PAPA FRANCISCO EN LA CATEQUESIS: PIDAMOS LA GRACIA DE UN CORAZÓN PASTORAL QUE “SUFRE Y ARRIESGA”
CIUDAD DEL VATICANO (18 Enero 2023).- Este miércoles, 18 de enero, el Santo Padre continuó con su ciclo de catequesis dedicado a “la pasión por evangelizar”, es decir, por “el celo apostólico”. En esta ocasión, el Pontífice reflexionó sobre la figura de “Jesús como modelo del anuncio”, es decir, sobre el corazón pastoral de Jesús que “sufre y arriesga” por el rebaño.
“Pidamos en la oración la gracia de un corazón
pastoral, abierto, cercano a todos, para llevar el mensaje del Señor y también
sentir la nostalgia de Cristo. Porque, nuestra vida sin este amor que sufre y
arriesga, no va y corremos el riesgo de pastar solo nosotros mismos”, lo dijo
el Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles, 18 de enero,
continuando con su ciclo de catequesis sobre “la pasión por evangelizar”, es
decir, por “el celo apostólico” que debe animar a la Iglesia y a todo
cristiano.
Jesús,
Palabra eterna del Padre que llega a nosotros
Al comentar el pasaje del Evangelio de San Lucas
(15,4-7), en el que se narra la parábola de la oveja perdida, el Santo Padre
dijo que, Jesús es el modelo insuperable del anuncio, porque Él es el “Verbo de
Dios”, tal como lo define el Evangelio del día de Navidad.
“El hecho de que él sea el Verbo, es decir la Palabra,
nos indica un aspecto esencial de Jesús: Él está siempre en relación, en
salida, jamás aislado, siempre en relación, en salida; la palabra, de hecho,
existe para ser transmitida, comunicada. Así es Jesús, Palabra eterna del Padre
que llega a nosotros. Cristo no solo tiene palabras de vida, sino que hace de
su vida una Palabra: es decir, vive siempre dirigido hacia el Padre y hacia
nosotros. Siempre mirando al Padre que lo ha enviado y viéndonos a nosotros a
quienes Él ha sido enviado”.
En
la oración descubrimos el sentido de la misión
En este sentido, el Papa Francisco señaló que, Jesús,
Palabra eterna del Padre, está siempre en relación íntima con el Padre a través
de la oración. Todas las decisiones y las elecciones más importantes, precisó
el Pontífice, Jesús las toma después de haber rezado. Precisamente en esta
relación, en la oración que le une al Padre en el Espíritu, Jesús descubre el
sentido de su ser hombre, de su existencia en el mundo porque Él está en misión
por nosotros.
“Jesús no hace un gran prodigio, no lanza un mensaje
con efecto, sino que se mezcla con la gente que iba para ser bautizada por
Juan. Así nos ofrece la clave de su acción en el mundo: desgastarse por los
pecadores, haciéndose solidario con nosotros sin distancias, en el compartir
total de la vida. De hecho, hablando de su misión, dirá que no ha venido «a ser
servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45).
Cada día, después de la oración, Jesús dedica toda su jornada al anuncio del
Reino de Dios y a las personas, sobre todo a los más pobres y débiles, a los
pecadores y a los enfermos. Es decir, Jesús está en contacto con el Padre en la
oración y además está en contacto con toda la gente en la misión”.
Jesús
tiene un corazón pastoral
De aquí, podemos representar con una imagen el estilo
de vida de Jesús, es más, Él mismo nos la ofrece, hablando de sí como del buen
Pastor, aquel que – dice – «da su vida por las ovejas» (Jn 10,11).
“De hecho, ser el pastor no era solo un trabajo, que
requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida: veinticuatro
horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar, durmiendo entre
las ovejas, cuidando de las más débiles. En otras palabras, Jesús no hace algo
por nosotros, sino que da todo, da su vida por nosotros. El suyo es un corazón
pastoral (cfr Ez 34,15). Él es el Pastor con todos nosotros”.
El
Buen Pastor, modelo de toda pastoral
Por ello, el Santo Padre señaló que, para resumir en
una palabra la acción de la Iglesia se usa a menudo precisamente el término
“pastoral”. Y para valorar nuestra pastoral, debemos compararnos con el modelo,
confrontarnos con Jesús, con Jesús buen Pastor.
“En primer lugar, podemos preguntarnos: ¿lo imitamos
bebiendo de las fuentes de la oración, para que nuestro corazón esté en
sintonía con el suyo? La intimidad con Él es, como sugería el bonito volumen
del abad Chautard, «el alma de todo apostolado». Jesús mismo lo dijo claramente
a sus discípulos: «separados de mí no pueden hacer nada» (Jn 15,5). Si se está
con Jesús se descubre que su corazón pastoral late siempre por quien está
perdido, alejado. ¿Y el nuestro?”.
El
corazón pastoral sufre y arriesga
Si queremos entrenar el celo apostólico, precisó el
Papa Francisco, hay que tener siempre presente el capítulo 15 del Evangelio de
San Lucas, que nos habla de la parábola de la oveja perdida, de la moneda
perdida y del hijo pródigo. Ahí descubrimos que Dios no está para contemplar el
recinto de sus ovejas y tampoco las amenaza para que no se vayan. Más bien, si
una sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: “¡Se ha ido,
culpa suya, asunto suyo!”.
“El corazón pastoral reacciona de otra manera: el
corazón pastoral sufre y el corazón pastoral arriesga. Sufre: sí, Dios sufre
por quien se va y, mientras lo llora, lo ama todavía más. El Señor sufre cuando
nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su
amor y el calor de su abrazo. Pero, en respuesta a este sufrimiento, no se
cierra, sino que arriesga: deja las noventa y nueve ovejas que están a salvo y
se aventura por la única perdida, haciendo algo arriesgado y también
irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que tiene nostalgia de los que
se han ido; no rabia ni resentimiento, sino una irreductible nostalgia por
nosotros. Es el celo de Dios”.
Testimoniar
la alegría de un Padre que nos ama
Finalmente, el Santo Padre invitó a preguntarnos si
tenemos sentimientos similares. Quizá vemos como adversarios o enemigos a los
que han dejado el rebaño. Encontrándoles en la escuela, el trabajo, en las
calles de la ciudad, ¿por qué no pensar más bien que tenemos una bonita ocasión
de testimoniarles la alegría de un Padre que los ama y que nunca les ha
olvidado?
“Hay una buena palabra para ellos y nosotros tenemos
el honor y la carga de llevarla. Porque la Palabra, Jesús, nos pide esto.
¡Quizá seguimos y amamos a Jesús desde hace tiempo y nunca nos hemos preguntado
si compartimos los sentimientos, si sufrimos y arriesgamos en sintonía con su
corazón pastoral! No se trata de hacer proselitismo, lo he dicho, para que los
otros sean “de los nuestros”, no, eso nos es cristiano: se trata de amar para
que sean hijos felices de Dios”.
Por RENATO
MARTÍNEZ/Vatican News
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