TRUJILLO CONTROLÓ HASTA LA RESPIRACIÓN A LA POBLACIÓN; LOS CENTROS DE TORTURAS REVELACIONES SOBRE LA SILLA ELÉCTRICA
SANTO DOMINGO, República Dominicana (30 Mayo 2019).-
Desde noviembre de 1961, por lo menos de manera pública, en República Dominicana se viene hablando de
la “Silla Eléctrica”, tenebroso artefacto construido para torturar, obtener
confesiones y producir la muerte de opositores al régimen de Trujillo a través
de la aplicación de descargas eléctricas.
La “Silla” estaba instalada en la cárcel clandestina
de La 40, en lo que hoy es la famosa barriada de Cristo Rey. Esa prisión fue
destruida en la primera semana de junio de 1961, a 3 o 4 días después de la
muerte del dictador. Junto a la destrucción del presidio clandestino, también
se hicieron desaparecer, para esconder las huellas de la barbarie, todos los
instrumentos con los que los prisioneros eran sometidos a crueles torturas, y
entre los objetos destruidos, “desaparecidos” u ocultados, también fue
escondida, se piensa que para siempre, aquel trono de la muerte que se
popularizó como “La Silla”, aunque por mucho tiempo se rumoró de su existencia
en algún depósito de maquinarias militares, o en un sótano de la antigua
Compañía Dominicana de Electricidad.
Miguel Álvarez Fadul torturado en la silla eléctrica
en 1959
Por suerte y para bien de la historia, varias
imágenes del fatídico mueble lograron salvarse, aunque tuvieron como precio las
vidas de dos hermanos que laboraron para el Servicio de Inteligencia Militar.
Esas fotos son las pruebas acusadoras de lo que fue la dictadura de Trujillo en
materia del crimen. Los dos hermanos fotógrafos que trabajaban para el SIM y
que se trasladaban a la cárcel de La 40 para fotografiar a los que eran
sentados en la Silla, lograron quedarse con copias de muchas de las imágenes en
las que se pueden ver los presos políticos sentados y torturados. Muchas de
esas fotos, dice Cesar A. Saillant, que fue secretario personal de Ramfis
Trujillo, eran coleccionadas por el hijo del sátrapa.
Aun más, en el 2012, después de 51 años de la muerte
de Trujillo, se presentó al Archivo General de la Nación el ex mayor de la
Marina de Guerra, Guillermo Rivas Díaz de 93 años de edad, pero con una gran
lucidez mental, y confesó en aparente arrepentimiento, pues se había convertido
a la fe cristiana: que él había sido la persona que diseñó y construyó la
“Silla Eléctrica” que se utilizaba en la cárcel de La 40, en los últimos años
de la dictadura. (Véase un fragmento de la entrevista al final de este
artículo).
Una o varias sillas eléctricas?
La generalidad de la población dominicana cuando se
refiere a ese mueble convertido en instrumento del mal, ignora que no se
trataba de una sola silla eléctrica la tenida por la dictadura de Trujillo,
como tampoco era un solo centro de torturas donde esta era utilizada.
Al parecer existieron más de dos de estos horribles
utensilios y por lo menos están confirmadas la existencia de uno en la cárcel
de La 40 y otro en la “la cárcel del Nueve” de la carretera Mella. Se habla de
una tercera silla, pero no se ha encontrado la forma de probarlo.
La primera silla era manejada por militares y
civiles miembros del Servicio de Inteligencia Militar y la segunda por
oficiales de la Avician Militar Dominicana (AMD), bajo el control directo del
Servicio de Inteligencia personal que Ramfis Trujillo tenía en ese lugar. Esta
última, fue construida bajo la influencia de los métodos utilizados para
interrogar por el sanguinario Johnny
Abbes García. Sobre la posible existencia de la tercera silla eléctrica, que
era utilizada especialmente para matar en horas de la noche, en el fragmento de
entrevista al ex mayor Rivera Díaz, aparecen datos que pueden ayudar a aclarar
las dudas sobre ese particular. También existe una foto, presentada por el
fenecido escritor y periodista Juan José Ayuso y otras personalidades, que se
corresponde con la descripción echa por el señor José Hungría en la citada
entrevista.
Por otro lado, y tal y como lo cuenta Cesar A.
Saillant, quien fue secretario personal del hijo mayor de Trujillo, y fue
testigo de las torturas aplicadas en La 40 y en la “cárcel del Nueve”, su jefe
Ramfis se dispuso “a superar a Johnny
Abbes, y si no lo logró le faltó poco. Allí—en la cárcel del Nueve—hizo colocar
todos los instrumentos de tortura al igual que los de Abbes, y para que nada
faltase también hizo construir su silla eléctrica, tomando aquella como modelo.
Medios, instrumentos, fondos, de todo dispuso y de aquel simple servicio tan
útil a la AMD—Aviación Militar Dominicana—hizo uno de los más horribles centros
de represión política que pudieron haber existido en América”.
Por muchos años se ha puesto a circular la versión
de que la silla eléctrica utilizada en la cárcel de La 40, fue traída desde
Venezuela en 1958 a la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez. Otra versión da
cuenta de que su construcción fue sugerida a Abbes García por el ciudadano
alemán Ernesto Scott, quien era uno de los interrogadores al servicio del SIM
en La 40, y que también trabajó como traductor empleado de la Presidencia. Pero
nada de esto ha podido ser comprobado.
De la primera versión, dice el historiador y poeta Tony Raful: “Cuando un hijo y dos sobrinos del Lic. Rafael Filiberto
Bonnelly, cayeron presos por su participación en el Movimiento Clandestino 14
de Junio, la lengua viperina del coronel Johnny Abbes García echó a correr la
información, de que la silla eléctrica usada en la cárcel de La 40 (…), la había
traído Bonnelly de Venezuela, a raíz de haber desempeñado el cargo de embajador
dominicano en ese país, luego de ser usada por el dictador Marcos Pérez Jiménez
(derrocado en 1958) contra sus opositores. (…)”.
Dos prisioneros politicos a la espera de ser
sentados en la Silla.
“A raíz del ajusticiamiento de Trujillo—sigue
diciendo Tony Raful—los trujillistas dolidos por el papel desempeñado por el
Lic. Bonnelly en la transición democrática, al presidir el Consejo de Estado,
que organizó elecciones libres ganadas por el Prof. Juan Bosch el 20 de
diciembre de 1962, y agraviados por las leyes antitrujillistas de confiscación
de los bienes de la familia Trujillo (…), arremetieron contra Bonnelly, y
repitieron la versión de Johnny Abbes, de que Bonnelly había traído al país la
silla eléctrica, donde torturaron a su hijo y a sus sobrinos”. (Tony Raful. “Con Carlos Sully y Freddy
Bonnelly”. Listín Diario, 22 de julio de 2014).
El rumor puesto a circular contra Bonnelly, como
bien lo explica el citado historiador, fue una vulgar mentira del sector
trujillista desplazado del poder, y quedó desmentido con el testimonio de
Guillermo Rivas Díaz, el verdadero fabricante de la “Silla Eléctrica”.
En cuanto a la segunda versión, es posible que el
alemán Scott, que sirvió en los campos de concentración de los alemanes al
servicio de Hitler, haya sido el que propuso la construcción de la silla,
aunque todavía quedaría determinar desde qué año ese señor se encontraba en el
país, pues el mortífero aparato fue fabricado mucho antes de la existencia de
La 40, presumiblemente entre 1953 y 1955,
y se sabe que la cárcel de La 40 tuvo sus inicios en 1957.
Las
fotos que salvaron la historia
En cuanto a las fotografías en las que aparecen los
prisioneros torturados sentados en la silla, en el exterior se conocieron y
aparecieron publicadas muchos antes de que en Santo Domingo se tuviera
conocimiento de su existencia. De acuerdo con el doctor Rafael Alburquerque
Zayas-Bazan, quien fue uno de los torturados, los dos hermanos que trabajaban
para el SIM tomaban las fotografías y lograban enviar copias a “una embajada de
Santo Domingo y algunas de ellas salieron publicadas en un periódico del
exterior. El fotógrafo fue descubierto en esa acción y asesinado a garrotazos
limpios”. Las fotos eran tomadas, cuenta
también el fenecido periodista Santiago Estrella Veloz, por Pedro Aníbal
Fuentes Berg, quien la entregaba a su hermano Gilberto que trabajaba en la
Compañía Dominicana de Aviación, y este las enviaba al extranjero:
“Abbes García, al enterarse de que la foto de Messón
y otros torturados se publicaron en el extranjero, ordenó el apresamiento y
asesinato de los hermanos Báez Berg, sin que hasta el día de hoy se sepa dónde
fueron llevados sus cadáveres”.
Una
silla en los recuerdos
Cuenta Fredy Bonnelly, quien guardo prisión en La
40, que la “Silla” era “un sillón de
roble de los que se usaban normalmente en las oficinas públicas pero forrados
los brazos, el asiento y la espalda con hojas de cobre, le ponían correas en
los brazos y los pies para atarlos a ella y la conectaban a un dispositivo que
aumentaba el voltaje”; mientras que Tomas Báez Díaz, que estuvo implicado en la
muerte de Trujillo, y fue torturado también en las cárceles “del Nueve” y de La
40, narra lo siguiente:.
“Frente a estos (…) se encontraba la “Silla
eléctrica”; un aparato construido originalmente (…), que consiste en un sillón
antiguo, rústico, fuerte, de alto espaldar y solidos brazos, a cuya estructura
le fueron añadidas planchas de cobre para hacer más efectivo el pase de la
corriente eléctrica al cuerpo de las víctimas que allí éramos sentadas. Este
aparato tiene en ambas patas delanteras y en su espaldar, cuatro correas de
cuero destinadas a inmovilizar los brazos y las piernas. Sus redes eléctricas
estaban instaladas debajo del asiento, conectadas al escritorio principal,
desde cuyo tablero el verdugo aplicaba los diferentes tipos de corrientes que
existían. El cuarto estaba revestido de un material aislante para que en el
exterior no se oyeran los alaridos, los quejidos (….)”.
Una recreación artística de la silla eléctrica
publicada en el periódico Unión Cívica en noviembre de 1961
La Silla ocupaba—sigue contando Freddy Bonnelly—un
lugar dentro de la cárcel, que los prisioneros bautizaron como “la casita de
Canadá”: Así llamaban al lugar habilitado para las torturas “de más o menos 6 x
8 metros, de madera techada de zinc, piso de cemento pulido, dos puertas, una
al frente y otra al fondo, ambas en el medio y dos ventanas, en el medio de los
otros dos lados. Dentro, a mano derecha lo primero que estaba colgado a la
pared eran los instrumentos de tortura”.
El equipo utilizado en la secreta cárcel para
infligir dolor, estaba formado por “fuetes de vegas de toro, algunos con
alambre de púas enrollados, cables plástico de una pulgada de diámetro con cable de acero en el centro, picanas
(bastón eléctrico), trozos de bambú, tortor (pedazo de soga con dos pedacitos
de madera para facilitar el ahorcamiento). Al lado de la esquina de la derecha
y centralizados, estaban tres escritorios y detrás se sentaban los
interrogadores con el mecanismo de la electricidad de la silla que estaba al
frente. El nombre de la Casita en Canadá surgió de la canción que estaba de
moda en esos días y se lo puso de forma jocosa Rene del Risco Bermúdez”.
Otro de los que fueron prisioneros políticos y que
recuerda su paso por La 40 y la experiencia con la “Silla”, lo fue el ingeniero
Cayetano Rodríguez del Prado, quien estuvo en esa cárcel junto a otros de sus
compañeros por sus vínculos con el Movimiento Popular Dominicano (MPD).
Cayetano escribió en sus memorias, publicadas en el
2008, lo siguiente: Había otro pabellón “casi igual que el primero, y ambos con
un portón de rejas y encima otro de madera que pretendía impedir la visión y
quizás también la entrada o salida de ruidos. Bastante cerca del centro del
patio había una pequeña edificación, o caseta, con un solo ambiente y,
dominándolo todo, como se tratara de un trono, la fatídica silla eléctrica.
(….). Bruscamente estrellaron mi cuerpo contra la estructura de metal de la
silla eléctrica e inmediatamente unas correas se apretaron hasta más no poder
sobre brazos y piernas, mientras mis pies descalzos hacían buen contacto con el
piso de cemento y las manos con los brazos metálicos del diabólico aparato”.
Revelaciones del
militar que fabricó la Silla
Guillermo Rivas Díaz, el mayor de la Marina de
Guerra que fabricó la “Silla Eléctrica”, nació el 10 de febrero de 1917.
Estudió Arquitectura en la Universidad de Santo Domingo y Electromecánica en
Inglaterra. Sus estudios lo dotaron de los conocimientos que le permitieron
diseñar y armar con sus propias manos el artefacto más temido de la cárcel de
La 40. Rivas perteneció a la institución castrense por más de 10 años, desde
aproximadamente 1947, y estudio en la zona militar de los Estados Unidos en el
Canal de Panamá; además desempeñó funciones en el área de mantenimiento del
“Destroyer Presidente Trujillo”.
Residente en la ciudad de Santo Domingo, era ahijado
del historiador Emilio Rodríguez Demorizi y tuvo como asistente a un reconocido
sicario, muerto recientemente de manera misteriosa, “un muchacho en esa época,
que se llamó Evertz Fournier, Carlito Evertz Founier”.
El ex mayor de la Marina, que ahora está inmerso en
la religión cristiana, parece que interesado en descargar su conciencia de lo
que había sido su participación indirecta en los crímenes de la dictadura, hizo
contacto con el Archivo General de la Nación a través de uno de los
sobrevivientes de La 40, el señor José Hungría Sánchez Suero, quien lo presentó
y ayudó en la coordinación de una entrevista.
Los datos espeluznantes suministrados por Rivas Díaz
a los entrevistadores del AGN encabezados por el historiador Aquiles Castro en
el 2012, no dejan espacios para las dudas: la “Silla” fue diseñada y fabricada
por Rivas, como se podrá leer en el fragmento de la entrevista que a continuación
insertamos, originalmente publicada en el Boletín del Archivo General de la
Nación, año LXXV, volumen XXXVIII, número 135, correspondiente a los meses de
enero-abril del 2013, paginas 153-187:
Por ALEJANDRO PAULINO RAMOS/Acento
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