"RUMIAR" LA PALABRA DE DIOS QUE ES NO ES CUALQUIER NOTICIA, PROCLAMA EL PAPA FRANCISCO ANTE MILES DE FELIGRESES
CIUDAD DEL VATICANO (31 Octubre 2021).- Al comentar el Evangelio de San Marcos propuesto por la liturgia de este 31° domingo del Tiempo Ordinario, el Papa Francisco dijo que “la Palabra del Señor no puede ser recibida como cualquier noticia: hay que repetirla, asumirla, custodiarla” y sugirió que esta noche, antes de
ir a dormir, hagamos un examen de conciencia “para ver si hoy hemos amado al Señor y hemos dado un poco de bien a los que nos hemos encontrado".
A la hora del ángelus del último domingo de octubre el
Papa Francisco – desde la ventana de su estudio frente a la Plaza de San Pedro
– explicó a los fieles y peregrinos de diversos países, y a quienes lo seguían
a través de los medios de comunicación, que en la Liturgia del día el Evangelio
habla de un escriba que se acerca a Jesús y le pregunta: “¿Cuál es el primero
de todos los mandamientos?”.
Al comentar que Jesús responde, citando la Escritura,
“que el primer mandamiento es amar a Dios”, el Santo Padre dijo que “de este,
como consecuencia natural, se deriva el segundo: amar al prójimo como a sí
mismo: Y añadió que, tras esta respuesta, “el escriba no sólo reconoce que es
justa, sino que al hacerlo repite casi las mismas palabras pronunciadas por
Jesús”.
“Amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia
y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos
los holocaustos y sacrificios”
Tras preguntar “¿por qué, al dar su asentimiento, el
escriba siente la necesidad de repetir las mismas palabras de Jesús?”,
Francisco expresó que “esta repetición es aún más sorprendente si pensamos que
estamos en el Evangelio de Marcos, que tiene un estilo muy conciso”. Mientras
del sentido de esta repetición dijo que “es una enseñanza para nosotros que
escuchamos”:
Rumiar
la Palabra de Dios
“Porque la Palabra del Señor no puede ser recibida
como cualquier noticia: hay que repetirla, asumirla, custodiarla”
Además, el Papa subrayó que la tradición monástica
utiliza un “término audaz, pero muy concreto: la Palabra de Dios ha de ser
‘rumiada’. Podemos decir que es tan nutritiva que debe llegar a todos los
ámbitos de la vida: implicar” “todo el corazón, toda el alma, toda la
inteligencia, todas las fuerzas”. De manera que”’
“La Palabra de Dios debe resonar, ser un eco dentro de
nosotros. Cuando existe este eco interior, significa que el Señor habita
nuestro corazón”
El
Señor corazones dóciles
Hacia el final de su comentario el Obispo de Roma dijo
que “el Señor busca, no tanto hábiles comentaristas de las Escrituras, sino
corazones dóciles que, acogiendo su palabra, se dejan transformar dentro”. Por
esta razón, es importante “familiarizar con el Evangelio, tenerlo al alcance de
la mano siempre, leerlo y releerlo, apasionarse. Cuando lo hacemos, Jesús,
Palabra del Padre, entra en nuestro corazón, se vuelve íntimo y nosotros damos
frutos en Él”.
“Tomemos como ejemplo el Evangelio de hoy: no es
suficiente leerlo y comprender que hay que amar a Dios y al prójimo. Es
necesario que este mandamiento, el ‘gran mandamiento’, resuene en nosotros, sea
asimilado, se convierta en voz de nuestra conciencia. Entonces no se queda en
letra muerta, porque el Espíritu Santo hace brotar en nosotros la semilla de
esa Palabra”
Después de reafirmar que “la Palabra de Dios actúa, es
viva y eficaz”, el Papa dijo que así cada uno puede “convertirse en una
“traducción viva, diferente y original, de la única Palabra de amor que Dios
nos dona”.
¿Este
mandamiento orienta mi vida?
Invitando a retomar hoy el ejemplo del escriba, el
Pontífice pidió que “repitamos las palabras de Jesús, hagámoslas resonar en
nosotros: ‘Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente
y con todas las fuerzas y al prójimo como a sí mismo’. Y preguntémonos:
¿Orienta realmente mi vida este mandamiento? ¿Se refleja en mi vida diaria?”.
“Nos hará bien esta noche, antes de dormirnos, hacer
un examen de conciencia sobre esta Palabra, para ver si hoy hemos amado al
Señor y hemos dado un poco de bien a los que nos hemos encontrado. Que la
Virgen María, en quien se hizo carne el Verbo de Dios, nos enseñe a acoger en
nuestro corazón las palabras vivas del Evangelio”
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