PAPA FRANCISCO. "ES INMORAL EL USO DE LAS ARMAS NUCLEARES, PERO TAMBIÉN LO ES SU MERA POSESIÓN"
CIUDAD DEL VATICANO (21 Junio 2022).- Mensaje del Papa Francisco, leído por el arzobispo Gallagher en la primera reunión en Viena de los Estados miembros del Tratado sobre la Prohibición de las armas nucleares: "Es inmoral el uso de las armas nucleares, pero también lo es su mera posesión. Es engañoso y contraproducente pensar que la seguridad y la paz de algunos esté desconectada de la seguridad y la paz de otros."
La Santa Sede no tiene dudas: un mundo libre de armas
nucleares, una "responsabilidad costosa y peligrosa", es
"necesario y posible". Su uso, pero también su mera posesión, es
"inmoral".
Mientras continúa el conflicto en Ucrania, que ha
hecho resurgir el temor a la amenaza atómica, el Papa vuelve a reiterar la
urgencia del desarme, "un objetivo exigente y clarividente",
especialmente en un momento en que la humanidad se encuentra en una
"encrucijada", así como la necesidad de respetar los acuerdos
internacionales:
“No
son una forma de debilidad, sino fuentes de fortaleza”
El Pontífice hace su doble llamamiento en un mensaje
dirigido al embajador Alexander Kmentt, presidente de la primera reunión de los
Estados miembros del Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, que
se lleva a cabo desde hoy hasta el 23 de junio en Viena.
Un
mundo diferente
El mensaje del Papa fue leído en la apertura de los
trabajos por monseñor Paul Richard Gallagher, secretario vaticano para las
Relaciones con los Estados. En el documento, Francisco destaca que la situación
se ha derrumbado en comparación con lo que sucedía hace cinco años, cuando se
convocó la conferencia diplomática para negociar el Tratado. Y escribe:
“El mundo parece estar en una encrucijada. La valiente
visión de este instrumento jurídico, fuertemente inspirado por argumentos
éticos y morales, parece cada vez más actual”
El
precio del incumplimiento pagado por vidas inocentes
Si bien en el contexto actual hablar de desarme o
apoyarlo puede parecer "paradójico", según el Papa Francisco no
debemos pasar por alto los "peligros de los enfoques miopes de la
seguridad nacional e internacional y los riesgos de proliferación".
“El precio del incumplimiento se paga inevitablemente
con el número de vidas inocentes y se mide en términos de matanza y
destrucción”
Silenciar
todas las armas
El llamamiento, por tanto, reiterado con fuerza por el
Papa, es el de "silenciar todas las armas y eliminar las causas de los
conflictos mediante el recurso incansable a la negociación". "Los que
hacen la guerra se olvidan de la humanidad", reitera, como lo hizo desde
la ventana del Palacio Apostólico en el primer Ángelus tras el estallido del
conflicto en Ucrania.
“La paz es indivisible y, para ser verdaderamente
justa y duradera, debe ser universal. Es un razonamiento engañoso y
autodestructivo pensar que la seguridad y la paz de unos está desconectada de
la seguridad y la paz colectivas de los demás”
El
futuro de los hermanos y hermanas
La pandemia de Covid-19 debería habernos dado ya una
lección en este sentido, demostrando "trágicamente" que "la
seguridad de nuestro futuro depende de que se garantice la seguridad pacífica
de los demás, porque si no se establece la paz, la seguridad y la estabilidad a
nivel mundial, no se disfrutarán en absoluto".
Consecuencias
catastróficas
En este sistema de seguridad colectiva, Francisco
reitera que "no hay lugar para las armas nucleares y otras armas de
destrucción masiva". Son "una responsabilidad peligrosa y
costosa", escribe, y las consecuencias humanitarias y medioambientales que
se derivarían de cualquier uso de armas nucleares serían
"catastróficas", con "efectos devastadores, indiscriminados e
irreprimibles, en el tiempo y en el espacio".
"Equilibrio
del terror”
Al mismo tiempo, advierte el Obispo de Roma, no se
puede ignorar "la precariedad que se deriva del simple mantenimiento de
estas armas: el riesgo de accidentes, involuntarios o no, que podrían conducir
a escenarios muy preocupantes". En este sentido, la energía nuclear bien
puede definirse como un "multiplicador de riesgos" que "sólo
proporciona la ilusión de una 'especie de paz'".
Tratar de defender y garantizar la estabilidad y la
paz mediante una falsa sensación de seguridad y un "equilibrio del
terror", apoyado en una mentalidad de miedo y desconfianza acaba,
inevitablemente, por envenenar las relaciones entre los pueblos y obstaculizar
cualquier forma posible de diálogo real.
La posesión de armas atómicas, además, conduce
fácilmente a la amenaza de su uso: se convierte entonces en "una especie
de 'chantaje'", dice el Papa, "que debería repugnar a las conciencias
de la humanidad".
Que
todos cooperen para prohibir la guerra
Por ello, el Papa pide a todos, cada uno según su
papel o condición, que cooperen "sinceramente" en el esfuerzo por
"desterrar de la mente de los hombres el miedo y la ansiosa anticipación
de la guerra". La responsabilidad es "a nivel público, como Estados
miembros de la misma familia de naciones", pero también "a nivel
personal, como individuos y miembros de la misma familia humana y como personas
de buena voluntad".
Los
tratados de desarme son fuentes de estabilidad
Por último, una reflexión final del Pontífice sobre
los tratados de desarme existentes que "son algo más que obligaciones
legales":
“La adhesión y el cumplimiento de los acuerdos
internacionales de desarme y del derecho internacional no es una forma de
debilidad. Por el contrario, es una fuente de fuerza y responsabilidad, ya que
aumenta la confianza y la estabilidad”
Cercanía
a las víctimas de los bombardeos y las pruebas nucleares
Al concluir su mensaje, Francisco expresa su cercanía
a los Hibakusha, los supervivientes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki,
y a todas las víctimas de las pruebas de armas nucleares. Y anima a los
representantes de los Estados, a las organizaciones internacionales y a la
sociedad civil a "promover una cultura de la vida y la paz basada en la
dignidad de la persona humana y en la conciencia de que todos somos hermanos y
hermanas".
“La Iglesia católica se compromete irrevocablemente a
promover la paz entre los pueblos y las naciones y a fomentar la educación a la
paz en todas sus instituciones”.
Por SALVATORE
CERNUZIO/Vatican News
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