PAPA FRANCISCO A FARMACÉUTICOS: "SEAN PACIENTES, TANTOS NECESITAN UNA PALABRA DE CONSUELO"
NUEVA YORK (18 Octubre 2023).- Sacar del Médico celestial “la paciencia y la benevolencia”: fue el consejo del Papa Francisco a los empleados de la Farmacia Vaticana recibidos este lunes 18 de setiembre con motivo del 150 aniversario de su fundación. Los farmacéuticos, dijo el Santo Padre, son “esa mano cercana y tendida que a menudo, en el ritmo frenético de hoy, no sólo reparte medicamentos, sino que transmite valor y cercanía”.
Un oficio que
requiere profesionalidad y dedicación, pero también “espíritu de acogida”. Es
el de los farmacéuticos, a quienes el Papa Francisco quiso dedicar un
pensamiento, al recibir este lunes 18 de setiembre a los empleados de la
Farmacia Vaticana con motivo del 150 aniversario de su fundación.
Saludando, ante todo,
al presidente de la Gobernación, el Cardenal Vérgez, a sor Raffaella Petrini,
secretaria general, al padre general fray Jesús Etayo Arrondo, al Consejo, al
director fray Thomas Binish con los miembros consagrados de la Orden
Hospitalaria de San Juan de Dios, y a todos colaboradores y empleados, el Papa
recordó las raíces de la historia de la Farmacia Vaticana, sueño del Papa Gregorio
XVI.
Atención a los más frágiles y cuidado de los enfermos
El sueño hecho
realidad por el Beato Pío IX, que confió al Superior General de la Orden
Hospitalaria de San Juan de Dios – con larga tradición en este ámbito - la
tarea de crear una farmacia en el Vaticano, vio al Hermano Eusebio Frommer, un
religioso Fatebenefratelli, como primer farmacéutico. Recorriendo la historia
Francisco recordó también el servicio de la Orden durante el Concilio Vaticano
II, y destacó, del presente, que la Farmacia se distingue no sólo por estar
dedicada al servicio directo del Sucesor de Pedro y de la Curia Romana, sino
también por estar llamada a un "suplemento de caridad", realizando un
servicio que, además de la venta de medicamentos, debe distinguirse por la atención
a las personas más frágiles y por el cuidado de los enfermos.
Se trata de un
compromiso no sólo con los empleados del Vaticano y los residentes en la Ciudad
del Vaticano, sino también con quienes necesitan medicamentos especiales, que a
menudo son difíciles de encontrar en otros lugares.
Una mano tendida que
también transmite valor y cercanía
A los
Fatebenefratelli, a los colaboradores laicos, a los farmacéuticos y empleados,
a los que trabajan en los almacenes y a todos los que ayudan en esta labor, el
Santo Padre expresó su gratitud por la profesionalidad y dedicación, pero
también por el espíritu de acogida y la buena disposición con que llevan a cabo
su tarea, que “a veces requiere esfuerzo y -como ocurrió especialmente durante
la pandemia- voluntad de sacrificio”.
No es fácil para
ustedes, y no es fácil en general para los farmacéuticos, en quienes pienso en
este momento y a quienes quisiera dedicar un pensamiento. A ellos acuden tantas
personas, sobre todo ancianos, que a menudo, en el ritmo frenético de hoy,
necesitan no sólo un medicamento, sino también atención, una sonrisa, un oído,
una palabra de consuelo. No olviden esto: el apostolado del oído. Escuchar,
escuchar… parece aburrido, algunas veces, pero para la persona que habla es una
caricia de Dios a través de vosotros. Y los farmacéuticos son esa mano cercana
y tendida, que no sólo reparte medicamentos, sino que transmite valor y
cercanía. Gracias a ustedes y a todos los farmacéuticos por ello. La vuestra no
es una profesión, es una misión.
“La paciencia es la prueba de fuego del amor”
El Papa animó a todos
a seguir adelante “con generosidad”, tanto para que el servicio de la Farmacia
vaticana sea cada vez más eficaz y moderno, como para manifestar ese cuidado
atento y esa acogida solícita que son testimonio del Evangelio para todos con
los que entran en contacto. Antes de despedirse impartiéndoles su bendición,
los alentó a ser “pacientes” porque la paciencia “es la prueba de fuego del
amor”, y les dio un “pequeño consejo espiritual”:
De vez en cuando
levantad los ojos al Crucifijo, dirigiendo vuestra mirada al Dios herido y
llagado. El servicio que hacéis a los enfermos es un servicio a Él. Y es bueno
sacar del Médico celestial la paciencia y la benevolencia, y la fuerza para
amar, sin cansarse. Que, en Su escuela, desde la cátedra de la cruz hasta el
mostrador de la farmacia, seáis también vosotros dispensadores diarios de
misericordia.
Vamos a reclamar que
los retos de Rafael Leonidas Trujillo deben reposar en San Cristóbal, como una
forma de tener un espacio de discusión permanente de lo que fue la era de
Trujillo.
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