PAPA FRANCISCO: LAS TENTACIONES DE APROVECHARSE DE LOS DEMÁS PARA ALCANZAR PRIVILEGIOS Y PODER SON VENCIDAS CON LA PALABRA DE DIOS
CIUDAD DEL VATICANO (6 Marzo 2022).- Francisco, antes del rezo mariano, recordó que la verdadera felicidad y la libertad están en el compartir, no en aprovecharse de los demás para alcanzar privilegios y poder. Esas tentaciones se vecen con la Palabra de Dios.
Ceder a las tentaciones adormece las conciencias
porque se justifica el mal disfrazándolo con buenas intenciones. Esta es una de
las reflexiones del Papa Francisco, en su alocución antes del rezo mariano del
Ángelus de este primer domingo de Cuaresma, que propone el pasaje evangélico
que lleva a Jesús al desierto donde, por cuarenta días, es tentado por el
diablo (cf. Lc 4,1-13).
El
veneno de las pasiones
“El desierto -dijo el Santo Padre- simboliza la lucha
contra las seducciones del mal para aprender a elegir la verdadera libertad”. Y
la experiencia de Jesús antes de comenzar su misión pública es precisamente
“una lucha espiritual” para combatir las tentaciones, como la de “sacar
provecho” de ser Hijo de Dios, y aumentar su poder. Una “propuesta seductora”,
afirmó Francisco, que solo conduce a la esclavitud del corazón, pues “nos
obsesiona con el ansia de tener, reduce todo a la posesión de cosas, de poder y
de fama”. Las tentaciones son el "el veneno de las pasiones" en las
que se arraiga el mal, pero se vencen con la Palabra de Dios.
“No hay que aprovecharse, no hay que utilizar a Dios,
a los demás y las cosas para uno mismo, no hay que aprovecharse de la propia
posición para adquirir privilegios. Porque la verdadera felicidad y la libertad
no están en el poseer, sino en el compartir; no en aprovecharse de los demás,
sino en amarlos; no en la obsesión por el poder, sino en la alegría del
servicio”, subrayó el Pontífice.
Con
la tentación no se dialoga
El Santo Padre recordó que las tentaciones, que nos
acompañan en todo el camino de la vida, se presentan muchas veces bajo una
"aparente forma de bien", "con ojos dulces", "con cara
de ángel", incluso enarbolando religiosidad. Esto es un engaño del diablo
que es astuto y hace que una mala acción o caer en la tentación se justifique
con las buenas obras o gestos de la cotidianidad. “Si cedemos a sus halagos
-puntualizó Francisco - acabamos justificando nuestra falsedad enmascarándola
con buenas intenciones”.
“Con la tentación no se debe dialogar, no debemos caer
en ese adormecimiento de la conciencia que nos hace decir: “En el fondo, no es
grave, ¡todos lo hacen así!”, agregó el Santo Padre al recordar que Jesús, no
pacta con el mal, se opone al diablo con la Palabra de Dios.
Un
desierto cuaresmal
Al concluir su reflexión, el Papa invitó a vivir el
tiempo de Cuaresma como un tiempo en el desierto, es decir, dedicado al
silencio y a la oración para que “podamos detenernos y mirar lo que se agita en
nuestro corazón”.
“Hagamos claridad interior, poniéndonos ante la
Palabra de Dios en la oración, para que tenga lugar en nosotros una lucha beneficiosa
contra el mal que nos hace esclavos, una lucha por la libertad”, concluyó el
Pontífice, al pedir a la Virgen que nos acompañe en el desierto cuaresmal y nos
ayude en nuestro camino de conversión.
Por ALINA TUFANI
DÍAZ/VaticanNews
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