PAPA FRANCISCO PRESIDIÓ VIA CRUCIS EN EL COLISEO CON FAMILIAS UNIDAS EN UN ABRAZO DE PAZ ENTRE UCRANIA Y RUSIA
CIUDAD DEL VATICANO (11 Abril 2022).- Las historias, alegrías y dificultades de muchas familias en las 14 estaciones del Vía Crucis del Viernes Santo nuevamente en el Coliseo romano. En el Año de la Familia "Amoris Laetitia", las meditaciones relatan escenas de la vida cotidiana, pero también la guerra en Ucrania y las dificultades de los inmigrantes en los países de acogida.
Hay familias en su vida cotidiana, las alegrías del
amor compartido, los problemas de pareja, las preocupaciones por los hijos, el
sufrimiento de la enfermedad, el dolor de la pérdida del cónyuge en las
meditaciones del Vía Crucis. Y están los que viven la guerra, como el pueblo
ucraniano y ruso, que desde hace más de un mes son protagonistas de un
conflicto que sigue registrando muertes atroces, y los que han tenido que dejar
su país para buscar un futuro en otro lugar y sufren al ser llamados sólo
migrantes.
Historias reales y concretas. La Pasión que se contará
en el Coliseo el Viernes Santo es la de Cristo, pero encarnada en la vida
cotidiana de tantos hogares. Los textos escritos por un joven matrimonio
(estación I), una familia en misión (estación II), una pareja de ancianos sin
hijos (estación III), una familia numerosa (estación IV), una familia con un
hijo discapacitado (estación V), una familia que dirige un hogar- familia
(estación VI), una familia con un padre enfermo (VII), una pareja de abuelos
(VIII), una familia adoptiva (IX), una viuda con hijos (X), una familia con un
hijo consagrado (XI), una familia que ha perdido una hija (XII), una familia
ucraniana y otra rusa (XIII) y una familia de emigrantes (XIV).
Las
familias como protagonistas
El Papa Francisco ha querido que las familias sean las
protagonistas de las 14 estaciones, en el año dedicado a la familia en el que
la Iglesia celebra el quinto aniversario de la Exhortación Apostólica Amoris
Laetitia. Un año que concluirá con el décimo Encuentro Mundial de las Familias
previsto en Roma del 22 al 26 de junio.
Los testimonios, que se sitúan junto al viaje de Jesús
al Calvario y describen fragmentos de vida en los que pueden encontrarse muchas
familias, han sido recogidos por Gigi De Paolo, presidente nacional del Foro de
Asociaciones Familiares y de la Fundación para la Natalità, y su esposa Anna
Chiara Gambini, quienes también han escrito una meditación. Serán, en su
mayoría, las mismas familias que han contado sus historias en las meditaciones
las que también llevarán la Cruz al anfiteatro romano, donde la cristiandad se
reunirá en la noche del silencio, en todo el mundo, en recuerdo de la
crucifixión y muerte de Jesús, que pareció apagar en los discípulos la
esperanza encendida por la Buena Noticia.
Un
matrimonio en ciernes y una pareja en misión
Con Jesús, el viaje de las familias es un verdadero
viaje a través de las estaciones de la vida, aunque las 14 estaciones no
reflejen totalmente la lista más utilizada por la Tradición. Pero es bien
sabido que, en la historia de la devoción, los nombres, y a veces el número, de
las estaciones han tenido diferentes patrones.
Abriendo la Vía Dolorosa hay una pareja cuyo matrimonio
sólo tiene dos años. En sus reflexiones hay felicidad por el viaje que han
emprendido, pero también hay temores e incertidumbres sobre el futuro: el miedo
a la separación, porque eso les ha pasado a muchos cónyuges, los malentendidos
en el diálogo, la lucha por llegar a fin de mes.
En las meditaciones aparecen también los días de una
familia en misión que ha querido llevar el amor de Cristo a lugares donde
todavía es desconocido, pero que vive con la angustia de llevar una vida
precaria, lejos de sus orígenes. "No es fácil vivir sólo de la fe y la
caridad, porque a menudo no nos apoyamos plenamente en la Providencia. Y a
veces, ante el dolor y el sufrimiento de una madre que muere al dar a luz y,
además, bajo las bombas -se lee en la segunda estación-, o de una familia
destruida por la guerra o el hambre y los abusos, surge la tentación de
responder con la espada, de huir... Pero eso sería traicionar a nuestros
hermanos más pobres, que son tu carne en el mundo y que nos recuerdan que eres
el Viviente.
Los
hijos
Están las parejas que no pueden tener hijos, que
siguen caminando cada día cogidos de la mano, cuidando de los demás, que con el
tiempo se han convertido en hogar y familia. También están los cónyuges que, en
cambio, han cambiado sus sueños profesionales por el bien de sus hijos, con el
temor de negarlo todo, como Pietro: con "la angustia y la tentación del
arrepentimiento ante el enésimo gasto inesperado". Pero si no fue fácil
sacrificar los viejos deseos por la familia, "es infinitamente más bello
así".
Para los que tienen un hijo discapacitado, en cambio,
la cruz es el juicio de las personas que llaman a su vástago una carga. Pero lo
que aprendemos es que "la discapacidad no es un alarde ni una etiqueta,
sino la vestimenta de un alma que a menudo prefiere callar ante los juicios
injustos, no por vergüenza sino por misericordia hacia los que juzgan".
"Jesús es azotado y coronado de espinas",
recuerda la 6ª estación meditada por dos matrimonios con 42 años de casados, 3
hijos naturales, 9 nietos y 5 hijos adoptados que no son autosuficientes y
tienen problemas mentales. "Para quienes creen que no es humano dejar
solos a los que sufren, el Espíritu Santo mueve en sus corazones la voluntad de
actuar y de no permanecer indiferentes, ajenos", explican, y añaden que
"el dolor nos devuelve a lo esencial, ordena las prioridades de la vida y
devuelve la sencillez de la dignidad humana". Y quienes protagonizan una
adopción revelan, por otra parte, que al cargar ellos mismos, "padres e
hijos", con esa cruz que es la historia de una vida marcada por el
abandono, sanada por una acogida, se esconde un secreto de felicidad.
En la undécima estación, "Jesús promete el Reino
al buen ladrón", se describe como malhechores a dos padres que
inicialmente no aceptaron la elección de su hijo como sacerdote. Luego, la
constatación de que estaban equivocados, oponiéndose a esa vocación de diversas
maneras, y la confesión a Dios: "Nosotros somos una vasija y Tú eres el
mar". Nosotros somos una chispa y Tú eres el fuego. Por eso, como el buen
ladrón, te pedimos que te acuerdes de nosotros cuando vengas a tu Reino".
Las
cargas de los abuelos y las familias rotas
En el camino hacia el Gólgota, también está la
historia de un marido que se enfrenta a la enfermedad de su mujer, una cruz
inesperada, como la que soportó Jesús, que ha alterado el equilibrio familiar
pero que ha traído muchas ayudas. También describen a dos abuelos jubilados,
que soñaban con una vejez tranquila, pero que tienen que mantener a las
familias de sus hijas en dificultades y cuidar de sus nietos. "Cargados de
una cruz", ellos también reconocen un regalo, sin embargo, que "ser
'oxígeno' para las familias" de sus hijos, porque "nunca se deja de
ser mamá y papá".
Una madre soltera con dos hijos sostiene también que
"bajo la cruz, toda familia, incluso la más desequilibrada, la más
dolorosa, la más extraña, la más atrofiada, encuentra su sentido más
profundo", descubriendo el amor del Creador, el de sus hermanos y
"una Iglesia que, con todos sus defectos, le tiende la mano". Del
mismo modo, una mujer que ha perdido a su marido y a su hija, a pesar de los
interrogantes que le plantea el dolor, ve su cruz "habitada por el
Señor" y sigue viéndose como una familia, identificándose con María a los
pies de Jesús.
La
guerra en Ucrania
Las dos últimas estaciones del Vía Crucis son
narraciones de estos días. Una familia ucraniana y otra rusa rastrean todo lo
que la guerra cambia: "la existencia, los días, la despreocupación por la
nieve del invierno, la recogida de los niños del colegio, el trabajo, los
abrazos, las amistades". Le preguntan a Dios por qué, en medio de las
lágrimas que se han agotado y la ira que "ha dado paso a la
resignación", y se desesperan porque ya no pueden sentir el amor del
Todopoderoso. Conscientes de la dificultad de la reconciliación, invocan al
Señor para que hable "en el silencio de la muerte y de la división",
enseñando "a hacer la paz, a ser hermanos, a reconstruir lo que las bombas
habrían querido destruir".
Las
esperanzas de los emigrantes
Por último, una familia de emigrantes se confiesa,
tras duros viajes, percibidos como una carga en el país de acogida. "Aquí
hay muchos números, categorías, simplificaciones. Sin embargo, somos mucho más
que inmigrantes. Somos personas", leemos entre las líneas de la 14ª estación,
"El cuerpo de Jesús está depositado en el sepulcro", junto con sus
sacrificios y su pasado. Pero no hay resignación en sus palabras, sino
esperanza. "Sabemos que la gran piedra que está a la puerta del sepulcro
será removida un día", concluyen, esperando la Pascua y la nueva vida de
Cristo.
Por TIZIANA
CAMPISI/Vatican News
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