EL PAPA EN CONGRESO EUCARÍSTICO: JESÚS NOS PREGUNTA, ¿QUIÉN SOY PARA TÍ ?
BUDAPEST (12 Septiembre 2021).- El Papa Francisco preside la mañana del domingo 12 de septiembre en la Plaza de los Héroes y acompañado por más de cien mil fieles, la eucaristía conclusiva del 52º Congreso Eucarístico Internacional, desarrollado en la ciudad de Budapest, Hungría.
Durante la homilía, Francisco actualizó la pregunta
que Jesús hace a sus discípulos en Cesarea de Filipo: «Y ustedes, ¿quién dicen
que soy yo?» (Mc 8,29). El Papa resalta que no basta con la admiración por
Jesús, sino que hace falta pasar a la “imitación de Jesús” y, de igual manera,
dirigiéndose a nosotros, dice el Pontífice: “Pero yo, ¿quién soy de verdad para
ti?”. ¿Quién soy para ti? Es una pregunta que, dirigida a cada uno de nosotros,
no pide sólo una respuesta correcta, de catecismo, sino una respuesta personal,
de vida”.
La renovación del discipulado
El Papa evidencia que el proceso de renovación del
discipulado tuvo lugar a través de tres pasos: “el anuncio de Jesús, el discernimiento
con Jesús y el camino en pos de Jesús”.
El anuncio de Jesús
A la pregunta: “Pero ustedes, ¿quién dicen que soy
yo?”, respondió Pedro como representante de todo el grupo: «¡Tú eres el
Mesías!». Pedro dice todo en pocas palabras, la respuesta es exacta, pero,
sorprendentemente, después de este reconocimiento Jesús ordena «que no dijeran
nada a nadie de Él» (v. 30). ¿Por qué una prohibición tan categórica?,
puntualiza Francisco.
El Papa quiere llamarnos la atención sobre los
diferentes mesianismos: “Existe siempre el riesgo de anunciar un falso
mesianismo, un mesianismo según los hombres y no según Dios. Por eso, a partir
de aquel momento, Jesús comienza a revelar su identidad, su identidad pascual,
la que encontramos en la Eucaristía. Explica que su misión se culminaría,
ciertamente, en la gloria de la resurrección, pero pasando a través de la
humillación de la cruz”.
Francisco nos advierte sobre los posibles efectos
desconcertantes del anuncio de Jesús: “También a nosotros nos gustaría un
mesías potente en vez de un siervo crucificado. La Eucaristía está ante
nosotros para recordarnos quién es Dios. No lo hace con palabras, sino de forma
concreta, mostrándonos a Dios como Pan partido, como Amor crucificado y
entregado”. Cristo, para darnos vida, muere, subraya el Papa. Este hecho
permite llegar al segundo paso hacia la renovación del discipulado.
El
discernimiento con Jesús
El Obispo de Roma evidencia que la propuesta de Jesús,
que incluye la cruz y el dolor, “el hombre se rebela”. Pedro también lo hace y
se escandaliza del camino de Jesús, del cual trata de disuadirlo. Francisco
añade: “La cruz no está nunca de moda, ni hoy ni en el pasado”.
En este contexto, el Papa recuerda la lucha interior
que vivió Pedro y que posiblemente vivamos cada uno de nosotros: “un áspero
conflicto entre el “pensar como piensa Dios” y el “pensar cómo piensan los
hombres”.
¡Qué lejos está Aquel que reina en silencio sobre la
cruz, del falso dios que quisiéramos que reinase con la fuerza y redujese al
silencio a nuestros enemigos! ¡Qué distinto es Cristo, que se propone sólo con
amor, de los mesías potentes y triunfadores, adulados por el mundo! Jesús nos
sacude, no se conforma con las declaraciones de fe, nos pide purificar nuestra
religiosidad ante su cruz, ante la Eucaristía, dice Francisco.
El Papa nos invita a dejar que Jesús “nos cure de las
rigideces y del encerrarnos en nosotros mismos, nos libere de las esclavitudes
paralizantes de defender nuestra imagen, nos inspire a seguirlo adonde Él
quiera conducirnos”.
El
camino en pos de Jesús
El camino cristiano no es una búsqueda del éxito, sino
que comienza con un paso hacia atrás, con un descentramiento liberador, con el
quitarse uno del centro de la vida. Es entonces cuando Pedro reconoce que el
centro no es su Jesús, sino el verdadero Jesús.
El Papa Francisco insiste, caminar en pos de Jesús
consiste en “Es ir adelante por la vida con su misma confianza, la de ser hijos
amados de Dios. Es recorrer el mismo camino del Maestro, que vino a servir y no
a ser servido (cf. Mc 10,45). Es dirigir cada día nuestros pasos al encuentro
del hermano. Hacia allí nos lleva la Eucaristía, a sentirnos un solo Cuerpo, a
partirnos por los demás”.
Francisco finaliza la homilía insistiendo en que, como
san Esteban y Santa Isabel, “no nos contentemos con poco, no nos resignemos a
una fe que vive de ritos y de repeticiones, abrámonos a la novedad escandalosa
de Dios crucificado y resucitado, Pan partido para dar vida al mundo”.
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