POR DEBAJO DEL PUNTO CERO

Si  fuéramos a  dar  una definición  de  San  Cristóbal,  en que pudiéramos conjugar una  por una  todas   sus necesidades  y  carencias, la más apropiada  y  que  más  se  ajusta a su  realidad, es que sencillamente, este  es  un pueblo  que  espera.

Un  pueblo  que  espera  el  despertar  de  su gente  y  que  le ruega  tenga un mejor  tino  para  elegir  a  sus  autoridades,  porque  con sus actuaciones nos han  hecho  pensar  que existen  cargos  y  puestos  electivos  tanto municipales  como   provinciales   que no  tienen razón de ser.

Un  pueblo  que  espera, una nueva buena  que nos  llene a  todos  de regocijo  y  orgullo, y que  ésta,  se constituya  en  los  grandes  y  más  comentados   titulares  de  los  principales periódicos, noticiarios,   programas  interactivos de radio  y  televisión, en  Instagram,Twitter,  Facebook, en todas las redes sociales. 

Una nueva buena, que  se  convierta  en el cuchicheo  en cada  esquina, callejón,  calles  y  patios, en los parques, ciudades y campos y que  vaya de  boca  en  boca  entre  nuestra  gente que en medio del júbilo y  la alegría, corran y se abracen  unos a otros, exclamando a todo pulmón "coño, por fin."se puso el hombre un pantalón.

Un  pueblo  que  espera, algún Chapulín  Colorado, que venga  a rescatarlo  de   la desidia de ayer y de hoy,  y que rompa la piñata de  las   promesas incumplidas,  que hambrientas, anhelan las esperanzas y los sueños de este pueblo,  para su  bienestar y desarrollo. 

Un pueblo  que  espera, que  desde  hoy  en las noches por miedo al cuco,  no  puedan  conciliar  el  sueño y se  espanten sudorosos,    los  que tienen  el deber  y  obligación,  de salir  al frente y dar  la cara, para  que   en  San Cristóbal, evolucionemos  y demos  pasos  de avances,  para no seguir  por debajo del  punto cero.

Un pueblo  que espera,  a  decir  verdad,   con pocas  esperanzas,  porque  tal parece siempre ha cometido   el  error  de poner  la iglesia  en  manos  de Lutero, y  hoy,  con  los ojos  aguados y  puños  cerrados  clama    por   sus  buenos   hijos  y   voz  en  cuello, reprocha…pero  me van  a dejar  morir,  desgraciados indolentes.



Por LEONARDO CABRERA 

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