La palabra triunfo se empleaba bastante entre la población, asqueada de tanta pillería y desigualdad, de tantos crímenes y atropellos, del 20 de mayo y el 10 de marzo. Cuba no quería victoria a medias, maltrato de derechos patrios o un embajador estadounidense con ínfulas de Capitán general.
¿Sería ese mes el último de la tiranía? El centro de
la Isla ardía, con el Che, Camilo y sus fuerzas invasoras embistiendo
batistianos. Bares y cabarets cerraban sus puertas, y la mafia se inquietaba,
apilando billetes en maletas y reuniéndose secretamente.
Radio Rebelde se sintonizaba mejor, las ciudades, una
tras otra, recibían a los barbudos, y el desespero abrumaba a quienes habían
hecho mucho mal.
Al usurpador le quedaban reductos en oriente, negados
a rendirse, quizá por orgullo, quizá por mandato de Fulgencio. El norte de
aquella provincia, en su porción este, todavía tenía guarniciones en pie de
guerra. Fidel y Raúl, conocedores de esa región cercana a Birán, decidieron
asestarle al enemigo otro golpe de fin de año.
Fue así que combatientes rebeldes de las columnas 19
José Tey y 17 Abel Santamaría, ambas pertenecientes al II Frente Oriental Frank
País y lideradas por los comandantes Belarmino Castilla y Enrique Lussón,
respectivamente, desarrollaron la Operación Sagua-Cayo Mambí.
El Día D resultó el 16 de diciembre, cuando la defensa
del territorio cayomambisero se resquebrajó ante el empuje combatiente, y al
filo de las 11:00 de la noche los tiros empezaron a escucharse en la localidad
sagüera.
Durante ocho jornadas, el Ejército Rebelde peleó palmo
a palmo en cada sitio de Sagua de Tánamo e impidió la llegada de refuerzos
desde el Cayo, geográficamente próximo. Si España tuvo su Guernica en la Guerra
Civil, nuestra nación puede decir que la cabecera del municipio más montañoso
del Holguín actual fue su ciudad mártir.
La aviación enemiga se ensañó bombardeándola.
Cualquier lector que consulte publicaciones de aquella etapa, podrá constatar
los destrozos ocasionados por ametrallamientos y proyectiles lanzados desde el
aire, convirtiendo en ruinas los inmuebles.
La Fuerza Aérea del II Frente Oriental, a pesar de su
poca disponibilidad de aeronaves y escasa experiencia combativa, hizo algunas
incursiones sobre el cielo de las posiciones lacayas.
Ya para la Noche Buena de 1958, la Revolución triunfó
en esas zonas y se abrió camino hacia otras. La inventiva del Caballo de Troya,
blindado empleado por los guerrilleros, quedó como testigo de aquella ofensiva.
Nunca serán suficientes cuartillas para reseñar esos
pasajes, donde el pueblo fue aliado incalculable y los mártires superaron la
veintena. Hoy, Frank País y Sagua no son ni la sombra de hace 65 años.
La vida allí revolucionó. Cayomambiseros y sagüeros
son otros. Recogen café en el lomerío, ganan en lides multideportivas o reciben
títulos de ingenieros o maestros… Fueron abrazados por la justicia social.
Por NELSON RODRÍGUEZ ROQUE/Juventud Rebelde
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