La democracia, como sistema político, se sustenta fundamentalmente en la participación activa de sus ciudadanos. De hecho, se habla mucho de democracia electoral.
En este contexto, el voto se constituye como uno de los pilares fundamentales de la expresión democrática, siendo este un medio a través del cual los individuos pueden expresarse en relación con el gobierno.
Sin embargo, la participación electoral no siempre alcanza los niveles deseados, tal y como ocurrió en el pasado torneo electoral y es aquí donde surge el debate sobre la implementación o no del voto obligatorio.
El tema sobre la imposición del voto obligatorio ha
tomado fuerza en los últimos días a propósito de los resultados electorales del
mes de febrero, Si bien es verdad que el debate resurge de vez en cuando,
principalmente debido a una caída en la participación electoral, ello no
significa que se pueda hablar de una discusión pública intensa y que forma
parte de la agenda pública.
En el debate sobre el voto obligatorio, tanto los
partidarios como los opositores presentan argumentos que dependiendo del punto
de vista que se analiza tiene sus defensores, así como sus opositores.
Los defensores argumentan que es un deber democrático
que el ciudadano tiene que cumplir y que en una democracia podría, a su vez,
exigir, argumenta que el voto obligatorio fortalece la legitimidad del
gobierno, al garantizar que los líderes electos cuenten con un respaldo más
amplio y representativo de la voluntad popular, por lo que existe una mayor
legitimidad de los representantes electos, en definitiva, la obligatoriedad de
voto parte de la suposición de que una alta participación electoral es signo de
una mejor democracia.
Sin embargo, los opositores al voto obligatorio
plantean la libertad de elección de la persona, en la que se incluye asimismo
la libertad de no participar en una elección, ya que nadie puede ser obligado a
mostrar interés político, la obligatoriedad coarta la libertad individual y el derecho
a la autodeterminación. Obligar a los ciudadanos a participar en un proceso
electoral puede ser percibido como una forma de imposición estatal, contraria a
los principios de libertad y democracia.
En definitiva, el debate sobre el voto obligatorio nos
lleva a reflexionar sobre el papel de la participación ciudadana en el sistema
democrático. Más allá de las imposiciones de medidas legales y coercitivas, es
fundamental promover una cultura cívica que valore y fomente el compromiso
político de los ciudadanos, pero al mismo tiempo es una gran oportunidad para
que los actores políticos reflexionen sobre su accionar y puedan lograr que la
ciudadanía se siente motivada a acudir a las urnas y poder ejercer un voto
consciente e informado.
Por PABLO
VICENTE
El autor es abogado, magíster en derecho electoral,
presidente de FUJUDEL fujudel@gmail.com
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