El poder a veces hace pensar a los hombres que son infalibles y, que tienen para sí, la facultad del que todo lo puede, y obvian los procedimientos, y el debido proceso de las cosas, echando a un lado las reglas y las normas.
Es tan así, que con las llaves en las manos, rompen
las cerraduras y derriban las puertas, contaminando las buenas intenciones, que
quizás impulsan su proceder, dando paso a las conjeturas y especulaciones,
alimentando el morbo de los incrédulos, las dudas de los sensatos y el asombro
de los súbditos, que sólo se atreven a comentar en voz baja; "el poder lo
volvió loco,
Y en el murmurar de los hechos, todos tienen su
verdad, una verdad quizás, no tan bien repartida, porque algunos la tienen en
su corazón y otros, en sus bolsillos.
Ahí se complica la cosa, han encerrado lo correcto,
entre comillas.
Y de seguir San Cristóbal indiferente ante las cosas que son inherentes para su avance y progreso, sin reclamar, ni exigir de las autoridades que nos adornan, que dejen su amagar y no dar, y busquen soluciones a nuestros problemas, ellos, seguirán en su anomia, porque al parecer nos han bautizado, y están más que convencidos de que somos un pueblo "Gil, como dice el bolero La 40, de Francisco Gorrindo, que popularizó el guapachoso Rolando Laserie.
Y en ese amagar y no dar, que caracteriza a
nuestras autoridades y en ese
"espérame ahí, que vengo
ahora," se esfuman las esperanzas
y crece el desconcierto, y nos recuerda a nuestro gran Jhonny Ventura, que en
gloria esté, cuando entonaba con
su Combo Show, el merengue que decía:
Musa, tataramusa, fundillo pelao,
Siempre ta´ guillao,
Musa, tataramusa, fundillo pelao,
Siempre ta´ guillao,
Vamos a dar sin reír,
Vamos a dar y reír,
Amagar y no dar,
Amagar y dar,
Amagar y no
dar,
Un pellizquito y mandarse a huir.
Un pellizquito y mandarse a huir.
Tal parece que jugaron mucho El Guataco, los muchachos
del patio.
Por LEONARDO CABRERA DIAZ
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