EL PAPA FRANCISCO Y EL GRAN AYATOLÁ SISTANI DEFIENDEN JUNTOS LA PRESENCIA DE LOS CRISTIANOS EN IRAK de los cristianos en Ira
BAGDAD (6 Marzo 2021).- El Papa Francisco y el Gran Ayatola Ali Al Sistani, una de las máximas autoridades de la comunidad chií en el mundo árabe, defendieron hoy de forma conjunta la presencia de la minoría cristiana en Irak, en un simbólico encuentro que se celebró en la ciudad de Nayaf y que se inscribe en el esfuerzo del Pontífice por promover la coexistencia entre las diferentes confesiones religiosas.
Según informó la oficina de Sistani, el clérigo local
"enfatizó su interés para asegurar que los cristianos vivan como todos los
iraquíes en paz y seguridad" y dijo que la cúpula chií insistirá en su
"protección" frente a la "injusticia".
El jefe de la iglesia católica, por su parte, subrayó
"la importancia de la colaboración y amistad entre las comunidades
religiosas para que, cultivando el diálogo con respeto recíproco, se pueda
contribuir al bien de Irak", indicó un comunicado distribuido por la oficina
de prensa del Vaticano.
El Pontífice también agradeció a Sistani "que
levantase la voz en defensa de los más débiles y perseguidos" y resaltó la
"importancia de la unidad del pueblo iraquí", una idea que se ha
resquebrajado bajo el sectarismo exacerbado que promovió la invasión de 2003,
apadrinada por EEUU.
La cita entre los dos jerarcas religiosos -que se
extendió durante unos 45 minutos- es quizás el encuentro de mayor calado de
todo el periplo papal y supone una continuación al significativo documento en
favor de la "fraternidad" que Francisco firmó en febrero de 2019 con
el Gran Mufti de Al Azhar, Ahmed el-Tayeb, una de las instituciones más reconocidas
de los musulmanes suníes.
Aquel texto defendió "una cultura del
diálogo" y "cooperación" entre las diferentes creencias
religiosas: "Exhortamos a todos los interesados a que dejen de utilizar
las religiones para incitar al odio, la violencia, el extremismo y el fanatismo
ciego, y a que se abstengan de utilizar el nombre de Dios para justificar actos
de asesinato, exilio, terrorismo y opresión", se leía en ese texto firmado
por ambas autoridades religiosas.
Sistani ejerce una enorme influencia en Irak, no sólo
espiritual sino también política, y durante todos estos años ha mantenido una
postura moderada que ha intentado frenar la influencia tanto de las fuerzas
lideradas por Estados Unidos como de Irán, que ha apoyado la creación de
decenas de milicias afines en este país.
El clérigo de 90 años permanece recluido en su
residencia de Nayaf -sede también de la mezquita del Imam Ali, el recinto más
sagrado del chiísmo-, que sólo abandonó temporalmente en 2004, y no suele
mostrarse en público. Sus encuentros con dignatarios extranjeros son también
muy limitados.
La intención del Papa Francisco por fomentar los
contactos entre credos diversos continuó durante la jornada con el encuentro
interreligioso que se registró en el yacimiento arqueológico de Ur, asociado a
la figura de Abraham, origen del monoteísmo.
Allí reunió a representantes de religiones tan
diversas como los yazidíes, mandeos, y musulmanes suníes y chiíes. Faltaba un
representante de la minoría judía. Antes de la creación de Israel en 1947, la
comunidad judía de Irak rondaba las 150.000 personas pero ahora está casi
extinguida, confirmando el declive de lo que fue durante siglos un territorio
crisol de culturas y creencias.
El acto incluyó la lectura de pasajes de la Biblia y
del Corán donde se hace alusión a Ur y Abraham y dos niños, Daoud y Hassan -uno
cristiano y el otro musulmán- explicaron como habían crecido juntos en Basora y
establecieron un pequeño negocio.
"Aunque no somos de la misma religión, nuestra
historia demuestra que se puede trabajar juntos y podemos ser amigos. No
queremos guerra ni violencia, ni odio. Nos gustaría que la gente de nuestro
país trabajara junta y fueran amigos", manifestó Hassan.
La visita a Ur, ubicada en el sur del país, era un
proyecto que quería acometer el Papa Juan Pablo II pero que se vio abortado por
la negativa del dictador Sadam Hussein.
Francisco volvió a rememorar el atroz sufrimiento de
los yazidíes, "que han llorado la muerte de muchos hombres y ha visto a
miles de mujeres, jóvenes y niños raptados, vendidos como esclavos y sometidos
a violencia y conversiones forzadas".
Además afirmó que los creyentes "no pueden callar
cuando el terrorismo abusa de la religión. La mayor blasfemia es profanar el
nombre de Dios odiando a nuestros hermanos y hermanas. El extremismo y la
violencia no nacen de un corazón religioso: son una traición a la
religión", precisó el Pontífice en su alocución a los presentes.
El desplazamiento papal se produjo a las pocas horas
de que esa misma región sureña asistiera a nuevas protestas de los jóvenes que
mantienen activo el espíritu de lo que se llamó la "revolución de
octubre", que se inició en ese mes de 2019 y que se extendió a todo el
país.
La página web Rudaw afirmó que se habían producido
movilizaciones en Diwaniya y Babilonia, que terminaron con la detención de
decenas de personas. "Los manifestantes piden el cese del gobernador por
sospechas de corrupción y el deterioro de los servicios en la provincia",
manifestó el activista Ahmed al-Mousawi, en declaraciones a ese medio local.
Los opositores han lanzado una campaña en las redes
sociales bajo hashtags como "Sálvanos" y "Mira a la gente
oprimida" con la que pretenden concitar la atención del Pontífice. Durante
su encuentro con el presidente Barhem Saleh, Francisco se refirió precisamente
a las corruptelas habituales en este país, y dijo que no es "suficiente
combatir el flagelo de la corrupción, el abuso del poder y el desprecio por la
ley. También es necesaria la promoción de la justicia y el fomento de la
honestidad, la transparencia y el fortalecimiento de las instituciones
responsables en este sentido".
Por JAVIER ESPINOSA/El Mundo
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