MARIO TERÁN EL MILITAR BOLIVIANO QUE EJECUTÓ AL CHÉ GUEVARA MURIÓ DE CÁNCER DE PRÓSTATA A LOS 80 AÑOS
LA PAZ, Bolivia (13 Marzo 2022).- Su vida entera se resume en un instante. Mario Terán Salazar, militar boliviano, tuvo una vez delante a un tipo barbudo muy alto, enorme lo recodaría él, con unos ojos que brillaban intensamente. Terán empuñaba un arma que por momentos temió que ese gigante pudiera arrebatarle. Sintió un vértigo que habría de recordar el resto de sus días.
Póngase sereno —me dijo— y apunte bien. ¡Va a matar a
un hombre! Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los
ojos y disparé”, contaría después. Era 1967 y Terán acababa de ejecutar a
Ernesto (Che) Guevera.
El militar, que tuvo una existencia anónima, murió el
jueves en Santa Cruz de la Sierra a los 80 años de edad, enfermo de cáncer de
próstata, según confirmó su hijo a France Presse.
Terán no se explayó mucho más sobre lo ocurrido
aquella mañana, en medio de la Guerra Fría, salvo esa explicación un tanto
dramática que dio sobre la forma en la que acabó con el mítico revolucionario.
Es más, después de 30 años de servicio se retiró y llegó a decir que no fue él
el verdugo, sino alguien con su mismo nombre y apellidos. Nadie le creyó.
Para que Terán y el Che Guevara se encontraran frente
a frente en La Higuera, un pueblo diminuto junto a los Andes, se tuvo que dar
una serie de casualidades cósmicas. Uno estaba herido, andrajoso, indefenso,
según se ve en la última foto tomada antes del disparo. El otro, vestido de
militar y armado. La CIA lo quería vivo para interrogarlo, pero el presidente
boliviano de entonces, René Barrientos, ordenó acabar con él de inmediato, sin
juicio de por medio. Barrientos era un anticomunista furibundo. El encargado de
cumplir sus órdenes fue Terán, que entonces tenía 25 años y un pequeño bigote
cuadrado sobre la comisura de los labios.
El día de la ejecución era 9 de octubre, lunes. La
mañana de la jornada anterior, Guevara había sido capturado en un monte
cercano. Un destacamento liderado por el capitán Gary Prado había recibido
horas antes la información de que los guerrilleros que comandaba el Che estaban
escondidos en una zona conocida como la Quebrada del Yuro. Los soldados
aniquilaron a la mayoría de insurgentes durante el ataque sorpresa e hirieron
en la pierna izquierda al líder. Cuando fueron a capturarlo, según la versión
de los uniformados, les gritó: “No tiren que yo soy el Che. Yo les valgo más
vivo que muerto”.
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