PAPA FRANCICO: "DEJÉMONOS AMAR POR DIOS, QUE SU AMOR GUÍE NUESTROS AFECTOS, PENSAMIENTOS Y ACCIONES"
CIUDAD DEL VATICANO (17 Marzo 2023).- El Papa se reúne con la congregación de San José y destaca algunos rasgos de la vida consagrada según las palabras del fundador San Leonardo Murialdo: la caridad es mirar y decir lo que hay de bello en cada uno, perdonar de corazón, tener serenidad de rostro, afabilidad, dulzura.
“Dejémonos amar
por Dios para ser testigos creíbles de su amor; dejemos que su amor guíe
nuestros afectos, pensamientos y acciones.”
Esa invitación a abrirse al amor de Dios que san
Leonardo Murialdo dirigió a los hermanos de la congregación que fundó -la Pía
Sociedad de San José- vale también hoy, subraya Francisco al recibir en
audiencia a las familias religiosas que siguen las huellas del santo turinés.
En el día en que los josefinos de Murialdo celebran el 150 aniversario de su
fundación, el Papa recuerda que san Leonardo "no permaneció
indiferente" ante la "pobreza moral, cultural y económica" de su
tiempo y que en aquella Turín que era "el centro de la masonería"
quiso dedicarse a la educación de los jóvenes y sobre todo de los trabajadores,
dando vida a "una realidad que en el curso de un siglo y medio se ha
enriquecido con personas, obras, experiencias culturales diferentes, y sobre
todo -observa Francisco- con tanto amor".
Caminar
guiados por el Espíritu Santo
En su discurso, el Papa recordó lo que había escrito a
los Josefinos el año pasado, con ocasión de la apertura de la celebración de su
jubileo: el deseo de "seguir creciendo en el 'arte de captar las
necesidades de los tiempos, y de proveer a ellas con la creatividad del
Espíritu Santo'" ante lo que "se necesita discernimiento y
fidelidad"; la exhortación a cuidar "especialmente a los más
jóvenes" y el estímulo a "no dejar nunca de soñar", siguiendo el
ejemplo de San José y San Leonardo. Francisco añade a continuación tres
aspectos sobre los que reflexionar: "la primacía del amor de Dios, la
atención al mundo que cambia y la dulzura paterna de la caridad". Y señala
en primer lugar que dejarse amar es "esa pasividad de la vida consagrada,
que crece en el silencio, en la oración, en la caridad y en el servicio",
dejarse guiar por el amor, no por las reglas. También relata la anécdota de un
general de la Compañía de Jesús, el padre Ledóchowski, que quiso poner
"toda la espiritualidad de los jesuitas en un libro", para
"regularlo todo", y de aquel abad benedictino que, al leer el primer
ejemplar, dijo que aquel documento había "matado" a la Compañía de
Jesús.
“Cuando se quiere regular todo, se enjaula al Espíritu
Santo. Y hay muchos -religiosos, consagrados, sacerdotes y obispos- que han
enjaulado al Espíritu Santo. Por favor, dejen libertad, dejen creatividad.
Caminen siempre guiados por el Espíritu. Cuando se quiere regular todo, se
enjaula al Espíritu Santo. Y hay muchos -religiosos, consagrados, sacerdotes y
obispos- que han enjaulado al Espíritu Santo. Por favor, dejar libertad, dejar
creatividad. Siempre caminar con la guía del Espíritu".”
Siguiendo
el ejemplo de San Leonardo Murialdo
De San Leonardo Murialdo, el Santo Padre destaca luego
la sensibilidad "a las necesidades de los hombres y mujeres de su
tiempo", la capacidad de darse cuenta de las penurias que le rodeaban, el
hecho de haber sido "portavoz de la palabra profética de la Iglesia en un
mundo dominado por intereses económicos y de poder, dando voz a los más
marginados", el haber sabido "captar el valor del laicado en la vida
y en el apostolado". En definitiva, un hombre valiente y abierto al que Francisco
pide imitar, "juntos, laicos, religiosos y religiosas, en caminos
compartidos de oración, discernimiento y trabajo, para ser artesanos de
justicia y comunión". Por último, el tercer aspecto sobre el que el Papa
pide meditar: la dulzura paterna de la caridad.
“Que la busquen y la vivan entre ustedes, en espíritu
de fraternidad, y la ejerzan hacia todos. Sean como María, nuestra Madre:
fuertes en el testimonio y dulces en el amor. San Leonardo decía: 'La caridad
es mirar y decir lo que hay de bello en cada uno, perdonar de corazón, tener
serenidad de rostro, afabilidad, dulzura'. Y para ello hay que saber llevar la
cruz. Hace falta oración, hace falta sacrificio.”
Por último, Francisco vuelve a citar a Leonardo
Murialdo. "Así como sin fe no se agrada a Dios, sin dulzura no se agrada
al prójimo", decía el santo, para el Papa un sencillo y poderoso programa
de vida y apostolado.
Por TIZIANI
CAMPISI/Vatican News
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