Después de todos los antes,
Pero antes de todos los después,
Y para cuando ya
No haya más para cuando
Y que cualquier día,
No sea un día cualquiera,
Habrá que recoger
Los cadáveres de los muertos en vida
Que vendieron sus almas al mejor postor
En el mercado político electoral
Para febrero y mayo del 2024.
Después de todos los escombros de los escrúpulos de quienes siempre se vendieron de impolutos e inmaculados.
Después de tanto pudor y decoro arrojados al alcantarillado y que como hojas secas ruedan por el suelo.
Después de desvergüenzas en banderas izadas con rostros de yo no fui, y que si algo pasó, yo no estaba aquí.
Después, pero mucho después, que la palabra de hombre, erase y constituía un orgullo y lo más sagrado y sublime, porque en ella, se comprometía la vida misma, cuando existía el respeto.
Después de todo este desparpajo electoral,
Y todos los decires y alabanzas
A los dioses terrenales
Que salen a la caza de los incautos a los que prometen la leche y la miel de una tierra prometida, sólo concebida para dibujarla en el mundo de los ilusos, excelentes víctimas de las apetencias y ambiciones políticas.
Después, de las innumerables quimeras inventadas, y los partos prematuros de propuestas al vapor, y de Mesías fríamente calculados
Después sólo después, cuando el sol golpeé a la cara de los feligreses y correligionarios, quizás, comprendan, que quienes juzgan, son tan compromisarios de la tragedia disfrazada del supuesto bienestar en que viven los que aplauden y celebran su desgracia.
Después, solo después, del dolor anestesiado, de las promesas incumplidas.
Después de las conciencias, las palabras y los silencios comprados.
Después solo después, surgirá el voto pensado, analítico y consciente.
No en contra de, sino a favor de quien lo ejerce; el pueblo soberano, cuidándose mucho para no convertir su voto en el obituario de sus sueños.
Con Dios siempre.
Por LEONARDO CABRERA DIAZ
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