«La fuerza siempre atrae a los hombres de baja moralidad». Albert Einstein
Otrora el Bastión de San Genaro en el siglo XVII,
rebautizado como el Baluarte del Conde en honor de Bernardino de Meneses
Bracamonte y Zapata, Conde de Peñalba, Capitán General de La Española, quien
luchó contra la incursiones inglesas de William Penn y Robert Venables en 1655,
servía de entrada a la amurallada ciudad de Santo Domingo. En 1891 se colocó en
el arco de la parte frontal del monumento la inscripción latina: «Dulce el decorum
est pro patria mori», una frase muy utilizada en la Roma Antigua de un poema
lírico de Horacio.
La historia nos documenta los horrores de las guerras,
y morir por una patria que será saqueada más adelante por delincuentes
apandillados en instituciones públicas en contubernio con intereses del sector
privado, nos llamaría a una profunda reflexión. Son los "patriotas"
premiados con la sangre de los sacrificados.
Son una especie de kakistocracia, del griego κάκιστος
(kàkistos), el peor, y κράτος (kratos), gobierno. Es un término utilizado en
análisis y crítica política para designar un gobierno formado por los más
ineptos (los más incompetentes, los menos calificados y los más cínicos) de un
determinado grupo social (ver Wikipedia).
Con una pandemia que ha arrodillado las economías
mundiales desde el 2020 y de la cual parecería que sus efectos y secuelas se
extenderán durante algunos años, que países se aventurarían en nuevos
conflictos, aparte de convulsiones sociales internas, sería prudente recordar
las trágicas consecuencias de la Gripe Española y la Gran Depresión.
Datos difieren, pero se estima que las dos grandes
guerras del siglo XX costó la vida a 77 millones de personas, civiles y
militares. Los judíos, que al presente suman 15.7 millones en todo el mundo
(apenas el 0.2% de la población mundial de 7.9 mil millones), fueron los
grandes perdedores porcentualmente, con el agravante que esas conflagraciones
no eran asuntos judíos. Seis millones exterminados. En 1939 Europa tenía una
población judía de 9.5 millones, el 57% del total mundial de judíos, y en 1945
solo 3.8 millones, el 35%.
Guerras donde la población civil es un objetivo. Las
V1 y V2 sobre Londres, el bombardeo sobre Dresden, los campos nazis de
concentración y exterminio, las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, los
bombardeos sobre Hanoi, los asesinatos de políticos, de periodistas, de
religiosos, en fin, un frenesí letal de ideologías, intereses, dogmas y
creencias que convierte a la raza humana en un peligro para sí misma.
La Gripe Española, (1918 H1N1 flu virus), que no era
española, mató unos 50 millones. No aprendimos la lección y un siglo después
nos llegó otra pandemia que pudimos evitar con las herramientas tecnológicas y
recursos que dispone la humanidad a la fecha. Para los estoicos no hay nada de
dulce y decoroso morir por nada. Esta pandemia nos lo estruja en la cara: ¿De
qué sirve el uniforme de soldado, el atuendo de militante político o el ropaje
religioso? Si no cambia el individuo no cambia la sociedad y su tejido de
intereses, de los cuales conocemos las resultantes.
La pandemia cederá en algún momento. No sabemos
cuántos muertos sumará y el nivel de daño a las economías. Todas las economías
sufren: la de los individuos, de las empresas, de las naciones... Sectores
privilegiados saldrán muy beneficiados. Los platos rotos se pagarán. Las deudas
no serán condonadas. El capital quedará más concentrado. La sociedad aún más
dependiente del capital. Los bloques hegemónicos mundiales en reparto. El
individuo empequeñecido. Las sociedades más controlables respondiendo a los
intereses concentrados. La naturaleza, un medio. El futuro, incierto.
¿Por qué insertar la tragedia judía en Europa en este
artículo? Una señal de alarma. En un mundo postpandemia más excluyente, con
prejuicios, odios y nacionalismos cada vez más evidentes en muchas sociedades,
que la historia pueda repetirse es una tormentosa posibilidad. "Dulce et
decorum est pro patria mori" podría ser inculcado entre resentidos
excluidos y, desde ese punto, apandillarlos en una propuesta política, llámese
partidos o movimientos, no es una imposibilidad. La historia contemporánea nos
lo confirma.
La simbología ayuda al individuo a agruparse y crear
sociedades. Un escudo, una bandera, un himno. Así como las religiones aportan a
esos procesos de cohesión. Gradualmente llegan las imágenes de culto y las
marchas. Se fusionan los símbolos con estructuras de fuerza y coerción, los
militares. Nace el discurso "dulce y decoroso" y la manipulación. El
orden aplasta. La orden dicta. Se simplifica el espíritu humano. Se señala y se
juzga por tendencia. Se sacrifica la razón. Grados de libertad se imponen. Así
como los judíos en aquella Europa irreconocible; comparada a la otra de las
artes, la ciencia, la literatura, las revoluciones... de la misma manera
quienes sean "diferentes" serán chivos expiatorios.
En las redes tenemos algunas referencias muy
ilustrativas:
1- El dramaturgo alemán Bertolt Brecht se refirió a la
frase como "Zweckpropaganda" (propaganda barata para apoyar una
causa) y señaló que "Es mucho más dulce y mucho más decoroso vivir por la
patria".
2- El título de la historia corta "Dulcie and
Decorum" del escritor Damon Knight es una presentación irónica de las tres
primeras palabras de la frase. La historia es sobre computadoras que inducen a
los humanos a matarse.
3- La película "Johnny Got His Gun" termina
con esta frase, junto a las estadísticas de bajas desde la Primera Guerra
Mundial.
4- Herido de muerte, las últimas palabras atribuidas
al héroe nacional israelí Yosef Trumpeldor (1880-1920), uno de los primeros
activistas sionistas, notable por su ayuda al organizar el cuerpo de la Legión
Judía y traer inmigrantes judíos a Palestina, fueron: "Ein davar. Tov
lamut be'ad hartzeinu", (No importa. Vale la pena morir por la patria).
También está el uso de la frase como lema e
inscripciones en regimientos militares y academias. El escritor y poeta inglés
muerto en la Primera Guera Mundial en territorio francés, la llamó «esa vieja
mentira».
Estudiantes en universidades del siglo XIX brindaban:
«Dulce et decorum est pro patria mori, sed dulcius pro patria vivere, et
dulcissimum pro patria bibere. Ergo, bibamus pro salute patriae»... que traducida
al español: «Dulce y decoroso es morir por la patria, pero más dulce es vivir
por ella y aún más dulce es beber por ella. Por lo tanto, brindemos a la salud
de la patria».
Ernesto Sabato escribió: "Entre lo que deseamos
vivir y el intrascendente ajetreo en que sucede la mayor parte de la vida, se
abre una cuña en el alma que separa al hombre de la felicidad como al exiliado
de su tierra”.
Quizás el hombre aprenda y logre alcanzar la plenitud
del potencial del que está dotado para su felicidad y no para su desgracia, en
su afán de dominio sobre el otro, a veces marchando al redoble de tambores,
símbolos, himnos y frases marciales que invocan a la muerte como ditirambo a
victorias sobre ruinas.
Por AGUSTÍN
PEROZO BARINAS
Autor del libro sociopolítico La Tríada II.
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