EDUCAR ES TRANSMITIR LA VIDA, ES VIVIR UNA MISIÓN: PAPA FRANCISCO A LAS MAESTRAS PÍAS
CIUDAD DEL VATICANO (14 Mayo 2022).- Alrededor del mediodía, de este 14 de mayo, más de cuatro mil peregrinos del Instituto de las Maestras Pías Filipenses y de las diócesis italianas de Viterbo y Civitavecchia-Tarquinia, abarrotaron el Aula Pablo VI del Vaticano. En su discurso el Santo Padre los invitó a seguir el ejemplo de Santa Lucia Filippini, “que nunca dejó de ser discípula de Jesús Maestro y de estar ante su cátedra, la Cruz”.
“Santa Lucia, así transmitía a los demás lo que
guardaba en su corazón: no sermones, no teorías, sino contenido y vida,
contenidos de vida. Su misión como educadora no era diferente de su experiencia
mística”, lo dijo el Papa Francisco en su discurso a los peregrinos del
Pontificio Instituto de las Maestras Pías Filipenses y de las diócesis
italianas de Viterbo y Civitavecchia-Tarquinia, a quienes recibió en audiencia
la mañana de este sábado, 14 de mayo, en el Aula Pablo VI del Vaticano.
El
Año Jubilar un momento de gracia
Al saludar a los peregrinos, los Obispos y sacerdotes,
los Alcaldes y demás Autoridades, y en especial, a los niños de la Primera
Comunión, el Santo Padre compartió su alegría por el 350 aniversario del
nacimiento de Santa Lucía Filippini. “Este Año Jubilar es un momento precioso
para cada uno de ustedes – precisó el Pontífice – es como volver a la fuente
para sacar nuevas energías para el futuro; pero también es una oportunidad para
dar gracias al Señor y pedirle que seamos canales de esa misma gracia que Santa
Lucía acogió y distribuyó generosamente a tantas personas”.
“No
se enseña lo que se sabe, sino lo que se es”
En este contexto, el Papa Francisco les propuso dos
breves reflexiones: una dirigida al Instituto de las Maestras Pías Filipenses;
la otra para todos los devotos de Santa Lucía. Al dirigirse a las Maestras
Pías, el Santo Padre recordó que, las religiosas tienen una misión exigente, el
ser Maestras. “Un proverbio dice, que no se enseña lo que se sabe, sino lo que
se es. Transmitimos a los demás lo que somos por dentro. No basta con llenar la
cabeza de ideas, eso no es educar; educar es transmitir la vida. Y ser maestros
es vivir una misión. En cambio, si hacemos buenos discursos, pero la vida va en
otra dirección, corremos el riesgo de ser sólo actores que interpretan un
papel”.
Santa
Lucia transmitía lo que guardaba en su corazón
En este sentido, el Pontífice señaló que, el ejemplo
de su Fundadora puede ayudarles a vivir esta misión. “Santa Lucía suele ser
representada con el Crucifijo en la mano o en el acto de señalarlo. Supo
enseñar a tantos, en primer lugar, porque ella misma nunca dejó de ser
discípula de Jesús Maestro y de estar ante su cátedra, la cruz. Tenía a Dios
que da la vida ante sus ojos y se sentía llamada a hacer de la vida un don. Así
transmitía a los demás lo que guardaba en su corazón: no sermones, no teorías,
sino contenido y vida, contenidos de vida. Su misión como educadora no era
diferente de su experiencia mística”.
“Así es como se transmite la fe. Dios sólo se comunica
si habita en nuestra vida, si llena nuestros afectos, si une nuestros
pensamientos e inspira nuestras acciones. ¿Y cuál es la prueba de ello? Nuestra
apertura a los demás: quien conoce al Señor no se encierra en la sacristía,
sino que vive para servir, sin importarle dónde o qué se le pida”
Vivir
la consagración como una llamada al servicio
A las Hermanas el Papa Francisco también les dio un
consejo ante las dificultades de la vida religiosa, de la falta de vocaciones:
“no estamos llamados en primer lugar a ‘poner a Jesús en el centro’, como si
fuéramos los protagonistas; estamos llamados en primer lugar a quitarnos del
centro, que es el suyo. Vivir la consagración como una llamada al servicio.
Esto es lo que permite a Jesús obrar en nosotros como quiere y enseñarnos a
superar la resignación y la nostalgia, a leer nuestra compleja época, a
emprender con valentía caminos nuevos al ritmo de los tiempos”. Les hará bien
recordar la imagen de Santa Lucía con el Crucifijo en la mano: no para
nosotros, sino para Él es el centro; y seremos buenos maestros si seguimos
siendo discípulos, llamados cada día a servir, con alegría.
“Dios
no puede dejar de ser mi padre”
Un segundo pensamiento, el Santo Padre lo dirigió a
todos los que celebran Santa Lucía Filippini. “Esta mujer tenía un secreto:
vivía con una constante confianza en Dios, porque Ella, decía, 'no puede dejar
de ser mi padre'. Me gustaría repetirles estas palabras: No puede dejar de ser
mi padre. A menudo, en la vida, nos preocupamos porque tenemos que dejar muchas
cosas atrás: algunas seguridades, los años de juventud, un poco de salud, tal
vez los seres queridos... Pues bien, si en la vida hay personas y cosas que
tarde o temprano tenemos que dejar atrás, hay una presencia que nunca nos
abandonará, una certeza fundamental que siempre nos acompañará y que nada ni
nadie podrá borrar: Dios no puede dejar de ser mi padre”.
“Todo puede fallarnos, pero no la ternura de Dios.
Recordemos siempre esto, especialmente en los tiempos oscuros: Dios nunca nos
abandona, porque no puede dejar de ser nuestro Padre”
Guardemos en nuestro corazón esta buena noticia, que
alimenta la confianza. Deseo que puedan anunciarlo a los que conozcan, para
reavivar la esperanza en ellos también. Hay tanta necesidad hoy en día; es una
misión que nos concierne a cada uno de nosotros.
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