Las encuestas constituyen instrumentos de estudios de vital importancia para toda actividad comercial, empresarial, así como, en los campos científicos, salud, económicos, políticos y otros aspectos para establecer preferencias y comportamientos de un determinado conglomerado social o poblaciones en sentido general.
En lo que concierne a la política, estas muestran
resultados de estrategias puestas en marcha emitiendo las alertas para corregir
los errores y las debilidades encontradas, así como optimizar y fortalecer los
aciertos para la consecución de las metas y objetivos programados en torno a un
candidato X.
Las encuestas refieren una fotografía del momento por
lo que, los porcentajes de posicionamientos arrojados hoy, bien pudieran variar
en las preferencias del electorado, en una próxima medición.
Todo dependerá de las tácticas y artimañas del día a
día de la campaña proselitista, es decir, de la constancia del trabajo, de
algún hecho fortuito, que favorezca o revierta simpatías en uno u otro sentido.
Por ejemplo, tomar decisiones desafortunadas, en la
selección de candidatos, sean estas, por imposiciones económicas, alianzas,
pactos o nepotismo, obviando o dejando de lado, simpatías y espacios ganados a
base de trabajo y dedicación de otros aspirantes de sus partidos, provocaría serias
dificultades, que pudieran reflejarse, no quizás, en las encuestas, pero si, en los resultados
electorales.
Una de las grandes debilidades de este proceso
electoral en nuestro país, y muy especial en San Cristóbal, es que una gran
parte de los aspirantes o candidatos a cargos electivos en todos los partidos, no
cuentan, ni provocan simpatías o seguidores reales más allá de las fronteras de
los grupos o tendencias de sus
organizaciones partidarias, y requieren de mayor proyección en otros segmentos
de la población.
Es decir, carecen de propuestas ciertas, y están
faltos de esa aura cautivadora, de esa palabra contrato o creíble, de ese aval o compromiso que garanticen las
esperanzas de algo mejor, que inspiren e inviten a la población a acudir
confiada y entusiasmada a las urnas para depositar sus votos.
La selección equilibrada y bien pensada del ajedrez de
candidatos a presentar en las boletas de los partidos, evitarían sorpresas
desagradables para sus propósitos, a sabiendas, de cómo se mueven las piezas en
el tablero, y que una mala jugada, los pondría en jaque mate y manos arriba en las
grandes encuestas con padrón abierto y sin maquillajes a celebrarse en febrero y
mayo del 2024.
Con Dios, siempre.
Por LEONARDO
CABRERA
El autor es periodista
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