EN MENSAJE DE BENDICIÓN "URBI ET ORBI", EL PAPA FRANCISCO AFIRMA: "DIOS NO QUIERE UN MONÓLOGO, SINO UN DIÁLOGO CON NOSOTROS"
CIUDAD DEL VATICANO (25 Diciembre 2021).- Muchas son las dificultades de nuestro tiempo, dijo el Papa Francisco en su mensaje navideño, “pero más fuerte es la esperanza, porque ‘un niño nos ha nacido”. Mientras ante el riesgo de “no querer dialogar, o de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo”; el Pontífice afirmó que sólo dialogando se puede llegar “a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos”
Puntualmente a mediodía, desde la Logia central de la
Basílica Vaticana el Papa Francisco ofreció su mensaje navideño con su
bendición "Urbi et Orbi", es decir a la ciudad de Roma y al mundo
para desear a todos los queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!
Tras recordar que “la Palabra de Dios, que ha creado
el mundo y da sentido a la historia y al camino del hombre, se hizo carne y
vino a habitar entre nosotros” el Obispo de Roma explicó que “apareció como un
susurro, como el murmullo de una brisa ligera, para colmar de asombro el
corazón de todo hombre y mujer que se abre al misterio”. En efecto, “el Verbo
se hizo carne para dialogar con nosotros”, dijo el Pontífice y añadió:
“Dios nos mostró el camino del encuentro y del diálogo
al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado. Es más, Él mismo encarnó
en sí mismo este camino, para que nosotros pudiéramos conocerlo y recorrerlo
con confianza y esperanza”
El
riesgo de no querer dialogar
“Hermanas, hermanos – prosiguió diciendo el Papa – qué
sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han
mantenido unidas a familias y a comunidades”, tal como él mismo lo ha escrito
en su encíclica Fratelli tutti. Y recordó que “en este tiempo de pandemia nos
damos cuenta de esto todavía más”, puesto que, como dijo Francisco, “se pone a
prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, se refuerza la tendencia a
cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a
colaborar”. De ahí que haya destacado que también en el ámbito internacional
“existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la complejidad de la
crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo;
pero son estos, en realidad, los únicos que conducen a la solución de los
conflictos y a beneficios compartidos y duraderos”.
Conflictos,
crisis y contradicciones
En efecto, mientras el anuncio del nacimiento del
Salvador, fuente de la verdadera paz, resuena a nuestro alrededor y en el mundo
entero, vemos todavía muchos conflictos, crisis y contradicciones. Parece que
no terminan nunca y casi pasan desapercibidos. Nos hemos habituado de tal
manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no
escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y
hermanas.
El cardenal Martino, protodiácono, proclama las condiciones de la indulgencia en el Urbi et Orbi con Francisco.
“Pensemos en el pueblo sirio, que desde hace más de un
decenio vive una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número
incalculable de refugiados. Miremos a Iraq, que después de un largo conflicto
todavía tiene dificultad para levantarse. Escuchemos el grito de los niños que
se alza desde Yemen, donde una enorme tragedia, olvidada por todos, se está
perpetrando en silencio desde hace años, provocando muertos cada día”
Francisco invitó a recordar “las continuas tensiones
entre israelíes y palestinos que se prolongan sin solución, con consecuencias
sociales y políticas cada vez mayores”. Pidió asimismo que “no nos olvidemos de
Belén, el lugar en el que Jesús vio la luz, que vive tiempos difíciles, también
a causa de las dificultades económicas provocadas por la pandemia, que impide a
los peregrinos llegar a Tierra Santa, con efectos negativos en la vida de la
población”. “Pensemos en el Líbano – prosiguió – que sufre una crisis sin
precedentes con condiciones económicas y sociales muy preocupantes”.
Signo
de esperanza en medio de la noche
Sin embargo, el Santo Padre dijo que “en medio de la
noche” está “el signo de esperanza”. Por eso, tras citar el Paraíso de Dante,
Francisco invitó a pedir al Salvador “la fuerza de abrirnos al diálogo”. “En
este día de fiesta – agregó el Papa – le imploramos que suscite en nuestros
corazones anhelos de reconciliación y de fraternidad”, invitando nuevamente a
dirigir a Él “nuestra súplica”:
“Niño Jesús, concede paz y concordia a Oriente Medio y
al mundo entero. Sostén a todos los que están comprometidos en la asistencia
humanitaria a las poblaciones que se ven forzadas a huir de su patria; consuela
al pueblo afgano, que desde hace más de cuarenta años es duramente probado por
conflictos que obligan a muchos a dejar el país”
Al “Rey de las naciones”, el Papa le pidió que ayude
“a las autoridades políticas a pacificar las sociedades devastadas por
tensiones y conflictos”. De modo concreto le pidió que sostenga “al pueblo de
Myanmar, donde la intolerancia y la violencia también golpean frecuentemente a
la comunidad cristiana y los lugares de culto, y opacan el rostro pacífico de
sus gentes”. Prosiguió pidiendo al Salvador:
“Sé luz y sostén para quienes creen y trabajan en
favor del encuentro y del diálogo, yendo incluso contra corriente, y no
permitas que se propaguen en Ucrania las metástasis de un conflicto gangrenoso”
De la misma manera invocó al “Príncipe de la Paz”,
para que asista “a Etiopía para que vuelva a encontrar el camino de la
reconciliación y la paz a través de un debate sincero, que ponga las exigencias
de la población en primer lugar”. Que escuche “el grito de los pueblos de la
región del Sahel, que padecen la violencia del terrorismo internacional”; y que
dirija “su mirada a los pueblos de los países del Norte de África que sufren a
causa de las divisiones, el desempleo y la desigualdad económica, y alivia los
sufrimientos de muchos hermanos y hermanas que sufren por los conflictos
internos de Sudán y Sudán del Sur”. El Santo Padre prosiguió en su mensaje de
Navidad:
“Haz que en los corazones de los pueblos del
continente americano prevalezcan los valores de la solidaridad, la
reconciliación y la pacífica convivencia, a través del diálogo, el respeto
recíproco y el reconocimiento de los derechos y los valores culturales de todos
los seres humanos”
Al “Hijo de Dios”, el Papa le pidió que conforte “a
las víctimas de la violencia contra las mujeres que se difunde en este tiempo
de pandemia”; que ofrezca “esperanza a los niños y a los adolescentes víctimas
de intimidación y de abusos”; que dé “consuelo y afecto a los ancianos, sobre
todo a los que se encuentran más solos”; y que conceda “serenidad y unidad a
las familias, lugar primordial para la educación y base del tejido social”.
“Dios con nosotros, concede salud a los enfermos e
inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las
soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus
consecuencias. Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la
asistencia necesaria, especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres.
Recompensa a todos los que demuestran responsabilidad y entrega al hacerse
cargo de sus familiares, de los enfermos y de los más débiles”
Francisco se dirigió al “Niño de Belén”, para pedirle
que permita “que los prisioneros de guerra, civiles y militares, de los
conflictos recientes, y quienes están encarcelados por razones políticas puedan
volver pronto a sus hogares”. “No nos dejes indiferentes ante el drama de los
emigrantes, de los desplazados y de los refugiados, añadió, puesto que “sus
ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad
que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas”.
Hacia el final de su mensaje, y antes de impartir su
bendición "Urbi et Orbi", dirigiéndose al “Verbo eterno” que se hizo
carne, el Santo Padre le pidió que nos haga “diligentes hacia nuestra casa
común, que también sufre por la negligencia con la que frecuentemente la
tratamos, y motiva a las autoridades políticas a llegar a acuerdos eficaces
para que las próximas generaciones puedan vivir en un ambiente respetuoso para
la vida”. Por último, antes de desear “¡Feliz Navidad a todos!”, dirigiéndose a
los queridos hermanos y hermanas del mundo entero, el Papa dijo:
“Muchas son las dificultades de nuestro tiempo, pero
más fuerte es la esperanza, porque ‘un niño nos ha nacido’. Él es la Palabra de
Dios y se ha hecho un infante, sólo capaz de llorar y necesitado de todo. Ha
querido aprender a hablar, como cada niño, para que aprendiésemos a escuchar a
Dios, nuestro Padre, a escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y
hermanas. Oh Cristo, nacido por nosotros, enséñanos a caminar contigo por los
senderos de la paz”
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