MADRID (23 Diciembre 2019).- La determinación de uno
de los mejores jugadores de la historia de la NBA nace de la revancha con su
biografía.
LeBron Raymone James se abrió paso en el mundo compitiendo contra el
destino, se agigantó en su oficio hasta hacerse leyenda y ahora lucha, a la
vez, por restituir el prestigio archivado de los Lakers y por ejercer de padre
ejemplar, el padre que él no tuvo, con sus tres hijos. Sobre todo, por
proyección mediática, con el primogénito, de 15 años, que al nacer heredó su
nombre y al crecer ya acapara parte de su cuota de celebridad. LeBron Bronny
júnior se ha convertido en el adolescente más popular de Estados Unidos, solo
juega en el equipo de su instituto, el Sierra Canyon de Chatsworth, un barrio
de Los Ángeles, pero su presencia y notoriedad bastan para que se agoten las
mil localidades del pabellón escolar en cada uno de sus partidos y para que
decenas de cámaras de televisión acudan a captar todos sus movimientos y los de
su ilustre progenitor y fan incondicional a pie de pista.
Siguiendo la estela de King James, los últimos
partidos del Bronny ya se han retransmitido en directo a través de la cadena de
televisión ESPN para el país entero, circunstancia inaudita en partidos de ese
nivel, como la numerosa presencia de medios, desde televisiones locales hasta
periódicos ilustres. El niño juega de base o de escolta, ya mide 1,88 metros,
lleva el número 0 en su camiseta y viste siempre ropa Nike, la misma marca con
la que Lebron firmó en 2016 un contrato vitalicio por 1.000 millones de
dólares. “Que todo el mundo dé la bienvenida a Instagram al heredero de la
corona @real_bronny! Hace tres años le dije que en verano del 2019 le
permitiría abrirse una cuenta. Maldita sea, el tiempo vuela!”, presentó la
estrella de los Lakes a su hijo hace seis meses en la redes sociales. En menos
de 24 horas, el heredero superó el millón y medio de seguidores. El sueño
confeso de LeBron, que el 30 de diciembre cumplirá 35 años, es compartir equipo
con Bronny en la NBA. “Si continúa por este camino, es posible que llegue en
cinco o seis años. Sería un momento increíble. No solo para mí, sino para mi
familia. Ya veremos. Evidentemente la prioridad es cuidar mi cuerpo y seguiré
haciéndolo. Pero aún más importante es cuidar la cabeza. Si la cabeza no está
bien, el cuerpo se va a venir abajo por el camino”, dejó dicho hace un año
LeBron, que fichó por los Lakers, además de por el reto de revitalizar una
franquicia histórica, para darle un entorno de mayor competitividad y
proyección a su hijo. Su obsesión por la huella que le dejó su infancia.
En la misma carrerilla, la huida de LeBron desde
pequeño se convirtió en la persecución de todos sus retos y, tras 16 años de
carrera, con tres anillos de campeón de la NBA, tres medallas olímpicas y una
colección inagotable de récords profesionales, sus hijos son ahora la escultura
sobre la que cincelar y corregir sus cuentas pendientes. Su madre Gloria tenía
16 años cuando él nació en la sobria Akron (Ohio), ciudad industrial en la que
se crió, danzando de mudanza en mudanza, entre sus barrios marginales. Su padre
Anthony McClelland, exconvicto, se desentendió del niño al enterarse del
embarazo y la siguiente pareja de su madre, Eddie Jackson, acabó en prisión por
tráfico de cocaína. “Mi dolor fue mi motivación. La razón por la que soy quien
soy hoy es porque pasé por esos momentos difíciles de pequeño”, afirmó hace
años LeBron en una de las mediáticas confesiones de una historia de superación
que ha barnizado su carisma como uno de los grandes ídolos de los
estadounidenses.
“Pasé muchas noches de miedo, oyendo sirenas de
policía y disparos. Cosas que no quieres que viva ningún niño”. En septiembre
de 2013, LeBron se casó con Savannah Brinson, su novia desde secundaria, en una
ceremonia privada que contó con 200 invitados y duró tres días. Para entonces,
ya habían nacido Bronny en 2004, y Bryce Maximus, en 2007, también promesa
incipiente de la canasta. La pequeña de la familia, Zhuri, llegó en octubre de
2014, y ya sabe lanzar.
LeBron James, durante un partido de su hijo Bronny,
en Columbus (Ohio, EE UU), el 14 de diciembre.
LeBron James, durante un partido de su hijo Bronny,
en Columbus (Ohio, EE UU), el 14 de diciembre. JOE ROBBINS GETTY IMAGES
LeBron, que durante su carrera profesional (en
Cleveland, Miami y Los Ángeles) se ha embolsado más de 800 millones de dólares,
es todavía, a pesar de la pujanza de estrellas más jóvenes, el jugador de la
NBA con más contratos personales de patrocinio. Es imagen de Nike, Coca-Cola,
Beats, Kia, Intel..., entre otras multinacionales, en una lista de empresas que
le llenan la hucha con unos 50 millones de dólares al año a sumar al contrato
que firmó con los Lakers en el verano de 2018, a razón de 154 millones de
dólares por cuatro temporadas. “Hay mentes que funcionan mejor que otras en ciertas
áreas. Y LeBron, además de otros muchos talentos, tiene la mentalidad del
dinero”, le elogió el milmillonario Warren Buffet en una entrevista concedida a
USA Today en la que ensalzaba al jugador como hombre de negocios.
“No necesito mucho. El glamour y todo eso no me
apasiona. Simplemente me hace feliz tener el baloncesto en mi vida”, confiesa
siempre el protagonista relativizando su fortuna. La misma que le permitió
adquirir El castillo, su mansión en California, que cuenta con sala de cine,
piscina exterior, spa, ocho dormitorios y once baños, en la que predomina el
roble francés y el mármol español, y que cuenta con unas impresionantes vistas
al océano Pacífico. Todo por 23 millones de dólares. Una inversión a la que
suma su mayor lujo personal que, como detalló en su día su socio y mánager,
Maverick Carter, consiste en gastar 1,5 millones anuales en su preparación
física. Una planificación que incluyó la construcción en su casa de una réplica
del gimnasio que pueda tener cualquier equipo de la NBA, donde acuden dos
entrenadores personales para trabajar con él diariamente.
Filántropo, activista social, productor y hasta
actor (protagonizó el documental More than a game y en verano comenzó la
grabación de Space Jam 2, siguiendo también en el cine la senda de Michael
Jordan), LeBron se implicó, con donativos y eventos en la campaña presidencial
de Barack Obama a la Casa Blanca en 2008, alza la voz recurrentemente contra el
racismo (“No importa lo grande que puedas llegar a ser en Estados Unidos, no importa
cuánta influencia creas que tienes. Si eres afroamericano, no importa. Eres
negro. Sigues siendo negro en Estados Unidos”), y ha expresado en numerosas
ocasiones sus discrepancias con las políticas y la personalidad de Donald
Trump. “Nuestro presidente utiliza el deporte para dividirnos, y es algo que no
puedo soportar”, declaró al inaugurar en su ciudad natal la escuela I Promise,
la culminación de casi una década de trabajo de su fundación, enfocada a educar
a los niños en riesgo de exclusión social. Un programa con cobertura para 1.400
chavales que incluye la matrícula gratuita para la Universidad de Akron a
partir de 2021. Un empeño personal en la protección de la infancia.
“Yo no tuve un padre, así que siempre decía, 'cuando
tenga un hijo, no sólo va a llevar mi nombre, sino que voy a hacer todo lo que
ese hombre no hizo conmigo'. Quería que mis hijos no vivieran lo que yo viví.
Lo único que puedo hacer ahora es darles un modelo, un referente de superación
para que ellos creen su propio camino”, relató en el programa de HBO, The Shop.
Una catarsis que completó hace unos meses con la publicación de una carta
abierta a su padre. “Sabes una cosa, no te conozco, no tengo ni idea de quién
eres, pero tú eres parte de la razón que ha hecho que sea quien soy hoy en día.
El combustible que me proporcionó tu ausencia es parte de la razón por la que
crecí para convertirme en quien soy. Estoy en una posición que permite crecer a
la gente que me rodea, eso quizá no hubiera sido posible si hubiera tenido
padre y madre, dos hermanas, un perro y una casa con jardín ¿te das cuenta?
Gracias por todo. Mira en lo que me convertí”.
Por FAUSTINJO SÁEZ/El País
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