YUKONDA ESPARRAGOZA: “TODA MI VIDA LA VEO COMO UN CAMINO DE FE"

 

LAS PALMAS DE CANARIAS (8 Agosto 2023).- La vida de Yukonda Esparragoza bien podría ser argumento para una novela o una película, y no habría que descartar que esto llegue a ocurrir. Porque esta empresaria y emprendedora no ha dejado de avanzar en su trayectoria vital, enfrentando gigantes, con victorias y también alguna derrota, pero siempre confiando en la guía de Dios.

Esta venezolana lleva más de 30 años en España y es la CEO de Lavandería Romeral, un referente en el sector en las Islas Canarias que ha sido premiado y destacado por organizaciones nacionales e internacionales. El trabajo duro, la búsqueda de la excelencia y el afrontar nuevos retos con valentía han marcado la trayectoria de la empresa, liderada por una mujer que enraiza estos principios en una vida de fe y dependencia de Dios.

 

Pregunta. Yukonda, gracias por atendernos. ¿Podrías presentarte y contarnos algo sobre tu vida y formación?

Respuesta. Dentro de poco cumpliré 30 años en España. Soy diplomada en Administración del Turismo en la Universidad de San Bolívar, en Venezuela. Y una vez que me gradué, vine a hacer un máster de turismo en la Universidad de Las Palmas. La primera bendición que experimenté, diría que el primer milagro que hizo el Señor, fue que yo, hija de una familia de nueve hermanos, una familia humilde en Venezuela, pudiera viajar a España a hacer un estudio de posgrado en una universidad. Eso era impensable porque para aquel entonces solo el boleto aéreo costaba lo que cobraba mi papá en todo el año de trabajo.

“El primer milagro es que alguien como yo, de una familia de nueve hermanos, pudiera viajar a España a estudiar”

Así que el primer milagro fue que me dieran una beca, me gradué con honores y eso me abrió puertas para poder llegar a España y seguir formándome.

Otro milagro fue que en la universidad en España me certificaran el título, algo que no era fácil. Eran cosas que a mi alrededor me decían que no era posible, pero cuando ocurrían me daba fuerzas para seguir adelante.

Todo esto, que ocurrió en el año 94, ahora lo veo con la perspectiva de que Dios quería hacer algo especial en mi vida. En aquel entonces estaba muy enfocada en mi trabajo y mis estudios y aún no conocía personalmente a Dios.

 

P. ¿Cómo comenzó tu carrera profesional?

R. Me ofrecieron una segunda beca en una escuela de negocios aquí en Las Palmas, y fue allí donde apareció la oferta de trabajo para llevar la gerencia de una lavandería. Como lo que yo buscaba era un trabajo que me permitiese quedarme de forma legal en España, apliqué a esta oferta. Y para mí fue ver otro milagro más, que entre tantos candidatos, me contrataran a mí. Así empecé en Lavandería Romeral, en octubre del 97, y estuve trabajando como gerente de la empresa hasta enero del 2010.

“Toda mi vida la veo como un camino de fe”

El equipo de Lavandería Romeral. / Facebook lavandería Romeral

 

P. En ese tiempo como gerente, ¿hubo algún momento difícil que recuerdas?

“La crisis de 2009 nos llevó al límite… pero apareció la solución”

R. Sí, como casi todos, sufrimos mucho con la crisis de 2008 y 2009. Estuvimos a punto de cerrar porque había deudas, no había trabajo. Incluso en 2009 viajé a Venezuela para ver si podía generar otro negocio, pero no se abrió ninguna puerta clara. Así que le dije al dueño: “si no ocurre un milagro, en diciembre tendremos que cerrar, porque no podemos seguir en esta situación”.

Y una vez más, ocurrió el milagro. La cadena de hoteles RIU tocó a nuestra puerta para solicitar nuestro servicio. En aquel momento nadie apostaba por nosotros, éramos como un pequeño David contra Goliat. Fue un desafío, porque teníamos que invertir para mejorar nuestra estructura, nuestro servicio, pero lo vimos como la oportunidad de salir adelante de una situación crítica.

 

P. Cada oportunidad que se abre implica nuevos retos. ¿Qué ocurrió entonces?

R. Ese año (2010) el dueño de la empresa se jubilaba, y tenía que tomar la decisión de si la empresa continuaría o cerrar. En su familia no había cambio generacional y yo había adquirido un gran compromiso con la empresa, de hecho había empleado a muchas personas también de mi propia familia. Así que para mí el reto estaba clarísimo: tenía que continuar. Así que di el paso de fe de adquirir la empresa, algo que también ocurría en un momento convulso de mi vida personal.

 

P. En esos momentos clave, ¿cómo experimentaste la mano de Dios?

R. Yo conocí a Jesús de una forma personal en 2008. En esos años pasaba una situación difícil, me había separado y tenía una hija pequeña a la que criar, además de la presión que tenía con la empresa. Pero lo veo como un camino, en el que fui dándome cuenta de la necesidad que tenía de crecer en mi relación con Dios. Yo quería que mi hija se criase en los caminos del Señor, pero a la vez me costaba abandonar mis hábitos, mis costumbres… Y en todo ese tiempo fue clave tener a unas hermanas en la fe que no me soltaban, que me discipulaban, cada semana preocupándose por mí, orando por mí, compartiéndome la Palabra. Incluso yo a veces les decía que no tenía tiempo, que estaba con demasiado trabajo… ¡Y se venían ellas a la lavandería a acompañarme! Eso me ayudó a ir dándome cuenta que tenía que dejar todas las cosas en manos del Señor.

“Leer ‘La buena semilla’ y orar era lo único que me daba paz”

Recuerdo que cuando en 2010 estábamos en una situación tan difícil, con ese reto empresarial que habíamos asumido, lo único que me daba paz era leer el versículo y el comentario de “La buena semilla”. Era lo único que me ayudaba a tranquilizarme, lo leía antes de dormir. Así fui experimentando cómo Dios tenía algo más para mí y pude reordenar mis prioridades.

 

P. ¿De qué manera se ha visto este cambio en la empresa?

R. Oramos antes de tomar decisiones. Incluso tenemos un espacio que llamamos “la iglesia”, donde hacemos de todo: comidas, reuniones, pero también vigilias de oración. Es un espacio multifuncional donde buscamos la presencia de Dios. Hacemos devocionales siempre que podemos, y todos saben de mi fe. No me avergüenzo de quién soy, una hija de Dios y donde voy procuro dar palabras de ánimo.

 

P. La crisis del Covid también os golpeó con dureza, al paralizarse el turismo, pero tuvisteis la ayuda de Ana Patricia Botín para manteneros a flote. La historia se reprodujo en muchos medios de comunicación. ¿Puedes contarnos cómo lo viviste?

R. Claro. Todo comenzó con un acto de fe. Durante la pandemia seguíamos trabajando, pero desde el banco se habían “cerrado” a cal y canto ante las necesidades que podíamos tener y nos pedían que nos pusiéramos al día con todos los préstamos. Veníamos de hacer una gran inversión para ampliar nuestros servicios, en un terreno al que le habíamos llamado “Tierra Prometida”, porque lo vimos como un paso de fe importante. Pero al llegar el Covid y la crisis, nos vimos en una situación muy crítica con respecto a los préstamos. A pesar de que intentábamos contactar con la oficina local, no había manera. Así fue que llegué a sentirme impotente. Una noche estaba llorando y clamando a Dios por su ayuda, para que él me diera luz para saber cómo salir de esta situación.

“Toda mi vida la veo como un camino de fe”

Ana Patricia Botín, visitando las instalaciones de la lavandería que dirige Yukonda Esparragoza./ Santander

“Clamé a Dios por ayuda y la respuesta fue asombrosa”

Al día siguiente abrí LinkedIn y vi que Ana Patricia Botín, a quien yo seguía, había escrito algo con respecto a la ayuda que ellos podían dar a las empresas. Así que le escribí directamente y lo increíble fue que me respondió. Así que empezamos a conversar y le pude explicar la situación en la que estábamos.

A partir de ese momento, iniciamos un proceso en el que presentamos claramente nuestra situación, los números, etc. Pero aún no había ninguna garantía, porque desde el banco nos decían que no había nada decidido. Pero yo confiaba que Dios abriría la puerta. El milagro fue que el 22 de diciembre de 2021, cuando esperábamos la visita del consejero delegado, quien apareció fue la misma Ana Patricia Botín que venía a conocer la lavandería. A partir de ahí llegó la ayuda y la empresa pudo seguir adelante.

 

P. En tu vida, sin embargo, las sorpresas no se acaban. Hace poco pudiste estar ante el Rey Felipe VI, que te concedió una medalla al mérito civil. ¿Cómo recuerdas este momento?

“Pedí a Dios que me diera palabras para compartir con el Rey Felipe”

R. Cuando me llamaron para comunicármelo, recuerdo que me entró la risa, porque no me lo podía creer. Era un viernes como a las 7 de la tarde cuando recibo la llamada de Casa Real. Yo creía que era una broma, pero al ver que era de verdad, yo decía: “Señor, es demasiado, Dios mío”. Y la chica que estaba al otro lado del teléfono me decía: “Pero ¿estás contenta? ¿Quieres participar?”. Yo acepté, ¡por supuesto! Era un honor que Dios me daba de estar ante el Rey, y desde entonces empecé a orar para que Dios me diese una palabra para compartirle al Rey.

Así que cuando estuve ante el Rey Felipe VI, pude decirle que había un pueblo orando por Él, y que Él está puesto aquí por el Señor. Fue una experiencia inolvidable.

“Toda mi vida la veo como un camino de fe”

Su Majestad el Rey condecora con la Orden del Mérito Civil a Doña Yukonda Esparragoza Jiménez, gerente de una lavandería en Gran Canaria (Canarias)./ Casa Real

 

P. Finalmente, ¿cómo ves el futuro?

R. Avanzamos con fe, y queremos que cualquier decisión que tomemos sea para la gloria a Dios. A veces pienso que la empresa puede convertirse en un ídolo, y le digo a Dios en oración que si eso ocurre, que me lo muestre. ¡Nunca sabemos lo que ocurrirá en el futuro! Pero sí sé que quiero que Dios sea el centro de mi vida, y que todo lo que yo haga sea para darle gloria y para dar testimonio a otros.


Por DANIEL HOFKAMP/Protestante Digital


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