POR SALUD DEL PAPA FRANCISCO, EN CORPUS CHRISTI NO CELEBRARÁN LA MISA Y LA PROCESIÓN
CIUDAD DEL VATICANO (13 Junio 2022).- No se celebrará la solemnidad del Corpus Christi, con la procesión con la Hostia consagrada, una de las fiestas más sentidas y entre los momentos de oración más intensos que tiene su origen en el siglo XIII. La Oficina de Prensa informa que la decisión está vinculada a la salud del Papa y a las necesidades litúrgicas específicas de la ceremonia.
El dolor de rodilla que lleva días condicionando la
agenda del Papa, el más reciente el aplazamiento de su viaje apostólico a
África previsto para la primera semana de julio, vuelve a cambiar la agenda de
las celebraciones papales. No se celebrará la solemnidad del Corpus Christi,
con la procesión con la Hostia consagrada, una de las fiestas más sentidas y
entre los momentos de oración más intensos que tiene su origen en el siglo
XIII. De hecho, esta mañana la Oficina de Prensa Vaticana, en una comunicación
a los periodistas, ha hecho saber que "debido a las limitaciones impuestas
al Papa por la gonalgia" y "por las necesidades litúrgicas
específicas de la celebración, no se celebrarán la Santa Misa y Procesión con
la Bendición Eucarística con ocasión de la fiesta del Corpus Christi".
Por lo tanto, no sólo la intención de proteger los
resultados que está dando el tratamiento médico, sino también una celebración
muy exigente, intervienen en la jornada del jueves 16 de junio. Ya en los dos
últimos años, debido a la amenaza de la pandemia del Covid 19, la Misa de la
Solemnidad que recuerda la presencia real de Jesús en la Eucaristía se había
celebrado con un número contingente de fieles en el Altar de la Cátedra de San
Pedro y no en el escenario tradicional del atrio de San Juan de Letrán, con la
procesión a Santa María la Mayor, o incluso en localidades suburbanas como
ocurrió en 2018, con la celebración en Ostia, y en 2019, en el barrio romano de
Casal Bertone.
El
Magisterio de Francisco
A lo largo de los años, el Papa Francisco ha subrayado
varios aspectos de esta solemnidad. En primer lugar, la fuerza de entregarse a
los demás que proviene precisamente de la Eucaristía:
“Cuántas madres, cuántos papás, junto con el pan de
cada día, cortado en la mesa de casa, se parten el pecho para criar a sus
hijos, y criarlos bien. Cuántos cristianos, en cuanto ciudadanos responsables,
se han desvivido para defender la dignidad de todos, especialmente de los más
pobres, marginados y discriminados”. (Homilía Corpus Christi 26 mayo 2016).
El año anterior, había destacado que lo que nos
permite no desfallecer es precisamente la Eucaristía:
“El Cristo presente en medio de nosotros, en el signo
del pan y del vino, exige que la fuerza del amor supere toda laceración, y al
mismo tiempo se convierta en comunión también con el más pobre, apoyo para el
débil, atención fraterna hacia quienes luchan por sostener el peso de la vida
diaria, y están en peligro de perder la fe". (Homilía del Corpus Christi
del 4 de junio de 2015).
La Eucaristía no es un memorial abstracto, sino un
memorial vivo del amor de Dios, un sacramento inscrito en el ADN espiritual,
recordó en 2017:
"La Eucaristía es el sacramento de la unidad.
Quien la recibe se convierte necesariamente en artífice de unidad, porque nace
en él, en su «ADN espiritual», la construcción de la unidad. Que este Pan de
unidad nos sane de la ambición de estar por encima de los demás, de la
voracidad de acaparar para sí mismo, de fomentar discordias y diseminar
críticas; que suscite la alegría de amarnos sin rivalidad, envidias y
chismorreos calumniadores”. (Homilía del Corpus Christi 18 de junio de 2017).
Y también en 2013 el aspecto de la comunión había sido
central, mientras que en 2014 el Papa había advertido sobre los diversos tipos
de alimentos que se ofrecen:
“Pero el alimento que nos nutre verdaderamente y que
nos sacia es sólo el que nos da el Señor. El alimento que nos ofrece el Señor
es distinto de los demás, y tal vez no nos parece tan gustoso como ciertas
comidas que nos ofrece el mundo. Entonces soñamos con otras comidas, como los
judíos en el desierto, que añoraban la carne y las cebollas que comían en
Egipto, pero olvidaban que esos alimentos los comían en la mesa de la
esclavitud”. (Homilía del Corpus Christi 19 de junio de 2014).
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