Frecuentemente diversos sectores de la población, expresan sus quejas y reclamos por la forma inadecuada en que a su entender, se está dirigiendo la cosa pública; mientras, sus necesidades siguen latentes.
Otros por el contrario, afirmaran que todo marcha sobre ruedas, y que vamos ¡viento en popa!, y ¡a toda vela!.
Y ese es un ejercicio normal en toda Nación en donde impere un régimen democrático, y se respeten los derechos de los ciudadanos a disentir y expresar con plena libertad sus ideas y pareceres, aún cuando estas vayan en sentido contrario o bien favorezcan a quien o quienes ejerzan el poder.
Esas opiniones salidas de las propias entrañas del pueblo, de los barrios y los campos, así como de profesionales, empresarios, gremialistas, medios de comunicación, etc,etc, en las que demandan una mejor actuación en el desempeño de los deberes asumidos por legisladores, alcaldes, ministros y del Presidente de la República, deben ser tomados como sensores de alarma para corregir, algún detalle que se haya escapado o realizar aquellas cosas, que no hayan sido observadas en las ejecutorias puestas en marcha
Y es que se trata de servidores públicos, no importa el rango o la categoría que ostenten dentro del tren gubernamental, son servidores públicos, unos, escogidos de forma directa mediante el voto de la población; otros, mediante decretos del poder ejecutivo, a quien ese mismo voto, dio facultades para designarlos en los altos cargos que ocupan en las instituciones del Estado.
De ahí, que sus actuaciones siempre estarán bajo la vigilancia y la observación de la ciudadanía, es un derecho que le asiste, y que debe y tiene que ser preservado, porque de ello depende el desarrollo, bienestar y la mejor convivencia de todos los dominicanos.
Las instituciones públicas deben y tienen que manejarse con total transparencia y suministrar todas las informaciones que sean necesarias a los gobernados para edificarlos sobre los planes y proyectos que se supone irán en su beneficio y de esta manera, se sientan parte de ellos y no espectadores como regularmente sucede.
Todo gobierno, debe y tiene que garantizar el bien común, satisfacer las necesidades y superar las metas de su pueblo, a través de las instituciones que lo conforman y es ahí, donde estriba la importancia de que cada servidor público, asuma con responsabilidad las funciones puestas en sus manos, porque la mujer del César, no solo ha de ser seria y honesta, también tiene que aparentarlo.
Por LEONARDO CABRERA
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