FRANCISCO PIDE A LOS SACERDOTES SICILIANOS OPCIONES VALIENTES, SERVICIO PLENO Y EXCLUSIVO
CIUDAD DEL VATICANO (9 Junio 2022).- Las luces y las sombras de Sicilia, tierra de santos y héroes servidores de la Iglesia y del Estado, tierra marginada y marcada por la violencia, fueron recordadas por Francisco en su discurso a los obispos y sacerdotes reunidos en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.
El discurso de Francisco a los más de 300 presbíteros
y obispos de Sicilia recoge lo bueno, lo malo y el por hacer de los hombres de
Iglesia en una isla fulcro de razas y culturas, víctima del abandono,
marginación y hasta la crueldad, pero exigente con sus sacerdotes que desde
siempre se han demostrado guías espirituales y morales para las personas y la
sociedad.
Reunidos en la Sala Clementina del Palacio Apostólico,
el saludo de Monseñor Antonino Raspanti, obispo de Acireale, fue el punto de
partida del Papa en su recorrido sincero por la vida de una isla afectada por
un cambio de época que pone a prueba los vínculos sociales y emocionales, que
“requieren opciones valientes, aunque reflexionadas y, sobre todo, iluminadas
con el discernimiento del Espíritu Santo” y ancladas en la tradición sabia y
viva de la Iglesia.
No
significa que sea una isla feliz
“Sicilia no está al margen de este cambio”, afirma el
Pontífice al explicar que no obstante una historia de acogida de pueblos, a
veces dominadores, a veces migrantes, en una integración que ha determinado su
propia cultura, “esto no significa que sea una isla feliz”, sino más bien
contradictoria y aprisionada en su condición de insularidad.
“En Sicilia asistimos a comportamientos y gestos
marcados por grandes virtudes y también por la crueldad. Asimismo, junto a
obras maestras de extraordinaria belleza artística vemos escenas de
mortificante abandono. E igualmente, frente a hombres y mujeres de gran
cultura, muchos niños y jóvenes evaden la escuela, quedando apartados de una
vida humana digna”, constata el Santo Padre. Una vida cotidiana donde, así como
resplandece el contraste de colores “del cielo y las flores, los campos y el
mar”, no es casual que se haya "derramado tanta sangre a manos de los
violentos” y, al mismo tiempo, se mantenga “la resistencia humilde y heroica de
los santos y los justos, servidores de la Iglesia y del Estado”.
Una
situación social en regresión
“La situación social actual de Sicilia está en clara
regresión desde hace años; un signo claro es la despoblación de la isla, debida
tanto a la caída de la natalidad como a la emigración masiva de jóvenes. La
desconfianza en las instituciones alcanza niveles elevados y los servicios
disfuncionales lastran el desempeño de las tareas cotidianas, a pesar de los
esfuerzos de personas buenas y honestas que quisieran comprometerse y cambiar
el sistema”, describe Francisco.
De allí su invitación a los presbíteros a comprender
en profundidad el cómo y hacia dónde lleva este cambio de época, para así poder
decirdir qué camino tomar para “anunciar, en las fracturas y articulaciones de
este cambio, el Evangelio de Cristo”. “Una tarea, insistió el Papa, aunque
encomendada a todo el pueblo de Dios, nos pide a los sacerdotes y obispos un
servicio pleno, total y exclusivo”.
El
desapego de unos, el heroísmo de otros
Francisco, ante estos desafíos, pone de manifiesto la
disminución de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y en particular,
el “creciente desapego de los jóvenes”, que no logran percibir en las
parroquias o movimientos eclesiales “una ayuda en su búsqueda del sentido de la
vida”, e incluso “no siempre ven en ellos un claro desprendimiento de viejas
formas de actuar, erróneas e incluso inmorales, para emprender con decisión el
camino de la justicia y la honestidad”.
En contraposición, el Santo Padre destaca la figura de
sacerdotes y fieles que como el padre Pino Puglisi y Rosario Livatino y han
abrazado el destino de la sociedad siciliana, con su labor “silenciosa tenaz y
amorosa” con personas desanimadas, desempleadas o solas.
“Por eso, en Sicilia -afirma el Pontífice - la gente
sigue buscando a los sacerdotes como guías espirituales y morales, personas que
también pueden ayudar a mejorar la vida civil y social de la isla, apoyar a la
familia y ser un punto de referencia para los jóvenes en crecimiento. La
expectativa del pueblo siciliano hacia los sacerdotes es alta y exigente”.
Abrazar
la vida del pueblo
El Papa Francisco exhorta a los sacerdotes a “abrazar
plenamente la vida de este pueblo” que vive la “amargura y la decepción por la
distancia que les separa de las zonas más ricas y desarrolladas del país y de
Europa”, que padece los sentimientos de frustración que llevan, especialmente a
los jóvenes, “a marcharse para encontrar niveles de vida más ricos y
confortables”.
“Estar al lado, estar cerca, eso es lo que estamos
llamados a vivir, por la fidelidad de Dios; por amor a Él estamos al lado hasta
el final, hasta el mismo final, cuando las circunstancias de justicia,
reconciliación, honestidad y perdón nos llevan a ellos. Cercanía, compasión y
ternura: este es el estilo de Dios y también el del pastor”, recuerda el Santo
Padre.
El
sencillo diálogo con María que refuerza la sinodalidad
La Jornada sacerdotal mariana que celebra la Iglesia
siciliana, para Francisco rescata el valor de la unidad, “frente al
individualismo y la fragmentación, e incluso división que se cierne sobre todos
nosotros”. Una unidad que “se refuerza con el método de la sinodalidad”, un
camino ya abordado en la región con iniciativas como "Con paso
sinodal", que fortalece la fraternidad y la paternidad sacerdotal.
“Un camino – añade el Pontífice - que requiere estar
abiertos a las sorpresas de Dios en nuestras vidas y en las coyunturas
existenciales de nuestras comunidades, con la conciencia de que, a través de la
escucha, humilde y sincera, podemos experimentar un discernimiento que llega al
corazón y nos cambia interiormente”.
Por último, el Santo Padre recuerda que entre el
sacerdote y la Madre celestial se teje día a día un diálogo secreto que
reconforta y alivia cada herida:
“En este sencillo diálogo, hecho de miradas y palabras
humildes como las del Rosario, el sacerdote descubre cómo la perla de la
virginidad de María, totalmente dedicada a Dios, la convierte en una tierna
madre para todos. Así también, casi sin saberlo, ve la fecundidad de un
celibato, a veces fatigoso de llevar, pero precioso y rico en su
transparencia”.
Por ALINA
TUFANI DÍAZ/Vatican News
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