PAPA FRANCISCO LLAMÓ "COMO A UN AMIGO" A UN JOVEN QUE ENVIUDÓ AL MORIR ESPOSA AL DAR A LUZ DOS GEMELOS
CIUDAD DEL VATICANO (27 Diciembre 2022).- El día de Navidad, Francisco llamó por teléfono a Giacomo Cofano, el hombre que enviudó el pasado 17 de diciembre cuando su esposa Viviana murió al dar a luz a dos gemelos.
“Las palabras
que apaciguan son un árbol de vida”, leemos en la Biblia. Una palabra amiga
puede devolver el sentido a una vida "apagada" por un dolor atroz, se
podría parafrasear. Un reflejo de la máxima del Libro de los Proverbios puede
verse en lo que le ocurrió en Nochebuena a Giacomo Cofano, un joven padre de la
provincia de Brindisi, que una semana antes, el 17 de diciembre, pasó en un
instante de la alegría más hermosa, el nacimiento de dos hijos más, al desgarro
de perder a Viviana, la amada esposa que los dio a luz. Y luego, en la noche de
Navidad, ese timbre en el teléfono, un número desconocido, y la voz que se
presenta: 'Hola, Giacomo, soy yo, buenas noches... soy el Papa Francisco'.
Una palabra que se convierte en una caricia, un gesto
de calidez en el escalofrío de un hombre que ha visto su mundo destrozado, el
sentido de una vida en común roto para siempre. Sin embargo, revela entre un
post social y una entrevista, se iluminó un sentido con esa llamada inesperada,
con esos minutos y palabras de consuelo que el Papa le dedicó, dice, como se
hace con un amigo. Fue el párroco amigo de la familia, Don Donato Liuzzi, quien
había informado del incidente a Francisco para que encomendara a sus oraciones
a la joven madre fallecida. Ahora para Giacomo están su hija mayor de seis años
y dos recién nacidos, una niña y un niño, a los que se dedica en nombre y en
memoria de Viviana.
Y es muy llamativo que un hombre que acababa de
recibir un golpe al corazón tuviera el ánimo de escribir una carta a los
médicos y al personal sanitario que dedicaron tanto tiempo a intentar salvar la
vida de su mujer, que llegó al hospital con un cuadro clínico ya grave. Sobre
todo porque esa carta quiso escribirla la misma noche de su pérdida. Un enorme
acto de valentía y gratitud. Palabras buenas, también esas, que devuelven la
vida a quien las recibe y también a quien las da, y que no tienen un momento
más justo que otro, sólo hay que decirlas.
Por ALESSANDRO
DE CAROLIS/Vatican News
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