LAS EXEQUIAS DEL CARDENAL LOZANO BARRAGÁN FUERON PRESENTADAS EN EL VATICANO
CIUDAD DEL VATICANO (26 Abril 2022).- Su lema episcopal era "Testis resurrectionis", y a lo largo de su vida el cardenal Lozano Barragán - primero como teólogo, luego como párroco y finalmente como jefe de un dicasterio de la curia romana - ha sido un testigo constante de la muerte de Cristo y de su resurrección para nuestra salvación.
Su “profunda devoción a la Virgen, arraigada en su
alma desde la infancia, nos lleva a pensar que el difunto Cardenal encontró a
la Virgen esperándole en el umbral del Paraíso y lo condujo de la mano hacia
Jesús, introduciéndole en la alegría y la paz sin fin de la visión de Dios”:
palabras del cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, al
recordar una de las características de la espiritualidad del purpurado
mexicano, el cardenal Javier Lozano Barragán, fallecido a los 89 años tras una
larga enfermedad. La Misa Exequial se celebró a las 14 horas en el Altar de la
Cátedra de la Basílica Vaticana y a su término el Santo Padre Francisco
presidió el rito de la Ultima Commendatio y de la Valedictio.
Testigo
constante de la muerte y resurrección de Cristo
El Decano del Colegio Cardenalicio recorrió la vida
del “querido cardenal” que “cerró los ojos serenamente el domingo de Pascua,
con la alegría de haber recibido la visita del Santo Padre en la noche del
Viernes Santo y de haber podido así rezar con el Papa unos días antes de su
paso a la vida eterna”.
Su lema episcopal era "Testis
resurrectionis", y a lo largo de su vida el cardenal Lozano Barragán -
primero como teólogo, luego como párroco y finalmente como jefe de un
dicasterio de la curia romana - ha sido un testigo constante de la muerte de
Cristo y de su resurrección para nuestra salvación.
Espíritu
de servicio y un ímpetu inquebrantable
Recordó también el cardenal Re que “el largo
ministerio eclesial del Cardenal Lozano Barragán estuvo constantemente
sostenido por la fuerza del amor a Dios, a la Iglesia, al Papa y a las almas”.
Éste se desarrolló "con espíritu de servicio y con un ímpetu
inquebrantable desde su primera juventud”. En su ministerio, - dijo - muchas
personas se sintieron comprendidas y reconfortadas por su sentido de la
compasión. Y “en los diferentes cargos que ocupó a lo largo de los años, el
espíritu que animaba al Cardenal Lozano Barragán era siempre el mismo: fe
sólida, competencia doctrinal, fidelidad al Magisterio, auténtico "sensus
Ecclesiae" y amor a las almas”.
Reunidos aquí, en el altar del Señor, el día después
de la octava de Pascua, el amado difunto nos invita a hacer nuestras las
conocidas palabras del apóstol Pedro: “Bendito sea Dios, el Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que, en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la
resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, a una herencia incorruptible,
incontaminada e imperecedera, que ustedes tienen reservada en el cielo. (1
Pedro 1,3-4).
La devoción a Nuestra Señora de Guadalupe
En el conmemorar momentos significativos en la vida
del difunto purpurado, hizo presente una característica de la espiritualidad
del difunto: su fuerte devoción a la Virgen.
En la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe recibió
su Primera Comunión. Cuando fue nombrado obispo, quiso que la ordenación
episcopal se confiriera en la misma basílica mariana. Como nuevo cardenal celebró una de sus
primeras misas en el santuario guadalupano. Para conmemorar su 25º aniversario
como obispo, en 2004, viajó a México para rezar a la Virgen María y celebrar
una misa en el Santuario de Guadalupe en el Tepeyac, tan querido por él.
¡Cuántas veces en su vida – exclamó - ha hablado de la
Virgen, como la Madre que nos ama y a la que nada escapa de nuestros problemas
y angustias!
A Dios “bueno y rico en misericordia”, se confía a
“este amigo y hermano nuestro, - concluyó el Cardenal Decano - implorando el
perdón por sus debilidades humanas y rogando que Dios lo acoja en la inmensidad
de su amor”.
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