ESCUCHA DEL OTRO CONFIADA Y HONESTA PARA UNA COMUNICACIÓN BUENA: EL LLAMADO DEL PAPA FRANCISCO
CIUDAD DEL VATICANO (24 Enero 2022).- “Escuchar con los oídos del corazón”. Se hizo público el mensaje del Papa para la 56ª Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebrará el próximo 29 de mayo. Escuchar más voces, escribe Francisco, escucharse mutuamente también en la Iglesia, “nos permite ejercitar el arte del discernimiento”, y “orientarse en medio de una sinfonía de voces”. Y afirma que mucha “desconfianza” acumulada hacia la “información oficial” ha causado una “infodemia”, por lo que es cada vez más difícil hacer.
“Escuchar con los oídos del corazón”. Así se titula el
mensaje que el Santo Padre firmó este 24 de enero – memoria de San Francisco de
Sales, Doctor de la Iglesia, fundador de la Orden de la Visitación y patrono de
la prensa católica – con motivo de la 56ª Jornada mundial de las Comunicaciones
Sociales que se celebrará el próximo 29 de mayo. En este mensaje – rubricado en
San Juan de Letrán, catedral de Roma – el Papa comienza recordando que el año
pasado “reflexionamos sobre la necesidad de ir y ver para descubrir la realidad
y poder contarla a partir de la experiencia de los acontecimientos y del
encuentro con las personas”.
“Siguiendo en esta línea, deseo ahora centrar la
atención sobre otro verbo, ‘escuchar’, decisivo en la gramática de la
comunicación y condición para un diálogo auténtico”
Escuchar
sigue siendo esencial para la comunicación
El Pontífice explica que “estamos perdiendo la
capacidad de escuchar a quien tenemos delante”, y que “la escucha está
experimentando un nuevo e importante desarrollo en el campo comunicativo e
informativo, a través de las diversas ofertas de podcast y chat audio, lo que
confirma que escuchar sigue siendo esencial para la comunicación humana”.
Francisco alude a un ilustre médico acostumbrado a
curar las heridas del alma, quien ante la pregunta de “cuál era la mayor
necesidad de los seres humanos”, respondió: “El deseo ilimitado de ser escuchados”.
De manera que se trata de “un deseo que a menudo permanece escondido, pero que
interpela a todos los que están llamados a ser educadores o formadores, o que
desempeñen un papel de comunicador”, o sea “los padres y los profesores, los
pastores y los agentes de pastoral, los trabajadores de la información y
cuantos prestan un servicio social o político”.
Escuchar
con los oídos del corazón
Tras destacar que de “las páginas bíblicas aprendemos
que la escucha no sólo posee el significado de una percepción acústica, sino
que está esencialmente ligada a la relación dialógica entre Dios y la
humanidad”, hasta el punto que “San Pablo afirma que la fe proviene de la
escucha”, el Santo Padre escribe:
“La iniciativa es de Dios que nos habla, y nosotros
respondemos escuchándolo; pero también esta escucha, en el fondo, proviene de
su gracia, como sucede al recién nacido que responde a la mirada y a la voz de
la mamá y del papá. De los cinco sentidos, parece que el privilegiado por Dios
es precisamente el oído, quizá porque es menos invasivo, más discreto que la
vista, y por tanto deja al ser humano más libre”
Además, el Pontífice afirma que “la escucha
corresponde al estilo humilde de Dios”, que “Dios ama al hombre” y que por esta
razón “le dirige la Palabra” e “inclina el oído para escucharlo”. Mientras “el
hombre, por el contrario, tiende a huir de la relación, a volver la espalda y
cerrar los oídos para no tener que escuchar”.
“El negarse a escuchar termina a menudo por
convertirse en agresividad hacia el otro, como les sucedió a los oyentes del
diácono Esteban, quienes, tapándose los oídos, se lanzaron todos juntos contra
él”
Dios
siempre se revela comunicándose gratuitamente
Francisco recuerda que “Jesús pide a sus discípulos
que verifiquen la calidad de su escucha”, que los exhortan a ello “después de
haberles contado la parábola del sembrador, dejando entender que no basta
escuchar, sino que hay que hacerlo bien” y glosando un parágrafo de su
exhortación apostólica Evangelii gaudium – del 2013 sobre el anuncio del
Evangelio en el mundo actual – añade que “sólo prestando atención a quién
escuchamos, qué escuchamos y cómo escuchamos podemos crecer en el arte de
comunicar, cuyo centro no es una teoría o una técnica, sino la ‘capacidad del
corazón que hace posible la proximidad’”.
Ejemplos
del rey Salomón y los santos Agustín y Francisco de Asís
Además, el Santo Padre pone de manifiesto que “todos
tenemos oídos, pero muchas veces incluso quien tiene un oído perfecto no
consigue escuchar a los demás”. De ahí su afirmación:
“Existe realmente una sordera interior peor que la
sordera física. La escucha, en efecto, no tiene que ver solamente con el
sentido del oído, sino con toda la persona”
Recuerda asimismo que el rey Salomón “demostró
sabiduría porque pidió al Señor que le concediera un corazón capaz de escuchar”
y que “san Agustín invitaba a escuchar con el corazón (corde audire), a acoger
las palabras no exteriormente en los oídos, sino espiritualmente en el
corazón”. Mientras San Francisco de Asís exhortaba a sus hermanos a “inclinar
el oído del corazón”.
“No podemos sino escuchar lo que nos hace únicos en la
creación: el deseo de estar en relación con los otros y con el otro. No estamos
hechos para vivir como átomos, sino juntos”
La
escucha como condición de la buena comunicación
Por otra parte, al considerar que existe “un uso del
oído que no es verdadera escucha, sino lo contrario: el escuchar a escondidas”,
“una tentación siempre presente y que hoy, en el tiempo de las redes sociales,
parece haberse agudizado”, como es el hecho de “escuchar a escondidas y espiar,
instrumentalizando a los demás para nuestro interés”, el Papa escribe:
“Lo que hace la comunicación buena y plenamente humana
es precisamente la escucha de quien tenemos delante, cara a cara, la escucha
del otro a quien nos acercamos con apertura leal, confiada y honesta”
Por esta razón lamenta que “la falta de escucha”, que
experimentamos “en la vida cotidiana”, es evidente también “en la vida pública,
en la que, a menudo, en lugar de oír al otro, lo que nos gusta es escucharnos a
nosotros mismos”. Se trata de “síntoma”, afirma el Papa, de que: “Más que la
verdad y el bien, se busca el consenso; más que a la escucha, se está atento a
la audiencia. La buena comunicación, en cambio, no trata de impresionar al
público con un comentario ingenioso dirigido a ridiculizar al interlocutor,
sino que presta atención a las razones del otro y trata de hacer que se
comprenda la complejidad de la realidad”.
“Es triste cuando, también en la Iglesia, se forman
bandos ideológicos, la escucha desaparece y su lugar lo ocupan contraposiciones
estériles”
El
diálogo es un “duálogo”, un monólogo a dos voces
En “muchos de nuestros diálogos – prosigue el
Pontífice en su Mensaje – no nos comunicamos en absoluto. Estamos simplemente
esperando que el otro termine de hablar para imponer nuestro punto de vista”. Y
como señala el filósofo Abraham Kaplan, el Papa recuerda que:
“Diálogo es un ‘duálogo’, un monólogo a dos voces. En
la verdadera comunicación, en cambio, tanto el tú como el yo están ‘en salida’,
tienden el uno hacia el otro. Escuchar es, por tanto, el primer e indispensable
ingrediente del diálogo y de la buena comunicación”
De ahí la importancia de recordar que “no se comunica
si antes no se ha escuchado, y no se hace buen periodismo sin la capacidad de
escuchar”. De manera que “para ofrecer una información sólida, equilibrada y
completa es necesario haber escuchado durante largo tiempo”.
“Para contar un evento o describir una realidad en un
reportaje es esencial haber sabido escuchar, dispuestos también a cambiar de
idea, a modificar las propias hipótesis de partida”
Como escribe el Obispo de Roma, sólo “si se sale del
monólogo se puede llegar a esa concordancia de voces que es garantía de una
verdadera comunicación”, además de la necesidad de “escuchar diversas fuentes”,
son “conformarnos con lo primero que encontramos” para asegurar “fiabilidad y
seriedad a las informaciones que transmitimos”.
“Escuchar más voces, escucharse mutuamente, también en
la Iglesia, entre hermanos y hermanas, nos permite ejercitar el arte del
discernimiento, que aparece siempre como la capacidad de orientarse en medio de
una sinfonía de voces”
Recuerdo
del cardenal Agostino Casaroli
Ante la pregunta de “¿por qué afrontar el esfuerzo que
requiere la escucha?”, Francisco recuerda al gran diplomático de la Santa Sede,
el cardenal Agostino Casaroli, quien hablaba del “martirio de la paciencia”,
necesario para escuchar y hacerse escuchar en las negociaciones con los
interlocutores más difíciles, con el fin de obtener el mayor bien posible en
condiciones de limitación de la libertad. “También en situaciones menos
difíciles, la escucha requiere siempre la virtud de la paciencia, junto con la
capacidad de dejarse sorprender por la verdad – aunque sea tan sólo un
fragmento de la verdad –de la persona que estamos escuchando”.
“Sólo el asombro permite el conocimiento. Me refiero a
la curiosidad infinita del niño que mira el mundo que lo rodea con los ojos muy
abiertos. Escuchar con esta disposición de ánimo – el asombro del niño con la
consciencia de un adulto – es un enriquecimiento, porque siempre habrá alguna
cosa, aunque sea mínima, que puedo aprender del otro y aplicar a mi vida”
“Infodemia”
causada por la información oficial
Hacia el final de su Mensaje Francisco también afirma
que “la capacidad de escuchar a la sociedad es sumamente preciosa en este
tiempo herido por la larga pandemia”. “Mucha desconfianza acumulada
precedentemente hacia la ‘información oficial’ – escribe – ha causado una
‘infodemia’, dentro de la cual es cada vez más difícil hacer creíble y
transparente el mundo de la información”.
“Es preciso disponer el oído y escuchar en
profundidad, especialmente el malestar social acrecentado por la disminución o
el cese de muchas actividades económicas”
El
problema de las migraciones
En cuanto a “la realidad de las migraciones forzadas”,
el Santo Padre admite que se trata de “un problema complejo”, del que “nadie
tiene la receta lista para resolverlo”. Por esta razón no duda en repetir que,
“para vencer los prejuicios sobre los migrantes y ablandar la dureza de
nuestros corazones, sería necesario tratar de escuchar sus historias, dar un
nombre y una historia a cada uno de ellos”, tal como ya lo hacen “muchos buenos
periodistas” y “muchos otros lo harían si pudieran”.
“¡Alentémoslos! ¡Escuchemos estas historias! Después,
cada uno será libre de sostener las políticas migratorias que considere más
adecuadas para su país. Pero, en cualquier caso, ante nuestros ojos ya no
tendremos números o invasores peligrosos, sino rostros e historias de personas
concretas, miradas, esperanzas, sufrimientos de hombres y mujeres que hay que
escuchar”
Escucharse
en la Iglesia
De la misma manera, insiste Francisco, “en la Iglesia
hay mucha necesidad de escuchar y de escucharnos”. Y citando teólogo
protestante Dietrich Bonhoeffer, el Papa destaca que nos recuerda “que el
primer servicio que se debe prestar a los demás en la comunión consiste en
escucharlos. Quien no sabe escuchar al hermano, pronto será incapaz de escuchar
a Dios”.
“El
apostolado del oído”
Por último, en cuanto a la acción pastoral, el
Pontífice escribe que “la obra más importante es ‘el apostolado del oído’.
Escuchar antes de hablar, como exhorta el apóstol Santiago. Y recordando que
acaba de comenzar el proceso sinodal, el Papa pide que “oremos para que sea una
gran ocasión de escucha recíproca”. Puesto que:
“La comunión no es el resultado de estrategias y
programas, sino que se edifica en la escucha recíproca entre hermanos y
hermanas. Como en un coro, la unidad no requiere uniformidad, monotonía, sino
pluralidad y variedad de voces, polifonía. Al mismo tiempo, cada voz del coro
canta escuchando las otras voces y en relación a la armonía del conjunto. Esta
armonía ha sido ideada por el compositor, pero su realización depende de la
sinfonía de todas y cada una de las voces”
Y confluye destacando que “conscientes de participar
en una comunión que nos precede y nos incluye, podemos redescubrir una Iglesia
sinfónica, en la que cada uno puede cantar con su propia voz acogiendo las de
los demás como un don, para manifestar la armonía del conjunto que el Espíritu
Santo compone”.
Fuente: VATICAN
NEWS
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