El sudor producto del constante trabajo, los esfuerzos y sacrificios para lograr metas y objetivos, sean estos, personales, profesionales, familiares de grupos e institucionales se convierten en méritos acumulados de muchos hombres y mujeres, pocas veces reconocidos, ni siquiera por aquellos que resultan ser los más beneficiados.
Quienes más se entregan para echar hacia adelante un proyecto, empresarial, comunitario y sobretodo en la actividad política, con frecuencia, se les soslaya y son dejados de lado, para dar paso a la llegada de algunos advenedizos o forasteros sabichosos, los agraciados, “oportunistas de ocasión.”
En el presente proceso electoral dominicano, quizás, como nunca antes esa realidad está latente, tanto en el oficialismo como en la oposición.
Situación ésta, que la sufren en carne viva una gran cantidad de dirigentes políticos, dejados con el moño hecho, sacrificados en sus aspiraciones de candidaturas por algún recién llegado, en una franca y clara denegación a sus méritos, valía y sobre todo el respeto bien ganado.
Razones y motivos: Tal vez, por influencias económicas, alianzas o reservas, nepotismo, simples perversidades de luchas grupos o conveniencias partidarias, además de los caprichos y estrategias particulares de las altas instancias, por su aparente creencia jugando a ser dioses terrenales.
Consecuencias: Que tanto en febrero, como en mayo, podrían salir a flote los disgustos soterrados y al contar los votos, los resultados no sean los esperados como santo escarmiento o desquite del sudor y los méritos denegados
Con Dios siempre.
Por LEONARDO CABRERA DIAZ
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