Casi todos los seres humanos en algún momento de nuestras vidas hemos sufrido y pasado por momentos tan difíciles que nos han marcado y causado grandes decepciones, desencantos y profundo dolor.
Los más recurrentes giran en torno o son producto de deslealtades, traiciones conductas y actitudes que nunca imaginábamos en personas en las que depositamos confianza, aprecio, respeto, amor y considerábamos nuestros amigos o bien en el ámbito familiar.
La historia relata hechos y situaciones que retratan con lujo de detalles, hombres que son recordados por sus grandes deslealtades y traiciones siendo el mayor ejemplo, Judas Iscariote, quien no obstante, ser uno de los doce discípulos escogidos por Jesucristo, le entregó a sus detractores y enemigos a cambio de unas cuantas monedas, pero terminó ahorcándose al no soportar su ignominia.
Así como Judas, hubo otros personajes que hicieron honor a la traición y la deslealtad, tal es el caso de Bruto, quien luego de haber suplicado clemencia y ser perdonado y nombrado Pretor por Julio Cesar, conspiró contra éste y junto a otros senadores le dio muerte, pero al ser declarado traidor por Marco Antonio, huyó de Roma y al verse derrotado, para evitar su captura se suicidó arrojándose sobre su espada.
Hoy como ayer, aunque en escenarios y situaciones distintas, la deslealtad y la traición han estado presentes.
La actividad política nos ha permitido ver y apreciar bien de cerca uno que otros, excelentes ejemplos, encarnados en personajes con características similares y casi idénticas, tratando de denostar a quien o quienes en su momento, constituían para ellos, su guía, su líder y el paradigma a seguir, y que por demás, bajo su amparo, alcanzaron relevancia y notoriedad pública.
No obstante, al ver a sus mentores en aparente desventaja, y sentir que su patria está en peligro, abandonan el barco y dirigen todas sus lisonjas y reverencias en donde entienden está situado el poder, detrás de buen cobijo, abjurando, a todo principio ético y moral, enarbolando cualquier pretexto, y eso qué importa, si pueden seguir comiendo con grasa…y ya.
Con Dios, siempre.
Por LEONARDO CABRERA DIAZ
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