nacional, el costo para Cuba de esta arbitraria medida,
calculado según la metodología aprobada internacionalmente, ascendió el pasado
año a 4 321 millones de dólares, lo que equivale a casi 12 millones de daños
cada día, dato que pasan por alto los analistas que suelen cuestionar el
desempeño de la economía nacional.
Con
independencia del bloqueo y su reforzamiento, los cubanos tenemos enormes
reservas internas que explotar sin volver a incrementar el endeudamiento
externo. Para ello se requiere, en primer lugar, reducir todo gasto no
imprescindible y ahorrar más, incrementar y diversificar las exportaciones,
elevar la eficiencia del proceso inversionista y potenciar la participación de
la inversión extranjera, la cual, como se recoge en los documentos rectores del
Partido, no es un complemento, sino un elemento fundamental para el desarrollo.
En ese mismo
escenario, en la Asamblea Nacional, el 22 de diciembre, el Presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros, compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, pasó
balance al estado de la economía durante el 2018 y el plan para el presente
año, donde resaltó que la batalla económica sigue siendo la tarea fundamental y
la más compleja, y agregaba, es esa la que más exige hoy de todos nosotros,
porque es de la que más espera nuestro pueblo.
Con este
propósito precisó, que se requiere una actitud más proactiva, inteligente y
concreta de los dirigentes impulsando –no trabando ni demorando– soluciones
seguras y particulares a los problemas, con la búsqueda continua e intensa de
respuestas ágiles y eficientes. Al
propio tiempo llamó a ser más coherentes con la Conceptualización del Modelo
Económico y Social y más sistemáticos y precisos en la implementación de los
Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.
Es oportuno
expresar que la dirección del Partido Comunista de Cuba respalda decididamente
los pronunciamientos y las acciones acometidas por el compañero Díaz-Canel al
frente del Estado y del Gobierno desde que asumió el cargo, incluyendo su sistema
de trabajo, basado en la visita a los territorios y comunidades; el vínculo con
los colectivos y el intercambio directo con el pueblo, la promoción de la
rendición de cuentas de los dirigentes mediante los medios de prensa y las
redes sociales, así como el control sistemático de los principales programas de
desarrollo y el fomento de un estilo de dirección y conducción colectiva de los
órganos estatales y gubernamentales.
Sin el ánimo
de hacer una valoración apresurada, puedo afirmar que el proceso de transferencia
a las nuevas generaciones de las principales responsabilidades marcha bien,
digo más, muy bien, sin tropiezos ni sobresaltos, y estamos seguros de que así
continuaremos (Aplausos).
Aquellos
jóvenes que tuvimos entonces el privilegio de combatir bajo el mando de Fidel,
hace más de 65 años, desde el Moncada, el Granma, el Ejército Rebelde, la lucha
clandestina, Girón, el enfrentamiento a las bandas contrarrevolucionarias, las
misiones internacionalistas y hasta el presente, junto al heroico pueblo cubano
nos sentimos profundamente satisfechos, felices y confiados al ver, con
nuestros propios ojos, cómo las nuevas generaciones
asumen la
misión de proseguir la construcción del socialismo, única garantía de la
independencia y la soberanía nacional.
Se cumplen
60 años del Primero de Enero de 1959, sin embargo la Revolución no ha
envejecido, sigue siendo joven y no es una frase retórica, es una confirmación
histórica, ya que desde los primeros momentos sus protagonistas fueron los
jóvenes y así ha sido a lo largo de estas primeras seis décadas.
El proceso
revolucionario no está circunscripto a la vida biológica de quienes lo
iniciaron, sino a la voluntad y el compromiso de los jóvenes que aseguran su
continuidad. Las nuevas generaciones
tienen el deber de garantizar que la Revolución Cubana sea por siempre una
Revolución de jóvenes, y al mismo tiempo, una Revolución Socialista de los
humildes, por los humildes y para los humildes (Aplausos).
En esta
significativa fecha no puede faltar el justo homenaje a la mujer cubana, desde
Mariana hasta hoy, siempre presente en nuestras luchas por la emancipación de
la patria y en la construcción de la sociedad que hoy edificamos (Aplausos).
Compañeras y
compañeros:
La Segunda
Sesión Ordinaria de la actual legislatura de la Asamblea Nacional del Poder
Popular aprobó la nueva Constitución de la República, la cual será sometida a
referendo el próximo 24 de febrero.
Previamente,
por espacio de casi tres meses, se desarrolló un amplio proceso de consulta
popular, en el que los ciudadanos expresaron libremente sus opiniones sobre el
contenido del Proyecto, conllevando a la modificación del 60 % de los
artículos, en clara evidencia del carácter profundamente democrático de la
Revolución, donde las principales decisiones que definen la vida de la nación
se elaboran con el aporte de todos los cubanos.
Nuestros medios de prensa brindaron una detallada cobertura durante el
proceso, lo que me libera de extenderme sobre el tema. En pocos días comenzará a distribuirse en un
tabloide el texto definitivo de la nueva Constitución.
Solo deseo
añadir la seguridad de que una vez más nuestro noble y aguerrido pueblo
demostrará el 24 de febrero en las urnas el respaldo mayoritario a su
Revolución y el Socialismo, ratificando la Constitución en el año en que
conmemoraremos el aniversario 150 de la primera Carta Magna de Cuba, aprobada
en Guáimaro por los iniciadores de la guerra por la independencia.
Tras 60 años
de luchas, sacrificios, esfuerzos y victorias, vemos un país libre, independiente
y dueño de su destino. Al imaginar el mañana, la obra realizada nos permite
vislumbrar un porvenir digno y próspero para la Patria.
Teniendo en
cuenta la heroica historia de lucha de los cubanos, en nombre de nuestro
pueblo, con total optimismo y confianza en el futuro, puedo exclamar:
¡Viva por
siempre la Revolución Cubana!
Muchas
gracias.
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