En los
últimos días, se ha desatado una inusitada preocupación por el nivel de gastos que
generan las elecciones separadas en el país, según los sectores y figuras que promueven
una reforma, “muy preocupados por lo que ello implica en elecciones separadas”;
en un momento que está en el tapete un interés marcado de un grupúsculo de
políticos y acaudalados económicos, por facilitar la rehabilitación constitucional
del Presidente Danilo Medina, en razón del impedimento que según nuestra Carta
Magna se le estableció en la más reciente reforma, lo cual que le impide volver
a ser candidato a la primera magistratura de la nación.
La
Constitución de la República se ha convertido en un traje a la medida de los gobernantes
de turno; quienes, picado por el gusanillo de la repostulación, que emerge
propio de un ambiente rodeado de alabarderos, que medran siempre alrededor del
poder, los cuales insisten de manera permanente, sobre las condiciones sobrenaturales
que le visualizan al presidente de turno, que ocupe la silla de alfileres.
La Reforma Constitucional
del año 1994, fue una reforma orgánica, e integral, para quien suscribe, una de
las más avanzadas y bien concebida en los últimos años, que si bien es cierto,
surgió producto de la crisis política generada en los comicios en que compitieron
el Dr. Joaquín Balaguer y el Dr. José Francisco Peña Gómez, en las elecciones
celebradas en ese mismo año, no es menos cierto, que la misma sirvió para introducir
avances importantes que han redundado positivamente, de manera directa nuestra
democracia y vida institucional.
Dentro de
los principales aspectos que se recuerdan de esa reforma: podemos recordar y se
destacan de manera puntual: la creación del Consejo Nacional de la Magistratura,
la separación de las elecciones congresuales y municipales de las presidenciales,
la doble ciudadanía; elementos novedosos que sentaron las bases para el
ejercicio pleno del derecho de elegir y ser elegido, y fortalecimiento de la democracia
dominicana.
Quiero ver a
los propulsores de que nuestra carta magna sea nuevamente modificada, pidiendo
que el país se recupere de la más reciente estafa económica “Punta Catalina”,
la cual ha diezmado de manera significativa las arcas públicas; preocupados también
por la inseguridad ciudadana, que cada día cobra vidas útiles y productivas de
jóvenes, mujeres, obreros, profesionales que caen abatidos por la delincuencia común,
parte de ella, incubada en un sistema que no genera oportunidades de desarrollo
para sus ciudadanos; quiero ver esos mismos patriotas, que hoy imploran y ruega
una nueva Reforma Constitucional, pidiendo al gobierno la disminución de lanómina
pública, atomizada por botellas que cobran sin rendir una función productiva al
Estado; de igual forma, donde están esos eminentes ciudadanos, para exigirle al
gobierno transparencia en el sistema de compra, licitaciones y contrataciones
públicas, cuales han sido sus exigencias, para que haya en el país una
ejecución correcta del presupuesto nacional.
“Esos
prohombres, y mujeres dechados de virtudes”, que exigen una Reforma Constitucional
que rehabiliten al mandatario de turno, la sociedad quiere verlos fijando
posiciones sobre problemas ancestrales, que están ahí, disminuyendo cada día la
calidad de vida de los dominicanos.
El aumento
desmesurado de la pobreza, el desplome de sistema sanitario en el país, el aumento
del desempleo, la baja calidad de la educación; aún con el aumento que el 4% le
otorga al estado para ese sector, en fin; una cantidad de problemas acuciantes,
que ameritan de manera seria la atención del estado y necesita de patriotas
como los “reformadores”, para que sean abordados con celeridad. Se le quieren
hacer gracioso al presidente Danilo Medina, hay razones que conocemos, unas
públicas, otras se conocerán en la posteridad.
Pero; vamos,
mano a la obra, distinguidos ciudadanos preocupados por el gasto público,
demuestren su preocupación también por los problemas que nos aquejan, parte de
los cuales hemos citado en este escrito. Esperamos su pronta reacción, como lo
han hecho en su interés por la Rehabilitación Presidencial.
Por CRISTIAN
CEBALLOS
El autor es
abogado y periodista
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