«¿No tienes enemigos? ¿Es que jamás dijiste la verdad o jamás amaste la justicia?» Santiago Ramón y Cajal
En este mundo poscovid, opaco, fraudulento, marcial y
depredador, si preguntamos a cualquier ciudadano algo simple como: «¿Te gusta
la política?», constataríamos sin sorpresa alguna que la mayoría responde con
un rotundo «No».
No importa el conocido argumento de que al que no le
gusta la política está condenado a ser gobernado por los que sí les gusta y la
ejercen.
Rodrigo Mayorga escribió: «Criticar a un candidato es
sin duda legítimo en democracia; lo complejo es cuando el cuestionamiento a un
político particular se traspasa luego a los políticos en general y,
rápidamente, pone en entredicho a la política como esfera de acción».
Si no aceptamos la legitimidad de nuestros políticos
como tampoco de nuestro sistema político que los engendra, entonces, por deducción,
estamos siendo defraudados. Nos imponen una farsa.
El problema con la política, ya sin fronteras, pues al
presente las políticas nacionales dependen de la gran política global, es que
necesariamente no responde al bienestar humano ni a su hábitat planetario. Es
un aparejo del sistema financiero mundial y de estructuras de poder del llamado
«primer mundo».
La palabra poder viene del latín vulgar *posere, y
este de 'posse, potis', y este de la raíz indoeuropea *poti- (amo, dueño,
déspota), que dio en griego πόσις (posis = esposo, potestad). Varias palabras
nos llegaron de 'posse', que incluyen: Poderoso - Que tiene mucho poder.
Poderío - Dominio, imperio.
El verbo 'poseer' (tener algo bajo su poder) viene del
latín 'posidere', compuesto con 'potis' y 'sedere' (estar sentado), propiamente
‘sentarse como amo en un lugar’. De ahí: posesión, posesivo, poseído, poseedor,
desposeer.
Pues bien, sabemos que la gran mayoría de la población
mundial no está empoderada y en gran proporción, está desposeída. El poder
propiamente dicho (económico e ideológico) descansa en el gran capital, el
mismo señalado por sus espectaculares especulaciones financieras, por su
engañoso dinero fiduciario o exnihilo (se argumenta que el dinero inconvertible
tiene la ventaja de ser más controlable y el gobierno emisor puede gestionar de
forma más fiable la oferta de crédito, la liquidez, los tipos de interés y el
control de la devaluación); por su perversa creación masiva de deuda, por su
impulso depredador con la sobreexplotación de recursos naturales, con el
extractivismo minero, con los hidrocarburos, etc., y este, en esencia, procura
beneficios, rendimientos, utilidades... por ejemplo, en armamentos.
Como cualquier mercancía, el material bélico se hace
obsoleto en el tiempo. Tarde o temprano debe ser consumido para reponer
inventarios. La inmensa inversión en tecnología, materias primas, otros
materiales, procesos, instalaciones, entrenamiento, etc., explica claramente el
colosal negocio que envuelve esas operaciones. ¿Cómo se consumen los
armamentos? Simple, muy simple: en guerras y prácticas de guerra.
Los que hemos usado armas de fuego cortas, las
llamadas "extensión de tu puño", conocemos esa efímera sensación de
poder mítico y tronador al disparar ('efímera' porque cuando se acaban las
balas la situación cambia dramáticamente). Estos artefactos no sirven para
ninguna otra cosa que no sea matar. No puedes hacer ni surcos para la siembra
con los mismos. Ni educar, ni sanar, ni alimentar, ni abrigar; solo matar... y
generar ganancias a sus fabricantes. ¿Proteger? Sí y no... depende de las
circunstancias.
La guerra entre Ucrania y Rusia nos hace pagar un alto
precio por un conflicto ajeno a nuestros intereses. La invasión fue una
decisión político-militar rusa contra la insinuación de Ucrania de buscar
pertenecer a la OTAN, sumado a ataques en el este ucraniano; al menos lo que
creemos saber hasta ahora. Es un conflicto que detonó en el 2014 durante una
revuelta antirrusa, Rusia se anexionó Crimea y comenzó la guerra del Donbás.
Decía Confucio que quien oye una sola campana corre el riesgo de quedarse
sordo.
Habría que consultar a rusos y ucranianos sobre este
párrafo que nos presenta el Centro de Análisis de Política y Prospectiva de
Chile: «El problema del espacio y del poder es un problema geopolítico desde el
momento en que reconocemos que todo espacio humanamente determinado es objeto
de alguna forma de poder que tiene lugar en él y a través de él, y de que el
poder encuentra en los espacios y territorios –en los espacios
territorializados- su ámbito principal de ejercicio, sus arenas donde se
despliega».
Así, también tenemos la perversidad política en
nuestros países: el poder no es para servir, sino para servirse, y donde el fin
justifica los medios. En el año 2020, justo con la pandemia covidiana en sus
inicios, en la República Dominicana se eligió un presidente abanderado de la
caduca consigna de "El cambio" y de la persecución de corruptos
impunes que rehuían (y rehuyen) a auditorías forenses independientes... estos
mismos que al presente negocian sus espacios políticos sin ser procesados judicialmente,
dos años después.
En todas las instancias de poder todo es un acotejo a
favor de intereses políticos y económicos. Y la mano que mueve la cuna, el
poder financiero, lo apaña, hábilmente. Están destruyendo instituciones,
algunas ya casi inoperantes, dejando tras de sí un bagazo de sociedad.
Si aún tiene dudas, siga observando con juicio
crítico... también a usted le llegará en su momento el pesado fardo de ese
poder mefistofélico, similar al Soneto LV de Pablo Neruda:
"Espinas, vidrios rotos, enfermedades, llanto,
asedian día y noche la miel de los felices y no sirve la torre, ni el viaje, ni
los muros: la desdicha atraviesa la paz de los dormidos; el dolor sube y baja y
acerca sus cucharas y no hay hombre sin este movimiento, no hay natalicio, no
hay techo ni cercado: hay que tomar en cuenta este atributo".
La protervia de estos políticos se somete a los tres
siguientes mandamientos cardinales. Ni usted, ni yo, ni otro ciudadano, mucho
menos la humanidad, somos de valor humano para ellos; somos solo agentes
utilizables y descartables para sus propósitos e intereses:
Primer mandamiento: La política es el arte de lo
posible.
Segundo mandamiento: En política se hace lo que
conviene.
Tercer mandamiento: La política se nutre de
realidades.
¿Cuáles son nuestras fuerzas políticas
representativas? Y, mucho más importante, ¿representativas de qué? Seguro no de
algo digno como aquella frase de Jorge Gaitán: «Más vale una bandera limpia y
solitaria en una cumbre, que mil banderas tendidas en el lodo».
Para concluir, como uno de los tantos que nos
ilusionados con la canción «Imagine» de John Lennon en la década de los setenta
del siglo pasado, comparto una reflexión de Antoine de Saint-Exupéry: «Si
queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la
inteligencia al servicio del amor».
Por AGUSTÍN PEROZO BARINAS
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